– No creas que puedo.
Zsadist inhaló profundamente.
– La noche que me alejaron de la familia… No, no, mírame. Estás demasiado… cerca. No puedo respirar cuándo haces… Cristo, sólo cierra tus ojos, ¿bien? -Z tosió, lo único que podía decir por su apretada garganta eran unos pequeños sonidos-. Esa noche, no fue tu culpa que no te atraparan. Y no puedes compensar el hecho de que tuviste suerte y yo no. Quiero que dejes de cuidarme.
El aliento de Phury se estremeció.
– ¿Tu… tienes alguna idea de lo qué sentí al verte en aquella celda, desnudo y encadenado y… saber lo qué por mucho tiempo aquella hembra te había hecho?
– Phury…
– Lo sé todo, Z. Sé todo lo que te pasó. Oí sobre ello a hombres que… habían estado allí. Antes de que yo supiera que eras tú del que ellos hablaban, oí las historias.
Zsadist tragó, él se sintió enfermo.
– Yo siempre esperé que tú no supieras. Rezaba por eso.
– Entonces tienes que entender por qué puedo morir por ti cualquier día. Tu dolor es el mío.
– No, no lo es. Júrame que pararas esto.
– No puedo.
Z cerró los ojos. Cuando estaban juntos, quería pedirle perdón por todas las cosas de mierda que había hecho después de que Phury lo había conseguido liberar… y quería gritarle a su gemelo por ser un maldito héroe. Pero sobre todo quería devolverle a Phury todos aquellos años gastados. El hombre merecía más de lo que había tenido en la vida.
– Bien, entonces no me dejas ninguna alternativa.
La cabeza de Phury se sacudió del brazo de Z.
– Si te matas…
– Adivino que no debería dejarme apuñalar para no causarte más ansiedad.
Z sintió que el cuerpo entero de Phury temblaba.
– Ah… Jesús.
– Sin embargo, no sabes como funcionan. Mis instintos…han sido afilados por la cólera, entiendes. Probablemente siempre voy a ser explosivo.
– Oh, Jesús…
– Pero sabes, tal vez yo podría trabajar en eso. O algo. Joder, no sé. Probablemente no pueda.
– Oh… Jesús. Te ayudaré. En cualquier camino que tomes.
Z sacudió la cabeza.
– No. No quiero tu ayuda. Tengo que hacerlo solo.
Estuvieron tranquilos durante un tiempo.
– Mi brazo se durmió -dijo Z. Phury levantó su cabeza y Zsadist echo el miembro hacia atrás, pero no lo alejó.
Antes de que Bella se marchara, fue al cuarto que le habían dado a Zsadist. Había estado retrasando su partida durante días, diciéndose que no era porque ella lo esperara venir. Lo que era una mentira.
La puerta estaba ligeramente abierta, entonces llamó. Se preguntaba lo que él diría cuando la viera. Probablemente nada.
– Entre -dijo una hembra.
Bella entró al cuarto. La cama estaba vacía, un poste astillado para supervisar equipo estaba de lado como si estuviera muerto. Una enfermera recogía pedazos del suelo y los ponía en un cubo de basura. Claramente Zsadist estuvo alrededor.
La enfermera sonrió.
– ¿Lo busca? Está al lado con su hermano.
– Gracias.
Bella fue al cuarto siguiente y llamó silenciosamente. Cuando no hubo respuesta, entró.
Los dos estaban espalda contra espalda, tan fuertemente cerca el uno contra el otro que parecía que sus espinas estuvieran fundidas. Sus brazos y piernas estaban enroscados en posiciones idénticas, sus barbillas metidas en sus pechos. Ella les imaginó en la matriz de su madre, descansando juntos, inocentes de todos los horrores que les esperaban en el exterior.
Raro pensó, su sangre estaba en ambos. Era su única herencia al par, la única cosa que ella les dejaba.
De repente los ojos de Zsadist se abrieron. El brillo amarillo-oro fue tan sorpresivo, que brincó.
– Bella… -Extendió la mano hacia ella-. Bella.
Ella dio un paso atrás.
– Vine para decir adiós.
Cuando él dejó caer su mano, ella tuvo que mirar hacia otra parte.
– ¿Dónde vas? -preguntó-. ¿A algún sitio seguro?
