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Michael Ashley, Kenneth Bulmer, Brian W. Aldiss, Robert Silverberg, Kate Wilhelm, Daniel Keyes, J. G. Ballard, Harry Harrison, A. E. Van Vogt, Arthur Porges, John Brunner

Los mejores relatos de ciencia ficción. La era del cambio 1956-1965

Título originaclass="underline" The history of the Science Fiction Magazine (1956-1965)

NOTA DE AGRADECIMIENTO

Aunque la compilación de esta historia y antología es obra y responsabilidad mía, incluyendo sus posibles errores, no la habría efectuado de modo tan completo sin la inestimable ayuda de un gran número de personas. Entre ellas, me gustaría expresar especialmente mi agradecimiento a Brian Aldiss, Leslie Flood, Robert P. Mills, Frederick Pohl, E. C. Tubb y Donald Wollheim, quienes me proporcionaron numerosos y fascinantes detalles, no conocidos del público en general. Mis más expresivas gracias a Sam Lundwall, por su animosa colaboración, llevada más allá del deber, clarificando y detallando la información procedente de revistas en lengua extranjera. Gracias también a Thomas G. L. Cockroft, de Nueva Zelanda, por corregirme varios errores y evitarme muchos más. Y finalmente, como siempre, mi agradecimiento a Phil Harbottle, por su siempre disponible consejo y asistencia. Para ellos, y para todos aquellos a quienes involuntariamente haya omitido mencionar, mi gratitud más sincera.

PREFACIO

Mi intención en esta serie era relatar, de la forma más completa posible, la historia y el desarrollo de las revistas de ciencia ficción, mostrando cómo editores y autores trabajaron al unísono para elevar el nivel del género desde sus sencillos comienzos hasta convertirlo en una rama compleja y madura de la literatura. Pero todos los escritores y editores actuaron para su bien. He tratado de mostrar todos los estratos de la ciencia ficción. Inútil negar que la mayor parte de ella no vale nada, quedando así incluida en la ley general de Theodore Sturgeon según la cual el noventa por cien de todo es pura basura.

No obstante, lo bueno acaba siempre por imponerse, y la ciencia ficción se acepta ya como un verdadero género literario. La generación de autores que logró abrir brecha tiene sus raíces en las revistas de la década que cubre este volumen, de 1956 a 1965. Harlan Ellison, Robert Silverberg, Roger Zelazny, Thomas M. Disch, Brian Aldiss, J. G. Ballard… Todos ellos se incluyen en esa década turbulenta y problemática que vio el amanecer de la era espacial. Por aquella época, muchos escritores ajenos al tema dijeron: «Ahora que el hombre ha salido al espacio, ¿de qué van a escribir los autores de ciencia ficción?. Aun ahora, tan absurda pregunta la repiten constantemente personas engreídas, incapaces de comprender y leer uno solo de los libros de ciencia ficción actuales. ¿Alguna vez la resolución de un crimen impidió que se siguieran escribiendo novelas policíacas?

La prueba está aquí. La ciencia ficción no se detuvo cuando el Sputnik 1 fue lanzado al espacio. Todo lo más, el hecho sirvió para revitalizar el género. Puso fin a una época y dio vida a una perspectiva totalmente nueva.

Mientras escribo esto, el mundillo de las revistas de ciencia ficción ha entrado de nuevo en efervescencia. Desaparecen publicaciones, mientras que otras se adentran llenas de optimismo en este campo. La historia continúa en marcha.

El lector puede explorar a voluntad las interminables sorpresas de la cuarta década de las revistas de ciencia ficción, leyendo los diez relatos representativos que he seleccionado.

