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Y encima por este camino cerramos también nuestra capacidad de recibir.

Hay que tener en cuenta que probablemente esta estrategia de no sentir nos haya servido durante la infancia. Quizás haya sido más que inteligente no sentir una necesidad que en realidad no podíamos satisfacer.

Pero como adultos podemos darnos nosotros mismos lo que necesitamos, o buscar a las personas adecuadas a quienes pedírselo. Ya no dependemos de nuestros padres.

Me encantó la frase con la que terminaste alguna vez uno de tus mails: «Somos vulnerables pero no frágiles. Somos muchos los que no nos damos cuenta de esto.»

No hay intimidad con estrategias, con ellas no vamos a sentir. Cumpliremos con nuestras metas, o sentiremos el placer de dominar al otro, o de conquistarlo, o lograremos que otro nos mire; pero eso no tiene nada que ver con el verdadero encuentro, con la intimidad, con el amor.

La idea es darnos en nuestra relación el espacio para el dolor y la confusión que aparecen cuando desarmamos nuestra estrategia antifrustración. Éste es el camino a casa. El camino del encuentro con otro ser humano. El camino del amor.

¿Estarás de acuerdo?

Laura

¿Cómo no estar de acuerdo?

Laura hablaba con su lenguaje, con sus ideas, casi casi con sus sentimientos. Ella ponía en palabras lo que a él le habría gustado aprender a decir.

Él sabía cuáles eran sus necesidades. Necesitaba encontrar una persona que fuera capaz de construir con él el camino de regreso a casa.

¿No era increíble que ella le estuviera mandando un mensaje que terminaba con esa propuesta, cuando él acababa de mandarle un cuento de un príncipe que construía caminos para ver llegar por ellos a los que amaba?

CAPÍTULO 8

Al releer aquellos primeros mensajes recibidos meses atrás, volvió a sentir bronca por no haber guardado también los anteriores cuando llegaron a su casillero. Allí debía estar la información que necesitaba para saber cómo se había generado la idea de escribirse y poder seguir con el juego de ser Fredy con menos riesgos.

Pensó que podría pedirle a Laura copia de todo eso. Al parecer, Fredy era bastante despistado, y le cabría perfectamente la posibilidad de haber extraviado los mails anteriores. Era más que razonable entonces pedírselos a Laura, que con toda seguridad los tendría archivados.

Lauri:

Respecto del mail que me mandaste ¿quién podría no estar de acuerdo?

Me encanta la descripción que quedó de la conducta defensiva neurótica, escondiendo necesidades y emociones.

La leía y pensaba que si yo jamás hubiera sabido nada de parejas ni de terapias, de todas maneras disfrutaría de esta claridad de ideas.

De hecho estuve revisando los mails para regodearme con lo que ya llevamos armado, y me dio una bronca bárbara encontrarme con que por accidente parece que se me perdieron los primeros correos que intercambiamos.

¿Podrías mandarme copia de aquellos mails de entonces? Me encantaría tenerlos a mano (prometo no perderlos otra vez).

De paso te consulto esto:

Tengo una carta de una colega de España, dice que nos escuchó en Cleveland y me escribe porque quiere que le recomiende bibliografía sobre parejas. Dice haber leído El viaje del Corazón de Welwood y todo lo editado en castellano e inglés de Perls y de Bradshaw. ¿Qué otros libros le recomendarías?

Me sigue pareciendo que nuestro libro va a ser fantástico.

Contéstame pronto.

Te mando un beso grande.

Fred

PD: ¿Qué te pareció el trabajo del mito infantil de mi paciente?

Roberto siguió leyendo los libros y relacionando lo que aprendía con los mails anteriores. No tuvo respuesta durante toda la semana, pero extrañamente no se inquietó.

El domingo por la tarde le llegó un larguísimo mensaje de 140 KB que se llamaba “Historia antigua”.

Fredy:

Con la excusa de mandarte copia de nuestra primera comunicación, aproveché para volver a leer lo que nos escribíamos hace catorce meses. (¿Te diste cuenta de que ya pasó más de un año?)

¡Disfruté tanto! A ratos todo era tan ingenuo que me costaba creer que éramos tú y yo los que nos escribíamos. De hecho, todavía me llamabas Licenciada Laura Jorsyl.

