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las máscaras rituales primitivas; las escuelas progresivas;

la música en los supermercados; las piscinas;

los brutos, los pesados, los filisteos con conciencia de clase, Freud, Marx, 930

los falsos pensadores, los poetas hinchados, los impostores y los tiburones.

Y mientras la navaja rasca y cruje

en su viaje por el país de mi mejilla,

los autos pasan por la autopista, y subiendo la empinada cuesta,

grandes camiones trepan por mis maxilares,

y ahora un paquebote silencioso arriba y ahora

turistas de gafas negras visitan Beirut, y ahora aro

los campos de la vieja Zembla donde crece mi barba gris

y donde los esclavos juntan el heno entre mi boca y mi nariz.

La vida del hombre como comentario de un hermético 940

e inconcluso poema. Nota para uso ulterior.

Vistiéndome en todas las habitaciones, rimo y deambulo

por la casa, con un peine en la mano

o un calzador que se convierte en cuchara

con la que como el huevo. Por la tarde

me llevas en auto a la biblioteca. Comemos

a las seis y media. Y esa extraña musa mía

que me dicta los versos, está conmigo en todas partes,

en la biblioteca y en el auto y en mi sillón.

Y todo el tiempo, todo el tiempo, mi amor, 950

estás aquí, tú también, debajo de la palabra, sobre

la palabra, para subrayar e intensificar

el ritmo vital. Se oía crujir un vestido de mujer

en los tiempos de antaño. A menudo he percibido

el sonido y el sentido de tu pensamiento próximo.

Y todo en ti es juventud, y vuelves nuevas,

mencionándolas, viejas cosas que hice para ti.

Golfo de sombra fue mi primer libro (versos libres); Resaca nocturna

vino después, luego Copa de Hebe , último carro

en ese carnaval mojado, porque ahora llamo 960

a todo "Poemas", y no me exaspera más.

(Pero esta charla transparente exige

algún título lunar. ¡Ayúdame, Will! Pálido Fuego .)

Suavemente el día ha pasado en un ligero murmullo

de sostenida armonía. El cerebro está vacío,

y una espiga marrón y el sustantivo que yo quería

usar, pero rechacé, se secan en el cemento.

Quizá mi amor sensual por la consonne

d'appui , hijo muerto de Eco, se basa

en el sentimiento de una vida fantásticamente planeada 970

y ricamente rimada.

Creo que entiendo

la existencia, o por lo menos una minúscula parte

de mi existencia, sólo a través de mi arte,

en términos de placer combinatorio;

y si mi universo privado se escande correctamente,

lo mismo ocurrirá con el verso de las galaxias divinas

del cual sospecho que es un yámbico.

Estoy razonablemente seguro de que sobrevivimos

y de que mi tesoro vive en alguna parte,

como estoy razonablemente seguro de que 980

mañana me despertaré a las seis, el veintidós de julio

de mil novecientos cincuenta y nueve,

y de que el tiempo será probablemente bueno.

Entonces que me dejen poner este despertador,

bostezar y devolver los "Poemas" de Shade a su anaquel.

Pero todavía no es hora de acostarse. El sol

alcanza las dos últimas ventanas del viejo Dr. Sutton.

Ese hombre tendrá… ¿cuántos años? ¿Ochenta? ¿Ochenta y dos?

Me doblaba en edad el año que me casé contigo.

¿Dónde estás? En el jardín. Veo 990

parte de tu sombra cerca del nogal.

En alguna parte juegan con el herrón. Clik. Clank

(la herradura apoyada contra el farol como una borracha).

Una sombría Vanessa de raya carmesí

gira en el sol bajo, se posa en la arena

y muestra sus alas de puntas azul negro manchadas de blanco.

Y a través de la sombra fluida y de la luz menguante,

un hombre, indiferente a la mariposa

- el jardinero de algún vecino, supongo-, pasa,

remonta el sendero empujando una carretilla vacía.

COMENTARIOS

Versos 1-4: Yo era la sombra del picotero asesinado, etc.

En esos primeros versos la imagen se refiere evidentemente a un pájaro que se estrella, en pleno vuelo, contra la superficie externa de un vidrio donde un cielo reflejado, con su color apenas más oscuro y una nube apenas más lenta, da la ilusión del espacio continuo. Podemos imaginarnos a John Shade al comienzo de su adolescencia, un muchachito de un físico sin atractivo pero por otra parte admirablemente desarrollado, que experimenta el primer choque escatológico cuando con dedos incrédulos recoge del césped el cuerpo ovoide y compacto y contempla las rayas rojo cera que adornan esas alas gris marrón y las graciosas plumas de la cola con la punta amarillo brillante como pintura fresca. Cuando tuve la suerte de ser vecino de Shade, durante el último año de su vida, en las idílicas colinas de New Wye (véase Prólogo), solía ver esos pájaros particulares alimentándose alegremente de las bayas azul pastel de los enebros que crecían en la esquina de su casa. (Véanse también versos 181-182.)