Febrero de 1976

Mike Ashley

Introducción

Reflujo y nueva ola

Mike Ashley

1

Treinta años en marcha

En abril de 1956, Amazing Stories celebró su trigésimo aniversario con un número especial de doble número de páginas. Incluía fundamentalmente catorce relatos -seleccionados en números atrasados de Amazing que abarcaban de 1927 a 1942-, obra de autores como Isaac Asimov, Robert Bloch, David H. Keller, Neil R. Jones y Raymond Z. Gallun. Una sección especial de aquel número recogía diversas predicciones de hombres famosos sobre lo que nos traería el año 2001. Entre esas celebridades, se contaba el escritor Philip Wylie. Su predicción fue la más breve, aunque posiblemente la más exacta: «un vacío total». Por su parte, el artista Salvador Dalí previó que el arte y la ciencia se fusionarían, una visión que ya está convirtiéndose en realidad.

Resultó un número impresionante, que se apartaba mucho de los publicados el año anterior, cuya calidad literaria dejaba mucho que desear. Amazing Stories fue la primera revista de ciencia ficción en lengua inglesa (abril de 1926), y sufrió varias transformaciones desde los días de Gernsback. En 1953, con Howard Browne como director, un hombre que admitía francamente que no le gustaba la ciencia ficción, la revista, aprovechando el boom de las publicaciones del género, cambió su familiar formato por el tamaño de bolsillo, más práctico. Los primeros años cincuenta habían contemplado el florecimiento de nuevas revistas. Muchas de ellas fracasaron, pero casi todas habían adoptado el tamaño de bolsillo. En 1955, la mayoría de las que conservaron el tamaño corriente habían desaparecido. Sólo Science Fiction Quarterly sobrevivió.

En abril de 1956, al principio de esta historia, existían en Estados Unidos catorce revistas de ciencia ficción, que aparecían con regularidad. Eran, en primer lugar y por orden de calidad, Astounding SF, dirigida por John W. Campbell; The Magazine of Fantasy and Science Fiction (F and SF para abreviar), dirigida por Anthony Boucher; Galaxy, bajo la dirección de Horace L. Gold, e If, publicada por James L. Quinn. A continuación, venia el trío de amenas revistas dirigidas por Robert Lowndes: Science Fiction Stories, con las palabras The Original… a manera de prefijo, a fin de identificar la publicación con la primera Science Fiction, nacida en 1939; Future SF y SF Quarterly. Los puestos siguientes los ocupaban Infinity, la más reciente de todas, dirigida por Larry Shaw, y Fantastic Universe, de Leo Margulies. Todas ellas eran superiores a las restantes: Other Worlds, dirigida por Raymond A. Palmer, Amazing Stories y su compañera Fantastic, y las dos revistas de William Hamling, Imagination e Imaginative Tales.

Amazing, Astounding, Fantastic Universe, Galaxy y F and SF se publicaban mensualmente; las demás, cada dos meses o de manera irregular.

En 1955, los lectores supusieron que, en general, el boom del género había pasado. La aparición y el triunfo de Infinity demostraba en apariencia lo contrario. Tal vez su éxito continuaba, y el mundillo de la ciencia ficción se encontraba en aquel momento en el centro mismo de la borrasca. Al fin y al cabo, el mayor fracaso se debía a que la American News Company dejó de distribuir revistas de gran formato, haciendo que muchos nombres famosos desaparecieran de la noche a la mañana. Los editores oportunistas que se habían unido a los ganadores desviaron su atención hacia otros campos, y la ciencia ficción se redujo hasta adoptar proporciones más controlables. No obstante, la prolongada supervivencia de una mala literatura hacía pensar que no era precisamente la calidad lo que mantenía una revista.

En 1956, no cabía ya ninguna duda de que el mundo de la revista de ciencia ficción se tambaleaba. Empezaban a surgir nuevas publicaciones; otras desaparecían. Las revistas se enfrentaban al desafío del floreciente mercado del libro de bolsillo y la televisión. La misma ciencia ficción estaba siendo bombardeada en dos frentes por los fanáticos de los platillos volantes y una serie de monstruosas películas de terror seudocientífico. En medio de toda esta confusión, la única salvación posible, es decir el nacimiento de la era espacial, tardaría aún meses en tener lugar. Indudablemente, nos hallábamos en pleno caos.