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Moví la silla para acercarme a Robert.

– Nunca le han resultado fáciles las cosas -continuó Robert-. Siempre ha oído a la gente hablar de tus logros. Debo reconocer que he sido culpable, los últimos años, de elogiar tus logros, con la esperanza de que eso lo animara a asumir un papel más activo en el Consejo.

– Ha hablado conmigo sobre eso -dije-. Pero nunca ha ido más allá de las palabras. Cuando se adquiere más poder se adquiere también más responsabilidad.

Robert sonrió.

– Y también más trabajo, y ninguna de las dos cosas atraen demasiado a Adam. En los últimos años, no obstante, ha estado comparando dónde estabas tú y dónde estaba él, un muchacho que había abandonado sus estudios y que atendía un bar, y se sintió molesto consigo mismo, así que se matriculó nuevamente en el preuniversitario, pero creo que aun así no dejaba de justificarse, diciéndose que tú eres algo especial, y que nadie puede medirse por tu rasero. Entonces conoció a Lucas, y vio lo que está haciendo con su vida. Creo que se ha dado cuenta de que si continúa por este camino se quedará atrás y se convertirá en el amigo que mira desde la barrera, compra la cerveza y escucha las historias de guerra.

– De modo que ponerse a estudiar demonología constituye el primer paso de un plan de mayor alcance.

– No diría que es un propiamente un «plan». Adam tiene ambiciones, pero todavía no ha encontrado el modo de canalizarlas. -Mientras Talia volvía para llevarse otra tanda de platos y fuentes, Robert le sonrió-. Ahora bien, su madre sabe de qué forma le gustaría a ella verlas canalizadas. En la lectura y en el estudio, sin ensuciarse las manos, como su padre.

– En eso no hay nada de malo -dijo Talia-. Desgraciadamente, en el caso de Adam, eso requeriría fuertes sedantes y cadenas a prueba de fuego. Involucrarse significa realmente involucrarse, tanto mejor cuanto mayor peligro implique.

– No es tan peligroso -repuse yo-. Realmente no.

Talia rió y me palmeó el hombro.

– No hace falta que adornes las cosas, Paige. Yo sabía que mi hijo no tendría nunca una vida tranquila, de trabajo en una oficina. En algunos casos, es verdad que la biología es destino. Tiene fuerza. Es mejor que la use para bien. O, por lo menos, eso es lo que me digo siempre.

– Tiene un sistema de defensa de primera categoría -dije.

– Exactamente. Le irá muy bien. -Exhaló y afirmó con la cabeza-. Le irá muy bien. Ahora, Paige, mira a ver lo que tienes que hacer para detener a ese tipo, y si necesitas nuestra ayuda, no tienes más que pedirla.

* * *

Yo ya había entrado en los archivos de esa compañía de tarjetas de crédito, la última vez tan sólo unas pocas semanas atrás, cuando Lucas necesitó cierta información para un caso. No habían cambiado desde entonces ninguno de sus parámetros de seguridad, de modo que entré fácilmente en el sistema. En veinte minutos dispuse de los registros de las transacciones de la tarjeta de crédito de Weber. Nada en ellos indicaba que durante los últimos seis meses hubiera visitado ninguna de las ciudades en que se produjeron los ataques. Eso, sin embargo, bien podía significar que era lo bastante inteligente como para no hacer ni reservas de hotel ni compras con su tarjeta de crédito. O podría haber usado otra tarjeta.

Lucas entró en el estudio cuando yo terminaba. Cuando le dije que no había conseguido nada, decidió hacer unas llamadas telefónicas para ver si podía encontrar otra manera de saber si Weber había estado fuera de la ciudad durante los días de los ataques. Era mejor hacer esas llamadas desde una cabina, de modo que se llevó a Adam y se fue. ¿Realmente necesitaba que Adam lo guiara por Santa Cruz? No, pero si éste se hubiera quedado en casa, se habría dedicado a importunarme mientras yo trataba de acceder a las bases de datos de Weber. De modo que Lucas se lo llevó.

Me hicieron falta unos treinta minutos para encontrar el programa de cifrado que Weber había utilizado en sus archivos. Una vez que supe qué era lo que había usado, bajé un programa y traduje los archivos en texto. Durante una hora navegué a través de las aburridas tonterías de una vida corriente: bromas por email, correos para concertar encuentros on line, confirmaciones de pago de cuentas, listados de direcciones para felicitaciones de Navidad, y un centenar de minúsculas cotidianidades elevadas al valor de información de máximo secreto por una mente paranoide y un programa de cifrado.

A las diez cincuenta mi reloj despertador sonó. Hora de comprobación con Elena. La llamé, hablé con Savannah, y luego volví a mi trabajo. El resto de los archivos que contenía el disco parecían estar vinculados con su trabajo. Como ocurre con la mayoría de los profesionales, el día de Weber no terminaba cuando el reloj marcaba las cinco. Para los empleados contratados, el impulso que los mueve a convertir ese contrato en un empleo formal de tiempo completo significa a menudo llevarse trabajo a casa para impresionar a la compañía con el producto logrado. Weber tenía muchos archivos de datos en el ordenador y una carpeta llena con programas en SAS, COBOL y RPG. El lado abrumador de la programación: la manipulación y extracción de datos.

Miré las listas de los archivos de datos. Eran más de un centenar en el disco y yo realmente no quería hojear cada uno de ellos. Pero tampoco podía irlos dejando de lado basándome en supuestos sobre el contenido. De modo que hice correr un programa simple para abrir cada una de las carpetas y registrar una muestra al azar de los datos en una nueva carpeta. Entonces, examiné la nueva carpeta. La mayor parte de lo que contenía parecían datos financieros, nada sorprendente ya que Weber trabajaba en la división de contabilidad de una compañía de Silicon Valley. Luego, cuando había recorrido aproximadamente un tercio de la carpeta, me encontré con esto:

Tracy Edith

McIntyre 03/12/86 chamán NY5N34414

Race Mark

Trenton 11/02/88 hechicero YY8N27453

Morgan Anita

Lui-Delancy 23/01/85 semidemonio NY6Y18923

Ahora bien, las compañías de Silicon, Valley pueden emplear a algunas personas sumamente jóvenes y a algunas personas sumamente extrañas, pero no creo que los sobrenaturales adolescentes constituyan una proporción significativa de su personal. Un poco más adelante encontré otras dos listas similares. Tres archivos con información sobre los hijos adolescentes de sobrenaturales. Tres camarillas habían sido víctimas de un asesino que tenía en el punto de mira a sus adolescentes. Estaba claro que no se trataba de una coincidencia.

Mi programa de muestreo había extraído solamente los primeros ochenta caracteres de cada registro, pero la información que había en ellos se extendía mucho más allá, pero, como ocurre con la mayoría de las bases de datos, lo único que se veía eran líneas de números e indicadores Sí/No, que carecían de significado sin un contexto. Para leer y comprender estos archivos se necesitaba un programa que extrajese los datos utilizando una clave de registro.

Diez minutos después, había encontrado el programa que leía los archivos de las camarillas. Lo ejecuté, yluego abrí el archivo así creado.

Criterios A: edad <17; residencia con progenitor(es) = N; ciudad de domicilio actual NO en blanco, país de domicilio actual = USA.

ID Nombre Edad Camarilla Raza P. Estado

016451 Holden

Wyngaard 16 Cortez chamán LA

0139804 Max

Diego 14 Cortez vudú NY

014521 Dana

MacArthur 15 Cortez bruja GA

0205983 Colby

Washington 13 Nast semidemonio SC