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Todas las enfermeras sonrieron al verla.

Sabían cuán cerca de morir había estado la paciente tras la operación, y aquello hacía que cada momento, cada día, fuese un don infinitamente precioso.

¿Cómo está? -preguntó Page.

Había telefoneado varias veces durante la noche, y siempre le habían dicho que no había novedades.

Allyson continuaba estable.

– Igual que ayer.

– La enfermera de turno le sonrió.

Era una mujer de la misma edad que Page, de mente lúcida, corazón amable y un gran sentido del humor.

Se llamaba Frances-.

El doctor Hammerman la ha visitado hace una hora y ha quedado satisfecho de sus progresos.

– ¿Ha disminuido la inflamación cerebral? No podía apreciarse bajo el abultado vendaje, pero Allie parecía descansar serenamente, y su tez había cobrado un punto de color.

– Un poco.

Con la intervención hemos conseguido que se redujera la presión.

Page asintió.

Se sentó junto a Allyson, cogió su mano como solía hacer e inició un dulce monólogo mental dedicado a su hija.

Aunque no se advertían cambios ostensibles desde la víspera, Page se sentía mejor, más capaz de aceptar lo ocurrido, e incluso menos despechada con Brad.

No habría po dido explicar el porqué, pero la experiencia con Allie del día anterior la había convertido en otra mujer.

Cuando Trygve apareció a las diez de la mañana con una bolsa de croissants, también la notó distinta.

– Pareces más tranquila que en los días pasados -le dijo con una sonrisa-.

Da gusto verte.

Era sorprendente cómo las personas se adaptaban a todo.

Él mismo se sentía más animado después de seis días de visitar a Chloe.

Aquella tarde la trasladarían a una habitación y al cabo de unas semanas podría volver a casa.

La espera había sido interminable, pero al menos todos habían sobrevivido.

Page se despidió de los Thorensen cuando dejaron la UCI, y un poco más tarde, antes de abandonar el hospital, pasó por la habitación de Chloe.

Se la veía más espabilada, aunque sus dolores eran aún considerables.

La habitación estaba repleta de flores y alrededor de la cama había un grupito de sus amigos íntimos.

Trygve había salido al pasillo para dar un respiro y dejar que los jóvenes hablaran con mayor libertad.

Era la primera vez desde el accidente que Chloe veía a sus compañeros.

Durante su estancia en la UCI sólo la habían visitado su padre y sus hermanos.

Jamie Applegate había llamado porque también quería ir, pero Trygve le rogó que esperase un día más, hasta el fin de semana.

El chico se mostró muy correcto y solidario, y era evidente cuánto deseaba ver a Chloe.

El ramo más espectacular, que llegó a la misma hora en que Allyson ingresó en la habitación, fue el de Jamie y su familia.

– Todo empieza a arreglarse -apuntó Page, sonriendo a Thorensen.

Era un placer verle más relajado y más jovial.

– No estoy tan seguro -repuso él con una mueca-.

Temo que la segunda fase no va a ser nada fácil.

Chloe quiere su música, sus amigos, quiere ir a casa la semana próxima, lo cual es imposible, ¡y quiere también que le lave la cabeza! Aunque se quejara, se sentía eufórico de tener aquellos problemas y no los derivados de la supervivencia.

– Me das mucha envidia -dijo Page con una sonrisa.

– Lo sé -repuso Trygve con tono afectuoso-.

Me han dicho que en la noche de la segunda operación faltó poco para que Allie muriese.

Una enfermera le había relatado todo el episodio.

Page asintió, pensando en cómo explicárselo para no parecer una chiflada.

– Fue la experiencia más extraña que he tenido jamás.

Sabía lo que estaba ocurriendo.

Lo presentí aun antes de que me llamasen.

Era consciente de que Allyson nos dejaba.

Nunca me había sentido tan unida a ella…

Recordé cada día, cada hora y cada minuto.

