Lula estaba vestida con unas botas blancas de piel de imitación hasta las rodillas que la hacía ver como un [15]Sasquatch. Embutía su mitad inferior en unos pantalones rojos spandex muy ceñidos que mágicamente hacían brillar intensamente sus incrustaciones doradas. Llevaba puesto un suéter rojo con una aplicación verde en forma de Árbol de Navidad. Y lo complementaba con una chaqueta de piel de conejo amarilla teñida. Cada vez que Lula se movía, los pelos de conejo amarillos volaban de la chaqueta y flotaban en el aire como los pelillos del diente de león. Detrás de nosotros, el lote de árboles se perdió en una neblina amarilla.
– Bien, -dijo Lula, deteniéndose en un semáforo-. Sacudimos la Navidad. Estamos en camino a la Navidad. -La luz cambió y el tipo delante de nosotros vaciló. Lula se echó en la bocina y le dio con el dedo-. Muévelo, -gritó-. ¿Crees que tenemos todo el día? Es Navidad, por amor de Dios. Tenemos cosas de hacer. -Ella alcanzó la carretera y salió, atacando vehementemente “Jingle bells” a todo pulmón-. Jingle bells, jingle bells, jingle all the wa-a-a-ay, -cantó.
Puse mi dedo en mi ojo.
– Oye, ¿tienes otra vez esa contracción nerviosa en el ojo? -preguntó-. Necesitas hacer algo con esa sacudida. Deberías ver a un doctor.
Lula estaba en el tercer coro de “Silent Night” cuando se estacionó al lado del Jag negro. Salí del Firebird y me incliné para hablar con Diesel.
– Lula y yo podemos hacer el siguiente turno, -le dije-. Si algo pasa, te llamo.
– Suena bien, -dijo Diesel-. Podría aprovechar un descanso. Ha estado tranquilo todo el día, y así es como me gusta. Si no hay más disturbios, Sandor volverá finalmente a su taller.
– No te preocupes, querido Diesel, -dijo Lula por detrás de mí-. No perderemos de vista este lugar. Paz y tranquilidad es mi segundo nombre.
Diesel estudió a Lula y sonrió.
– Entonces, ¿de qué se trata? -Quiso saber Lula cuando Diesel se marchó.
– Estoy detrás de que un NCT llamado Sandy Claws. Él tiene esta fábrica de juguetes.
– ¿Y qué hay con el coche al lado de nosotros? Tiene un asiento elevado detrás del volante. ¿Y qué son esas palancas en la columna de dirección?
– La mayor parte de los empleados de aquí son personas pequeñas.
A veces cuando Lula estaba excitada sus ojos se abren de par en par y se salen como grandes huevos de pato blancos. Este era uno de esos momentos de ojos de huevo de pato.
– ¿Me estás jodiendo? ¿Enanos? ¿Un edificio entero lleno de enanos? Adoro a los enanos. He sentido eso por los enanos desde que vi el Mago de Oz. Excepto aquel tipo, Randy Briggs. Era un pequeño infeliz desagradable.
– Briggs está aquí, también, -dije-. Trabaja en la oficina.
– Hunh. Yo no me opondría a patearle el culo.
– ¡Nada de patear culos!
Lula sacó su labio inferior y tiró los ojos nuevamente dentro de sus cuencas.
– Lo sé. ¿Crees que no lo sé? Tengo sentido del decoro. Infiernos, mi segundo nombre es Decoro.
– De todos modos, no lo verás, -dije-, porque sólo vamos a sentarnos aquí.
– No quiero sentarme aquí, -dijo Lula-. Quiero ver a los enanos.
– Son personas pequeñas ahora. Enano es políticamente incorrecto.
– Lo siento, no puedo mantenerme al ritmo en esa mierda de política correcta. Ni siquiera sé como llamarme yo. En un minuto soy negra. Luego afro americana. Luego una persona de color. ¿Quién demonios hace estas reglas, de todos modos?
– Bien, quienquiera que sean, personas pequeñas, elfos, o lo que sea, los verás cuando hagan el cambio de turno, y se vayan a casa.
– ¿Cómo sabes que ese tipo Claws no entró por una puerta trasera? Apuesto que esta fábrica tiene una vieja y grande puerta trasera. De seguro hasta tiene una zona de carga. Creo que deberíamos ir a preguntar si Claws no ha entrado aún.
Lula tenía un punto. Tal vez había una puerta trasera.
– Bien, -dije-, supongo que no hará daño probar con la mujer del escritorio una vez más.
Briggs se puso pálido cuando entramos en el área de recepción. Y la mujer en el escritorio pareció compungida.
– Me temo que él todavía no ha llegado, -me dijo.
– ¿Dónde se fabrican los juguetes? -preguntó Lula, andando hacia la puerta de la fábrica-. Apuesto que los hacen aquí dentro. Muchacho, realmente me gustaría ver como se hacen los juguetes.
