– ¿Cómo está Brad? Page pensó que era una pregunta extraña.
¿Brad? Muy bien, él no intervino en el accidente.
Allie había salido con unos amigos.
– Pobrecillo, debe de haberle afectado mucho.
Era típico de su madre centrarse en Brad, no en su hija o en Allyson, sino en su yerno.
Si no la hubiera conocido tan bien, Page habría creído que la había entendido incorrectamente.
– Nos ha afectado a todos.
A Brad, a mí, a Andy, y principalmente a Allie.
¿Se recuperará? -Todavía no lo sabemos.
¡ya verás que sí! En un primer momento estas cosas parecen atroces, pero todos los días hay millares de personas que se recuperan de los accidentes.
¡Dios, qué salida tan característica! Huyendo siempre de la realidad, a cualquier precio.
Su madre jamás cambiaría.
No obstante, quizá era difícil comprender la situación de Allie sin haberla visto.
Su madre prosiguió: -He leído historias extraordinarias sobre heridas cerebrales y personas en coma que, un buen día, volvían a la vida.
Allyson es joven.
Lo más lógico es que salga adelante.
– Eso espero -dijo Page con laxitud, mirando el suelo y preguntándose cómo alguien podría comunicarse con su madre.
Siempre fue la misma, ya a los catorce años Page se había dado cuenta de que sólo escuchaba y creía lo que a ella le convenía, nada más, aunque se lo contases de cien maneras distintas -.
Te mantendré informada.
– Dile que la quiero -ordenó severamente Maribelle Addison-.
Me han comentado que las personas en coma se enteran de todo.
¿Hablas con ella, Page? – Page asintió y por sus mejillas fluyeron sendos lagrimones.
¡Naturalmente que le hablaba! Le reiteraba su cariño, le suplitrar.
É tampoco caba que no muriese, que no les dejara.:.
– Sí -susurró con voz ronca.
– Bien.
No te olvides de decirle que su abuela y tía Alexis también la adoran.
– Entonces, como si acabara de ocurrírsele, Maribelle preguntó-: ¿Quieres que vayamos las dos a veros? -Madre e hija iban siempre enganchadas.
– ¡No! Si os necesito, ya te llamaré.
– Muy bien, cariño.
Te telefonearé mañana.
Se diría que estaban quedando para una partida de bridge.
Era pasmoso su optimismo, su absoluta convicción de que Allyson se repondría, sin reparar un solo instante en la situacPrendas para ción real.
Como de costumbre, no ofreció consuelo ni apoyo quizás has venido a a su hija menor.
– Gracias, mamá.
Te avisaré si hay novedades.
– No dejes de hacerlo, querida.
Mañana tengo que ir de compras con Alexis.
Te llamaré puntualmente a mi regreso.
Da un beso de mi parte a Brad y a Andy.
– Descuida.
Page colgó el auricular y pasó largo rato absorta en sus pensamientos, recordando cómo había sido su vida de soltera con su madre y con su hermana, una vida repleta de embustes, de desdichas, regida por una permanente huida de la verdad.
Alexis encajaba a la perfección.
Jugaba a lo mismo que su madre.
Todo era maravilloso, nadie obraba jamás censurablemente y, si lo hacía, no se mencionaba y asunto arreglado.
Las aguas estaban siempre tranquilas, nunca se levantaba una voz, y por dentro las tres se ahogaban.
Page se consumía.
No podía esperar para independizarse.
Se mudó a otra casa en cuanto empezó sus estudios de arte.
La familia se opuso y rehusó ayudarla económicamente, pero ella había ganado un dinero haciendo trabajos eventuales, e incluso se empleó como camarera nocturna en un restaurante a fin de sufragarse los gastos.
Habría hecho cualquier cosa por alejarse de aquel ambiente.
Sabía muy bien que de ello dependía su supervivencia.
Estaba tan enfrascada en sus recuerdos, que no le oyó enTrar.
Continuaba sentada en la cama, con la ropa muy arrugada y la vio junto al teléfono.
Brad había cruzado media habitación cuando ella se movió, y ambos se sobresaltaron.
– ¡Por el amor de Dios! -bramó Clarke-.
