Выбрать главу

– Por si no lo sabe todavía, el nombre del nuevo caso potencial es Clark Mulhausen, y supongo que quiere saber por qué he dado órdenes para que no se ocupara de él, ¿no?

– La verdad es que me gustaría -dijo Laurie, que se sentía algo aliviada porque el tono de Calvin apenas era estridente, lo cual sugería que no estaba enfadado y que no iban a echarle un rapapolvo o, peor aún, enviarla a casa con una excedencia.

– En pocas palabras: porque todavía tiene pendiente de firmar sus primeros casos de eso que usted llama «serie» de hace más de un mes. En la fecha en que estamos no puede estar esperando los resultados de ningún laboratorio, así que debe finiquitarlos. Para serle sincero, al jefe le han llegado ciertos comentarios sobre ellos de la oficina del alcalde. Dios sabe por qué. Sea por lo que sea, me ha hecho saber que los quiere firmados ya, lo cual significa que la presión me la pasa a mí. Puede que tenga algo que ver con las pólizas de seguros de las familias. ¿Quién sabe? En cualquier caso, termínelos. Le doy el día libre para asegurarme. Le parece justo, ¿no?

– No los he firmado porque en conciencia no puedo decir que la muerte haya sido accidental o natural, y sé que no quiere que diga que son homicidios porque eso implicaría la existencia de un asesino múltiple, y de eso no tengo ninguna prueba, al menos por el momento.

– Laurie, no me lo ponga difícil -dijo Calvin inclinándose hacia delante con aspecto intimidatorio, bajando la cabeza y traspasándola con sus oscuros y amenazadores ojos-. Estoy intentando mostrarme amable en esto y tampoco pretendo que descarte la posibilidad de que los casos estén relacionados; pero, por el momento va a tener que elegir entre causa natural o accidental. Yo me inclino, igual que Dick Katzenburg, por la natural, ya que no hay pruebas de que se trate de un accidente o de un homicidio. Los certificados de defunción siempre pueden ser rectificados si aparece nueva información. No podemos dejar estos casos en el limbo para siempre, y usted no puede, sin pruebas, organizar un escándalo diciendo que son muertes accidentales u homicidios. ¡Sea razonable!

– De acuerdo, lo haré -repuso Laurie con un suspiro de resignación.

– ¡Gracias! ¡Pero, maldita sea, parece como si le estuviera pidiendo la luna! Bueno, ya que estamos con el tema, ¿qué ha averiguado sobre esos casos de Queens? ¿Los perfiles encajan?

– Eso parece -dijo Laurie en tono fatigado, mirando el suelo con los codos apoyados en las rodillas-, al menos por lo que he averiguado de los informes de investigación. Estoy esperando los historiales.

– Manténgame informado. ¡Ahora métase en ese despacho suyo y fírmeme esos casos del Manhattan General!

Laurie asintió y se puso en pie. Lanzó una torcida sonrisa a Calvin y dio media vuelta para marcharse.

– Laurie -la llamó Calvin-. Se comporta con aire de abatimiento, lo cual no es propio de usted. ¿Qué ocurre? ¿Está bien? Me tiene preocupado. No me gusta verla así.

Laurie se volvió para encararse con su jefe. Estaba sorprendida. No era propio de él hacer preguntas personales y mucho menos mostrar interés. Ella no lo esperaba de alguien con autoridad y menos del duro Calvin. La sorpresa agitó en su interior sentimientos indeseados que inmediatamente amenazaron con aflorar. Dado que lo último que deseaba era desmoronarse ante su machista jefe, luchó contra el impulso respirando profundamente y conteniendo el aliento unos segundos. Calvin enarcó las cejas como invitándola a hablar.

– Supongo que tengo muchas cosas en la cabeza -dijo Laurie a modo de excusa, temerosa de mirarlo a la cara.

– ¿Querría ser un poco más concreta? -preguntó Calvin en un tono mucho más suave de lo habitual.

– En estos momentos no -respondió Laurie dedicándole otra medio sonrisa.