– Sí. -Ella agachó la cabeza, a Charleston en Carolina del Sur, con unos parientes quiénes están felices de tenerme-. Esto va a ser un nuevo principio para mí. Una nueva vida.
– Bueno. Está bien.
Ella cerró sus ojos. Sólo una vez… sólo una vez le habría gustado oír un poco de pena en su voz mientras ella se marchaba. Ya que, este era su último adiós, al menos no tendría que sufrir mas decepciones.
– Eres tan valiente -dijo él-. Te debo mi vida. La de él, también. Eres así… valiente.
Al infierno, ella no era valiente. Estuvo a punto de derrumbarse completamente.
– Espero que tu y Phury se curen rápido. Sí, lo espero…
Hubo un largo silencio. Entonces ella lanzó una última mirada a la cara de Zsadist. Sabía entonces que, aun si ella se apareara alguna otra vez, ningún macho podría tomar su lugar.
Y tan romántico como sonaba, en realidad la idea apestaba. Seguramente supuso que ella triunfaría sobre la pérdida y todo eso. Pero lo amaba y no iba a terminar con él, todo lo que ella quería hacer era meterse en una cama en algún sitio, apagar las luces, sólo estar ahí. Solo, como, un siglo.
– Necesito saber algo -dijo ella-, me dijiste que un día yo me despertaría y lamentaría estar contigo. Bien, lo hago. Pero no debido a lo que podría decir el glymera. -Ella cruzó sus brazos sobre su pecho-. Habiendo sido criticada por la alta sociedad una vez, ya no tengo miedo de la aristocracia, y habría estado… orgullosa de estar de pie a tu lado. Pero sí, siento haber estado contigo.
Porque dejarlo era un golpe aplastante. Peor que todo lo que ella había pasado con el lesser.
Considerando todas las cosas, habría sido mejor no saber lo que se perdía.
Sin otra palabra dio vuelta y dejó el cuarto.
Cuando el amanecer se asomaba en el paisaje, Butch fue al Pit, se quitó su abrigo, y se sentó en el sofá de cuero. El Sport Center estaba en silencio. Late Registration de Kanye West estaba en el sonido ambiental.
V apareció en la puerta de la cocina, claramente después de una noche de enfrentamientos: Él estaba sin camisa, todavía con sus pantalones de cuero y botas militares.
– ¿Cómo estas? -preguntó Butch, observando el moretón que aparecía en el hombro de su compañero de habitación.
– No mejor que tu. Pareces golpeado, policía.
– Cierto. -Él dejó caer su cabeza. Vigilar a Z parecía ser lo correcto mientras los otros Hermanos hacían su trabajo. Pero él estaba agotado, aunque todo lo que había hecho era estar sentado en una silla durante tres días.
– Aquí tengo algo para reanimarte.
Butch sacudió su cabeza cuando una copa apareció delante de su cara.
– Sabes que no bebo vino tinto.
– Inténtalo.
– Nah, necesito una ducha y luego algo un poco más fuerte que esto. -Butch colocó sus manos en sus rodillas y comenzó a levantarse.
Vishous se atravesó en su camino.
– Necesitas esto. Confía en mí.
Butch se quedó sentado y tomó la copa de cristal. Olió el vino. Bebió unos tragos-. No esta mal. Un poco grueso, pero no esta mal. ¿Es un Merlot?
– No realmente.
Él inclinó su cabeza hacia atrás y lo tragó. El vino era fuerte, quemaba en el camino a su estómago, haciéndolo sentir un poco mareado. Lo que le hizo preguntarse cuando había comido por última vez.
Cuando sorbió hasta la última gota, frunció el ceño. Vishous lo miraba estrechamente.
– ¿V? ¿Algo esta mal? -Él puso la copa de cristal sobre la mesa y levanto una ceja.
– No… no, todo esta bien. Ahora todo va a estar bien.
El pensamiento de Butch cayó sobre los problemas de su compañero de habitación.
– Oye, pensé en preguntarte sobre tus visiones. ¿Todavía no regresan?
– En realidad, tuve una hace aproximadamente unos diez minutos. Tal vez están de vuelta.
– Está bien. No me gustaría verte todo confuso.
– Está bien, poli. ¿Tú comprendes? -Vishous sonrió y pasó una mano por su pelo. Cuando su brazo cayó, la vista de Butch fue a la muñeca del Hermano. Por dentro de ella había un corte rojo fresco. Como, si lo hubieran hecho hace unos minutos.