¿Por qué no has dicho nada? -No te había visto.
¿Vienes a casa para comer? -dijo ella con tono irónico.
Page tenía la respuesta preparada.
¡ Sólo faltaba que apareciesen ellas! el cabello revuelto, pero tenía un aspecto más relajado que unas horas antes.
– He venido a dejar unas cosas -replicó Brad con vaguedad, a la vez que echaba una camisa sucia en el cesto del cuarto de baño.
lavar? ¿A qué hora las quiere el señor? buscar una muda porque piensas pasar fuera también esta noche? -Page destilaba cólera y veneno-.
¿No te parece que, como mínimo, podrías haber llamado? ¿O quieres borrar de un plumazo todos estos años de matrimonio? ¿Qué más da que llamase o no? De todos modos no estabas en casa…
Brad parecía tan brutalmente insensible que a Page le hubiera gustado machacarle.
– Pues hubieras telefoneado a la UCI, o a Jane, nuestra vecina.
Andy te estuvo esperando.
Creyó que tú también habías tenido un accidente.
¿o es que ya no te importa tu hijo? Allyson ha sufrido una recaída muy grave -disparó a bocajarro y Brad recibió los impactos donde más le dolía.
¿Cómo está? -Resiste, pero muy precariamente.
Brad Clarke miró a su mujer con cara de arrepentimiento.
Sólo había querido tomarse una noche libre.
Fue un gran alivio abstraerse del hospital, de Page, e incluso de Andy.
– Me olvidé de llamar.
– Su excusa era impresentable y él lo sabía.
– Yo también querría olvidar.
Tienes suerte de conseguirlo -musitó Page, entristecida.
Pero ella no podía desentenderse – de sus hijos, ni lo deseaba.
Tres días antes, tampoco se habría distanciado de Brad.
Ahora todo era distinto-.
No puedes seguir escabulléndote, Brad.
Lo que nos ocurre es real, y debes afrontarlo.
¿Cómo te sentirías si Allie hubiese muerto anoche? -¿Tú qué crees? -repuso él, y miró a su esposa.
– Andy también te necesita.
Y puede que te convenga pasar más tiempo con Allyson.
Si sucediera algo…
– Page no habría podido estar en ningún otro sitio, pero Brad no era como ella.
– Que me siente junto a su cama no la salvará -repuso Brad, a la defensiva-.
Conmigo o sin mí, el final será el mismo.
Me deprime verla y, además, obstinarse en que viva a toda costa no es la mejor solución.
– Pero cqué dices? -Page quedó horrorizada-.
¿Insinúas que debemos dejarla morir? Sintió ganas de echarse a gritar.
¿Qué le había pasado a Brad? ¿Cómo podía hablar así? -Digo que quiero recuperar a Allie.
A Allie, ccomprendes? A mi hija de siempre, a la mujer en que se habría convertido de no mediar esta tragedia.
Quiero a mi niña bonita, fuerte e inteligente, con un sinfín de aptitudes, capaz de conseguir cuanto se proponía.
¿De veras deseas que viva sin todo su potencial? ¿Deseas ser la enfermera permanente de una disminuida mental? ¿Es eso a lo que aspiras para ella? Yo no.
Prefiero que muera ahora mismo si la alternativa es la invalidez.
E ir al hospital a contemplar cómo se inflama su cerebro y cómo le insufla oxígeno una máquina no contribuirá en nada a que mejore.
Hemos hecho todo lo posible.
Sólo resta esperar.
Y a Allie le da lo mismo que esperemos aquí o en la UCI, pegados a ella.
¿Y si no era así? ¿Y si Allyson percibía de algún modo su presencia? Al oírle, Page sintió repulsión.
– Andy te necesita tanto como ella.
¿o también el niño te sobrepasa? -atacó a su marido sin piedad, pues no se la merecía.
Les estaba fallando a todos por motivos puramente egoístas.
– Me sobrepasa todo.
¿A ti no te ha ocurrido nunca? -preguntó Brad, acercándose a Page unos pasos.
Detestaba tener que verla ahora que sus encuentros siempre degeneraban en altercados, reproches o una retahíla de acusaciones.