Calvin asintió.

– De acuerdo. Pero recuerde que mi puerta siempre está abierta.

– Gracias -consiguió articular Laurie antes de salir rápidamente.

Mientras caminaba por el pasillo de la planta baja sintió que una mezcla de sentimientos se añadía a sus caóticos pensamientos. Por una parte, se consideraba afortunada por no haber hecho una escena; y por otra, estaba irritada consigo misma por su embarazosa tendencia a demostrar sus emociones. Resultaba ridículo que tuviera que luchar para contener una lágrima solo porque su jefe se mostraba mínimamente solícito. Por otra parte, estaba impresionada por haber visto una faceta de su jefe desconocida hasta la fecha. Después del nervioso pesimismo que la llamada de Calvin había despertado en ella, estaba contenta por seguir conservando el trabajo. Si le hubieran dado unas vacaciones forzosas por cualquier falta real o imaginaria, no estaba seguro de haberlo soportado. Con la nueva preocupación de su embarazo sumada a sus demás angustias, necesitaba más que nunca la evasión que le reportaba el trabajo.

Asomó la cabeza en el despacho de los investigadores y preguntó a Bart Arnold si Janice estaba aún allí porque quería enterarse de los detalles del caso de Clark Mulhausen para asegurarse de poder añadirlo a su lista.

– Se fue hace diez minutos -le dijo Bart-. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

– En realidad, no. ¿Y Cheryl, está disponible?

– Hoy no es tu día: está fuera con un caso. ¿Quieres que le diga que te llame cuando vuelva?

– Puedes darle un mensaje: ayer le pedí que solicitara al hospital St. Francis una serie de historiales clínicos. Me gustaría que la petición se hiciera por la vía urgente. Los necesito lo antes posible.

– No hay problema -dijo Bart tomando nota en un post-it-. Se lo dejaré en la mesa. Dalo por hecho.

Laurie se encaminó hacia la sala de identificación para recuperar su abrigo, pero entonces se acordó de que Jack estaba en el foso haciendo la autopsia de Clark Mulhausen. Seguramente tendría el informe de investigación de Janice y, con él, todos los detalles. Dio media vuelta y se dirigió hacia el ascensor de atrás. No solo deseaba asegurarse de que el perfil de Mulhausen encajaba con los de su serie; además tendría una excusa para hablar con Jack. Recordando sus vacilaciones de la tarde anterior ante su despacho, sería buena cosa tener una razón profesional para romper el hielo y proponerle que salieran juntos del trabajo para hablar. Al pensar en el tipo de conversación que iba a tener se puso tensa. Con su estado de ánimo, no sabía si Jack estaría dispuesto a ir con ella o a aceptar lo que tenía que contarle. Lou le había dado a entender que sí, pero no estaba segura.

En el pasado, para hacer una breve visita a la sala de autopsias había bastado con una bata, un gorro y una mascarilla, pero los tiempos habían cambiado. En ese momento, Laurie tuvo que ir al vestuario y ponerse la ropa de trabajo antes de dirigirse a la sala de los trajes lunares y enfundarse en uno como si fuera a realizar una autopsia. Calvin había establecido aquellas nuevas normas, y parecían inamovibles.

– ¡Ay! -gimió cuando extendió el brazo para colgar su blusa en la taquilla. Había notado la misma punzada que, en los últimos días, no había dejado de molestarla en la zona abdominal; pero entonces era un agudo dolor que la hizo hacer una mueca y retirar la mano. Rápidamente se la llevó a la zona de la molestia. Afortunadamente, el dolor remitió y desapareció tan bruscamente como había aparecido. Palpó el área con cuidado, pero no halló síntomas residuales. Volvió a extender el brazo como había hecho al colgar su blusa y no notó nada. Meneando la cabeza y preguntándose si tendría algo que ver con el embarazo, pensó en que quizá sería mejor preguntar a Sue si a ella le había ocurrido algo parecido en sus dos embarazos.