El primero me lo mandaste desde el avión que te traía a Buenos Aires apenas nos separamos en EE.UU. Tú volvías en el mismo vuelo con nuestro amigo Eduardo y yo viajaba a NY, ¿te acuerdas?

Licenciada Laura Jorsyclass="underline"

¡Qué bueno que fue el encuentro en el congreso! La idea de seguir trabajando y escribiendo juntos me dejó sin poder conciliar el sueño hasta las 3 de la mañana.

Tú sabes, o yo espero que lo sepas, cuánto valoro tu trabajo y tus conocimientos.

Cuando me dijiste que tú también venías pensando en escribir un libro de parejas sentí que se me erizaban los pelos de la nuca. Escribo esto y no puedo dejar de pensar en que, de alguna manera, nuestra relación reproduce la historia y las dificultades de cualquier pareja.

Quizás constituir una pareja terapeutica no es más que un matiz de lo que significa constituir, o como lo dijimos en el trabajo, construir, cualquier pareja. Al principio algo de todo aquello que tenemos en común me atrae y me deleito pensando en compartir lo que ambos tenemos. Sin embargo, como los dos sabemos, pronto aparecerán las diferencias.

En las parejas esto transforma aquella sintonía en atracción enamoradiza o en repulsión. ¿Cómo será entre nosotros? ¿Qué pasará cuando nuestras diferencias comiencen a aparecer? ¿Seremos capaces de transformar estas diferencias en el pasaporte que abra la puerta de tu crecimiento y del mío?

No lo sé. Por ahora, Laura, me atrae tanto la idea de trabajar y de escribir juntos, que me propongo quedarme enamorado de la idea, enamorado del proyecto, enamorado de la fantasía sobre lo que todo este encuentro puede potenciar en mi propia vida personal y profesional.

El avión está a punto de despegar y acaba de decir el comandante que los aparatos electrónicos deben ser apagados antes de despegar.

Te mando besos y mi enorme gratitud por haberme invitado a presentar con vos en Cleveland.

Fredy

Te contesté apenas recibí tu mensaje.

Querido Fredy:

¡Me siento tan llena de todo lo que pasó en el congreso!

Me encantó que vinieras.

La presentación de nuestro trabajo fue como una danza, salías tú a responder o salía yo sin haberlo planeado, la cosa fluía más allá de una decisión consciente.

A veces me asusta que seamos tan diferentes, pero cuando nos ponemos a trabajar nos armonizamos increiblemente.

Yo estoy entusiasmadísima con el proyecto del libro.

Lo siento como una gran aventura que puede transformarnos a ambos y quizás también a nuestros lectores.

Yo también me apasiono con la idea, imaginate que estoy acá en Nueva York y me dieron más ganas de quedarme en el hotel a contestar tu mail que de salir a pasear.

Tengo una habitación con una vista al Hudson espectacular, me podría quedar todo el día en silencio, escribiendo y mirando el agua. Cuando dices que estás enamorado de la idea, siento que se me abre el pecho y me lleno de entusiasmo. Es verdad lo que me dijiste alguna vez, que las palabras son transformadoras. Lo siento leyendo tu mail, y por eso quería escribirte ahora para decirte lo que estoy sintiendo.

Sabemos que el enamoramiento dura poco, como les decimos habitualmente a las parejas que tratamos, después van a venir las dificultades, pero estoy dispuesta a atravesarlas. Cada vez que nos enrollamos, encontramos la manera de salir, quizás eso deberíamos contarles a nuestros lectores.

Nos pasan las mismas cosas que ocurren en las parejas.

Y es muy doloroso cuando no podemos entendernos, pero después de transitarlo, la relación es más sólida y los dos crecemos.

Ya me engancho en los problemas, pero así funcionamos siempre, tú pones la parte más simpática y atractiva y yo me voy a lo difícil, al conflicto. Pero está bien, es la manera como nos complementamos.

Siempre es igual, por eso me encanta que hagamos cosas juntos, tú dices las mismas cosas de una manera divertida y la gente lo entiende mejor.

Pero me parece importante hablar de cómo a veces nos potenciamos negativamente y podemos salir. Sobre todo ahora que estamos en un buen momento.

Mi lado neurótico en el asunto es que quiero todo ya, me pongo ansiosa y te persigo, tú entonces tomás distancia y eso me pone peor, más quiero y tú más distancia pones.