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Alistair frunció el entrecejo.

– Dónde está Chelsi. Todavía está en el laboratorio con los nebulanos. Además está a punto de que le inoculen veneno de serpiente. ¿Y el final feliz? ¿El espíritu heroico de Brad? ¿El amor que le ha jurado a Chelsi? ¿Lo aburro?

La secretaria, Victoria, asomó la cabeza y dijo:

– Ahí baja.

Luke oyó el ruido de veintitrés pares de zapatos que iban y venían. Entretanto se preparó para una sonrisa que mostrara todos los dientes. Echó una mirada a Joe, y Joe dijo:

– Es un buen tipo. Baja para saludarte.

Y bajó: Jake Endo, exquisitamente occidentalizado, maravillosamente vestido, de unos treinta y cinco años de edad. De todos los lujos que adornaban su esbelta figura, ninguno era tan fascinante como sus cabellos con reflejos.

Jake Endo le estrechó la mano a Luke y dijo:

– Es un gran placer conocerlo. No he leído el material básico sobre el poema, pero conozco el entorno.

Luke pensó que Jake Endo había trabajado su voz con un foniatra. Pronunciaba bien las sílabas que a muchos japoneses les daban trabajo.

– Entiendo que se trata de un poema de amor -continuó-, dirigido a su novia. ¿Ella está aquí en Los Angeles con usted?

– No, está en Londres. -Luke se encontró mirando las sandalias de Jack Endo y preguntándose cuánto le habrían costado.

Se hizo un silencio que fue creciendo hasta volverse intolerable, y por fin lo rompió Jim, diciéndole a Jake Endo:

– Ah, ¿qué tal anduvo “Versos abandonados en un banco bajo una encina cerca del lago de Easthwaite, en una región desolada de la costa frente a un bello paisaje”?

– ¿“Versos”? Bastante bien.

– Quise decir “Escrito en el castillo de…” -dijo Jim con voz débil.

Silencio otra vez. Cuando estaba llegando al límite de lo insoportable de pronto Joe recordó toda la energía que necesitaba tener. Se puso de pie y dijo:

– Jake, creo que estamos al borde del agotamiento. Llegaste en un momento de baja. No logramos ponernos de acuerdo sobre el primer verso. ¡Qué digo, el primer verso! Ni siquiera sobre el primer pie.

Jake Endo no se arredró.

– Siempre se llega a momentos de desaliento. Estoy seguro de que lo lograrán, hay mucho talento en este lugar. Allá arriba confiamos en ustedes. Creo que será el gran poema del verano.

– Claro, nosotros también tenemos confianza -dijo Joe-. Lo que sobra aquí es confianza. Estamos firmes con “Soneto”.

– ¿“Soneto”? -dijo Jake Endo.

– Sí, soneto. “Soneto”.

– ¿“Soneto”? -repitió Jake Endo.

– Es un soneto. Lo titulamos “Soneto”.

Occidente se alejaba a oleadas de la cara de Jake Endo. Después de unos segundos parecía un jefe guerrero de épocas oscuras en medio de una campaña, que inhalaba aire antes de lanzarse sobre las mujeres y los niños.

Mientras se encaminaba hacia el teléfono dijo:

– Nadie me habló jamás de un soneto.

El local estaba cerrando. Ya habían pasado la hora del té y la hora de salida del trabajo de los empleados. La calle resplandecía blandamente. Los miembros del personal se ponían sus camperas y sus chaquetas. Una luz importante se apagó. La puerta de una heladera se cerró de golpe.

– ¿No está exactamente eufórico, verdad? -dijo Sixsmith.

Alistair, que había estado mudo durante una hora, recuperó el habla. El habla, la reina de todas las facultades del hombre.

– Y qué tal… -dijo-, ¿qué tal si Chelsi interrumpe antes el experimento en el laboratorio?

– No muy dramático -respondió Sixsmith.

– Siempre que se pueda evitar el cliché: La chica que no puede moverse, el héroe que se demora peligrosamente. Además ella es supernumeraria en el raid contra el buque de guerra de Xerxian. En realidad no queremos que aparezca en esta escena.

– Entonces matémosla -propuso Alistair.

– Ajá. Una pequeña sombra en el final feliz. No, no.

Había un camarero junto a ellos, mirando tristemente la cuenta en el platillo.

– Está bien -dijo Sixsmith-. Chelsi queda herida. Gravemente herida. En el brazo. Y entonces, ¿qué hace Brad con ella?

– La deja en el hospital.

– Mmm… Tono un tanto hueco.

