y desde afuera un poco de luz coloreada
llega hasta su cama, sombrías manos del pasado
que ofrecen gemas; y la muerte viene rápido.
Se ahoga y conjura en dos lenguas
a las nebulosas que se dilatan en sus pulmones.
Un violento dolor, un desgarrón: es todo lo que se puede prever.
Quizá descubre uno le grand néant ; quizá
otra vez de la yema del tubérculo sube uno en espiral. 620
Como lo señalaste la última vez que pasamos
delante del Instituto: "Verdaderamente no podría decir
cuál es la diferencia entre este lugar y el infierno."
Escuchamos a los partidarios de la cremación ahogarse de risa
y resoplar cuando Grabermann acusó al Horno
de atentar contra el nacimiento de los espectros.
Todos evitábamos criticar las creencias.
El gran Starover Blue analizó el papel
desempeñado por los planetas como recaladas del alma.
Se meditó en el destino de las bestias. Un chino 630
se explayó sobre el ceremonial de los tés
con los antepasados, y hasta dónde remontarse.
Yo destrocé las fantasías de Poe,
y me referí a recuerdos infantiles de extraños
fulgores nacarados que no están al alcance de los adultos.
Entre nuestros oyentes habían un joven sacerdote
y un viejo comunista. Iph podía por lo menos
rivalizar con las iglesias y la línea del partido.
En los años siguientes empezó a decaer;
el Budismo se arraigó. Un médium introdujo fraudulentamente 640
pálidas jaleas y una mandolina flotante.
Fra Karamazof se deslizó en algunas clases
murmurando su inepto Todo está permitido ;
y para satisfacer el deseo de pez del seno materno
una escuela de freudianos bajó a la tumba.
Esta insípida aventura me ayudó en cierto sentido.
Aprendí lo que había que ignorar en mi estudio
del abismo de la muerte. Y cuando perdimos a nuestra hija
yo sabía que no habría nada: ningún supuesto
espíritu tocaría en mi teclado de madera seca 650
para deletrear su apodo; ningún fantasma
se levantaría graciosamente para acogernos, a ti y a mí,
en el sombrío jardín, cerca del nogal.
"¿Qué es ese curioso crujido… lo oyes?"
"Es el postigo de la escalera, querida."
"Si no duermes, encendamos la luz.
¡Detesto ese viento! Juguemos un poco al ajedrez." "De acuerdo."
"Estoy segura de que no es el postigo. Mira… otra vez."
"Es el zarcillo de una planta que golpea contra el vidrio."
"¿Qué es lo que se ha deslizado por el tejado con ese ruido sordo?" 660
"Es el viejo invierno que rueda en el barro."
"¿Y ahora, qué haré? Mi caballo está clavado."
¿Quién deambula tan tarde en la noche y el viento?
Es la pena del escritor. Es el salvaje
viento de marzo. Es el padre y su hijo.
Después vinieron minutos, horas, al fin días enteros,
en que ella estuvo ausente de nuestros pensamientos, tan rápida
corría la vida, vellosa oruga.
Fuimos a Italia. Tendidos al sol
en una playa blanca con otros norteamericanos 670
rosados o morenos. Volvimos en avión a nuestra pequeña ciudad.
Supe que mi serie de ensayos El hipocampo
bravío era "universalmente aclamado".
(Se vendieron trescientos ejemplares en un año.)
De nuevo empezaron los cursos, y en las laderas de las colinas
surcadas de caminos lejanos, se veía la corriente continua
de los faros de los coches volviendo todos al sueño
de la educación universitaria. Seguiste
traduciendo a Marvell y a Donne al francés.
Fue un año de tormentas: el ciclón Lolita 680
sopló de Florida a Maine.
Marzo resplandeció. Se casaron shahs. Rusos sombríos espiaban.
Lang hizo tu retrato. Y una noche morí.
El Crashaw Club me había pagado para que explicara
por qué la Poesía tiene Sentido para Nosotros.
Pronuncié mi sermón, aburrido pero breve.
Cuando me iba con cierta prisa, para evitar
el llamado "momento de las preguntas" del final,
uno de esos individuos atrabiliarios que van
a esas charlas sólo para decir que no están de acuerdo, 690