La mujer detrás del escritorio se levantó.
– El Sr. Claws prefiere no tener visitantes en el taller.
– Sólo daré una rápida mirada, -dijo Lula. Y abrió la puerta-. Gatos santos, -dijo, entrando en el almacén-. ¡Ven a mirar esto! Hay un montón de elfos frenéticos.
Briggs salió del área de recepción, y ambos corrimos detrás de Lula.
– No son elfos de verdad, -dijo Briggs, patinando hasta detenerse delante de ella.
Lula estaba con las manos en las caderas.
– ¡Infiernos sí no lo son! Creo que reconozco a un elfo cuando veo uno. Mira esas orejas. Todos tienen orejas de elfo.
– Son orejas falsas, estúpida, -dijo Briggs a Lula-. Es una táctica de marketing.
– No me llames estúpida, -dijo Lula a Briggs.
– Estúpida, estúpida, estúpida, -dijo Briggs.
– Escucha, imbécil, -dijo Lula-. Podría aplastarte como a un bicho si quisiera. Tienes que tener más cuidado sobre a quien le faltas el respeto.
– Es ella, -gritó uno de los elfos, señalándome con el dedo-. Ella es la que comenzó el incendio en la oficina de empleo.
– ¿Incendio? -preguntó Lula-. ¿De qué habla?
– Ella comenzó el disturbio, -gritó alguien más-. ¡Agárrenla!
Todos los elfos saltaron de sus estaciones de trabajo y se lanzaron hacia mí en sus pequeñas piernas de elfo.
– Agárrenla. ¡Agárrenla! -gritaban todos-. Atrapen a la estúpida y grande buscapleitos.
– ¡Oye! -dijo Lula-. Espera. Que…
Agarré a Lula por la parte de atrás de su chaqueta y la tiré hacia la puerta.
– ¡Corre! Y no mires hacia atrás.
5
Nos lanzamos por la puerta del taller al área de recepción, nos abrimos paso por la puerta principal, cruzamos rápidamente el estacionamiento y brincamos en el coche. Lula le puso seguro a las puertas, y los elfos enjambraron alrededor de nosotras.
– Éstos no son duendes, -dijo Lula-. Conozco a los duendes. Los duendes son lindos. Éstos son duendecillos malos. Mira sus dientes puntudos. Mira sus ojos rojos y resplandecientes.
– No sé nada acerca de los duendecillos, -dije-. Creo que el tipo con los ojos rojos es sólo una persona pequeña con dientes malos y una resaca.
– Oye, ¿qué es ese ruido? ¿Qué le están haciendo a la parte trasera de mi Firebird?
Dimos la vuelta, nos asomamos a la ventana de atrás y quedamos horrorizadas al encontrarnos con que los elfos habían sacado los árboles del maletero.
– ¡Ese es mi Árbol de Navidad! -gritó Lula-. Aléjate. Deja ese árbol en paz.
Nadie escuchaba a Lula. Los elfos estaban en un frenesí, desgarrando los árboles rama a rama, y saltando sobre ellas.
De repente hubo un elfo en el capó. Y luego un segundo elfo trepó detrás del primero.
– Mierda santa, -dijo Lula-. Esto parece una película de terror. -Metió la llave en el encendido, pisó a fondo, y salió disparada a través del estacionamiento. Un elfo salió volando al instante. El segundo elfo envolvió sus manos alrededor de los limpiaparabrisas, con su cara gruñona aplastada al cristal. Lula giró rápidamente a la derecha, uno de los limpiaparabrisas se rompió, y el elfo voló lejos como un Disco volador, con el limpiaparabrisas todavía agarrado en su pequeña mano de elfo.
– Jodeteeeee, -el elfo cantó mientras volaba.
Llevabamos una milla sobre la Ruta 1 antes de que cualquiera de nosotras dijera una palabra.
– No sé que eran esas pequeñas cosas estúpidas y desdichadas, -dijo Lula finalmente-. Pero tienen que aprender algunas habilidades personales.
– Fue algo embarazoso, -dije.
– Jodido algo.
Y yo aún no tenía Árbol de Navidad.
Era poco después de las cinco cuando agité un adiós a Lula y caminé penosamente hacia mi edificio. Mi apartamento estaba tranquilo. Ningún Diesel. Dije un silencioso agradecimiento, pero la verdad es que estaba desilusionada. Colgué mi chaqueta en un gancho en el pasillo y escuché mis mensajes.
– ¿Stephanie? Es tu madre. La Sra. Krienski me dijo que no recibió ninguna tarjeta de Navidad tuya. ¿La enviaste, no? Y, haré un rico asado para la cena esta noche si quieres venir. Y tu padre te consiguió un árbol en la gasolinera. Tenían una liquidación. Él dijo que logró un buen trato.