Al camarero se le acercó otro camarero igualmente estoico, el anochecer les ensombrecía la cara. Ahora Sixsmith se agitaba levemente con el ceño cada vez más fruncido.

Alistair sugirió:

– ¿Y si pasa alguien y la lleva al hospital?

– Puede ser -dijo Sixsmith, que se estaba poniendo de pie, con una mano extrañamente hundida en el bolsillo interno.

– ¿O si Brad simplemente le indica cómo llegar al hospital? -continuó Alistair.

Al día siguiente, de regreso en Londres, Luke se encontró con Mike para arreglar ese asunto de mierda. En realidad parecía andar bien. Mike llamó a Mal en Monad, que tenía algo con Tim en TCT. Como potencial cortesía con Mal, Mike también llamó a Bob en Binary, con vistas a volver a la opción de “Soneto”, y conseguir dinero para la producción a todo vapor, y reproducirlo totalmente en otro lugar, por ejemplo en Red Giant, donde se sabía que Roger estaba interesado.

– Querrán que vayas -dijo Mike-, para manosearlo un poco.

– No puedo creer lo de Joe -dijo Luke-, no puedo creer que me maté por ese loco.

– Cosas que pasan. -Joe se olvidó de Jake Endo y de los sonetos-. El primer gran poema de Endo fue un soneto. Antes de que tú aparecieras: “Estrella, quisiera ser constante como tu obra”. Así empezaba. Casi lleva a la bancarrota al Japón.

– Me siento usado, Mike. Mi sentido de la confianza. Tengo que adaptarme a todo esto.

– Todo depende de cómo ande “Compuesto en el castillo de…” y en lo que provoque la precuela de “He aquí”.

– Me iré afuera con Suki por un tiempo. ¿Conoces algún lugar donde no haya shoppings? Necesito unas vacaciones como el pan. Todo esto es una mierda, Mike. ¿Sabes qué me gustaría hacer, en realidad?

– Por supuesto que lo sé.

Luke miró a Mike hasta que Mike dijo:

– Te gustaría dirigir.

Después de la convalecencia del almuerzo, Alistair revisó Ofensiva desde Quasar 13 siguiendo, en líneas generales, las indicaciones de Sixsmith. Resolvió el tema de Chelsi haciendo que una pantera de la colección de animales del laboratorio se la comiera. Podría defenderse de la acusación de gratuidad con la ceremonia funeraria que le dispensaba Brad, en la que se prefiguraba y se legitimaba la sanguinaria venganza de los nebulanos. También eliminó la parte en que Brad declaraba su amor por Chelsi, y agregó otra parte en que Brad declaraba su amor por Tara.

Envió las páginas modificadas, que tres meses más tarde Sixsmith admitió y aplaudió en un tono incompatible con el de sus anteriores comunicaciones. Tampoco le reembolsó a Alistair el pago del almuerzo. Esa mañana le habían vaciado la billetera, aunque Alistair nunca supo cuál de las alcohólicas lo había hecho. Alistair guardó la cuenta como souvenir. Este increíble documento demostraba que Sixsmith había fumado, o al menos comprado, un cartón de cigarrillos mientras estuvieron juntos.

Tres meses después le llegó una prueba de Ofensiva desde Quasar 13. Tres meses más tarde apareció el guión en Little Magazine. Y otros tres meses después Alistair recibió un cheque de doce libras con cincuenta, que rebotó.

Curiosamente, aunque en las pruebas se habían incorporado las correcciones, la versión publicada volvía a la original, en la que Brad escapaba del laboratorio de los nebulanos sin que aparentemente le importara que Chelsi quedara allí, a pesar de que la última vez que la había visto ella estaba en una mesa de operaciones y le estaban inyectando veneno de serpiente fóbica en el cuello. Más adelante en el mismo mes, Alistair fue a una lectura de la Sociedad de Guionistas en Earls Court. Allí entabló conversación con una muchacha muy flaca que llevaba un guardapolvo negro manchado de ceniza quien decía haber leído su guión y que luego, mientras tomaban vaso tras vaso de vino tinto, y después en el terrible pub, le dijo que él era un débil y un hipócrita que no tenía noción de cómo son las relaciones entre un hombre y una mujer. Alistair, como flamante guionista, no pudo responder, ni reconocer esta proposición gráfica (aunque guardó el número de teléfono que ella arrojó a sus pies). De todos modos es dudoso que se hubiese atrevido a llevar las cosas más lejos. Se iba a casar con Hazel el fin de semana siguiente.