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Sus obras de teatro El baile de máscaras, Los españoles, El hombre raro, Los dos hermanos, lo han consagrado en la literatura rusa como dramaturgo de primera agua. El camino abierto en el teatro mundial por el insuperado genio dramático de Shakespeare encontró en el espíritu de Pushkin y Lermontov a sus continuadores más respetuosos.

El baile de máscaras, que por su título podría creerse que sólo encierra la conocida intriga de carnaval, es en realidad el mero marco para desarrollar una tragedia profunda de sentimientos universales. Además de reflejar con maestría diferentes tipos de la sociedad, Lermontov aborda un carácter humano aun no reflejado en literatura. Arbenin, el personaje central, encarna la tragedia de los celos.

Podría decirse que después de Otelo, el escritor ruso no podía aportar ninguna novedad psicológica a las características del celoso marido de Desdémona. Sin embargo, la diferencia entre Otelo y Arbenin es enorme como la que hay entre el general moro y un hombre de la alta sociedad rusa. Si bien es cierto, en ambos existe el mismo prejuicio sobre la dependencia emocional absoluta de la esposa al marido y el sentimiento de los celos es universal, las condiciones históricas, la situación y sobre todo las características raciales y nacionales imprimen rasgos propios a la tragedia de Lermontov. A diferencia del general moro, primitivo, inculto y colérico, Arbenin es escéptico, culto, fino y frío.

Hombre acostumbrado a vencer los corazones femeninos, de postura wildeana como la mayoría de los personajes de Lermontov, Arbenin ama, sufre, cela y mata a su manera.

Su calculada aparente frialdad y autodominio desafiante, esconden un subsuelo volcánico que se manifiesta de otra manera. La elegancia y el individualismo, sumados a un egoísmo implacable, hacen que la figura de Arbenin sea una creación. El diálogo antes de la muerte de Nina, que perece envenenada por su celoso marido, es de un dramatismo que pasma la sangre. La indeclinable decisión del asesino es fría e inalterable, a pesar de las palabras de inocencia de la víctima. La locura, castigo final que da el autor al personaje por su crimen, continúan esa atmósfera de misterio que tiene la enigmática psicología rusa, sobria, trágica y convulsiva hasta el extremo.

Es realmente asombroso que el autor haya podido escribir este drama a los veinticuatro años de edad, creando personajes cuya comprensión requiere la sabiduría de los grandes dolores.

Otros sentimientos universales aparecen tratados en la obra dramática de Lermontov. Y si bien es cierto que su obra El demoniono pertenece exactamente a este género, es un poema dramático de profundo contenido filosófico, de gran vuelo, al que tal vez no fue ajena la lectura en alemán del Faustode Goethe.

Imágenes gigantescas se debaten en la acción buscando el bien y la belleza.

El demonio vivía para sí mismo, aburriéndose de sí mismo, y su egoísmo le pesaba fatalmente. La vida sin objeto, la falta de ideal, la penosa soledad, le hacen exclamar:

Qué amargura angustiosa

Vivir todo este siglo,

Sólo para gozar o sufrir...

Vivir para uno mismo,

Aburrirse de sí mismo

Y en esta eterna lucha

No encontrar la victoria.

Compadecer siempre y no desear.

Ver, sentir y saberlo todo,

Tratar de odiar todo lo que existe Y despreciar todo en el mundo.

Este pesimismo satura toda la obra de Lermontov, pero no es un pesimismo descorazonador, es un pesimismo acusador. Sus personajes están condenados a la inacción por las condiciones históricas en que viven y sufren de ello. También revelan las causas que disminuyen su energía y crean esa postura psicológica que ha denominado muy bien Máximo Gorki: .

«El pesimismo de Lermontov es un sentimiento reaclass="underline" en ese pesimismo vibra claramente el desprecio a la sociedad que lo origina y lo condena; manifiesta una sed de lucha como también de angustia y la desesperación, al tener conciencia de la soledad y la impotencia. Su pesimismo está dirigido íntegramente en contra de la sociedad dominante.»

En los poemas líricos de sus primeros años, Lermontov afirmaba:

Yo debo actuar todos los días.

Yo debo hacer que cada día sea inmortal; Como la sombra de un gran héroe, no puedo comprender

Qué significa descansar

Con este espíritu, esta energía y voluntad de acción, al poeta le toca vivir la dramática derrota de los decembristas y la condena personal del confinamiento riguroso. Todo esto explica la amargura de sus personajes, «condenados a la soledad en un país de esclavos y señores».

En su desafío a la Rusia de Nicolás I, Mijail Yurevich usa el tono lírico-social que le confiere el derecho de ser uno de los precursores del lirismo combativo en la poesía rusa. En uno de sus poemas dice que su generación «envejecerá por falta de acción»; «ante el peligro, los jóvenes vergonzosamente mezquinos, y ante el poder, simples esclavos despreciables».

La nobleza quedó reflejada en sus estrofas con sus pequeñas pasiones e intenciones míseras, «clase que no dejará al futuro ni ideas fecundas ni el genio de trabajos comenzados».

Este poeta ruso quería salir del círculo que lo rodeaba. Lermontov comprendió el papel humano, civil y no sólo literario del poeta. El lirismo de sus poemas El profeta, El poetay otros, lo demuestra. Al romper con esa sociedad caduca, al despreciarla, marcha por el verdadero camino y, como Pushkin, encuentra en el pueblo, en los revolucionarios liberales de vanguardia, a sus verdaderos amigos. En la descripción de ciertos personajes de Mziri, La canción sobre el zar Iván Vasilievitchy otros de su novela El héroe de nuestro tiempo, aparecen hombres del pueblo, montañeses o caucasianos, dotados de la psicología opuesta a la de los héroes de la sociedad dominante. Sanos, viriles, audaces, tal vez más primitivos pero llenos de vitalidad optimista e imbuidos de un amor pagano. Ya no son figuras cansadas y anémicas. Son hombres temperamentales, apasionados y resueltos, sensuales y pintorescos como la maravillosa tierra del Cáucaso, grandiosa y virgen, leal y voluptuosa.

Cuando el talento de Lermontov recién subía al cenit, su vida fue quebrada definitivamente, dejando para la literatura rusa una herencia sugestiva y perdurable. Una serie de personajes de Turgueniev y de Chejov ahondaron más tarde los rasgos de los «hombres inútiles» de la sociedad y tienen raíz en la psicología del héroe de su obra.

Junto con Pushkin y Gogol, Lermontov afirmó la orientación crítica de la literatura de su tiempo, educando al pueblo en el amor y el respeto de los mejores sentimientos, en una prosa o verso de sutil encanto y elegancia.

BAILE DE MÁSCARAS

1834-1835

DRAMA EN CUATRO ACTOS

PERSONAJES