Reviví escenas que había olvidado con el paso de los años, hasta que de pronto algo cambió, y tuve la sensación de que mi hija regresaba desde un confín lejano.

Fue el instante más intenso y a la vez más apacible de mi vida.

Fue increíble.

Page todavía se estremecía al evocarlo, y Thorensen lo leyó en sus ojos.

– He oído hablar de fenómenos similares…

Gracias a Dios que volvió -dijo, mirándola y casi deseando haber compartido su vivencia.

La enfermera también le había comentado que telefonearon a Brad, que sin embargo no se presentó.

– Allie nos dio una gran sorpresa -afirmó Page con una cálida sonrisa.

– Confío en que siga dándolas.

– Y yo también -convino ella.

¿Cómo lo encaja Andy? -Bastante mal.

Ultimamente ha tenido pesadillas -dijo Page y, bajando la voz por respeto a su hijo, que se habría horrorizado de saber que su madre se lo contaba a terceros, agregó-: Y ha mojado la cama.

Sin duda todo esto le ha trastornado.

No obstante, me resisto a que vea a su hermana.

– Haces bien.

Allie estaba aún muy desfigurada.

Por estable que fuese su situación tras el bajón del postoperatorio, su aspecto era escalofriante.

Incluso Chloe se sobresaltó al verla en la UCI, y rompió en sollozos al saber que se trataba de Allie.

Al principio ni siquiera la había reconocido.

– Sería demasiado traumático para él.

– A decir verdad, también sufre por nuestra causa.

– Page vaciló un momento, con la mirada perdida en el pasillo, pero luego miró de nuevo a Thorensen y añadió-: Mi matrimonio naufraga, y Andy se ha dado cuenta.

Brad apenas va por casa estos días, y hasta habla de mudarse.

Su voz vibró con ligero tremor, pero ella misma se asombró de la naturalidad con que surgían sus palabras.

Después de dieciséis años, su marido iba a abandonarla.

De hecho, a todos los efectos prácticos y afectivos, ya la había dejado.

Aquella misma mañana había llamado para decirle que no le esperase el fin de semana.

– ¡Pobre criatura! -exclamó Trygve-.

No se pueden asimilar tantas desdichas en una sola semana.

– Tienes razón.

En realidad todavía no he hablado con él, pero intuye que algo va mal y está muy preocupado.

– Con nnpobre criatura" no me refería a Andy, sino a ti.

Estás pasando por un trago amargo.

En un primer momento creí que Brad se había vuelto trastornado con el accidente, pero luego comprendí que el asunto era más complicado.

Trygve lamentaba sinceramente haber dado en el clavo.

– Sí, lo es.

Sale con otra mujer desde hace ocho meses.

Al parecer, se ha enamorado de ella.

Y yo he vivido en las nubes todo este tiempo.

Supongo que estaba demasiado ocupada pintando murales y llevando niños en el coche.

Page intentó banalizar el problema.

Thorensen, erguido muy cerca de ella, la observaba.

– Sé muy bien lo que se siente en estos casos.

Es demoledor.

Page alzó los hombros en una actitud pretendidamente frívola, pero que no pudo conservar.

– No sospeché nada.

¿Puedes imaginártelo? Me siento una estúpida.

Estúpida, herida, traicionada, desposeída…

y muy sola.

– Todos nos comportamos como unos estúpidos alguna que otra vez.

Estas cosas son muy duras de afrontar.

Mientras las andanzas de Dana iban de boca en boca por el condado de Marín, yo me obstinaba en vivir como si formáramos una pareja.

– A mí me ha ocurrido otro tanto.

– Los ojos de Page estaban húmedos cuando los volvió hacia Trygve, y él sintió deseos de abrazarla.

Por alguna razón, no era lo mismo hablar de Brad que de Allie-.

Es curioso cómo se juntan las desgracias: Allie, Brad…

¡Cuántos batacazos! Y el bueno de Andy trata de encajarlos todos.

Yo también, claro, pero se supone que soy una adulta.