Выбрать главу

Cuando me doy cuenta y me aparto de ti, tú buscás el contacto, yo me aflojo, y entonces tú te acercas más y yo me ablando aún más y todo fluye de nuevo.

Volviendo al congreso, no me imaginé que nos darían tanto apoyo. Cuando te pidieron que cerraras el congreso con el relato que habías hecho en nuestra presentación, no lo podía creer. Y cuando te vi allí parado frente a las quinientas personas de todo el mundo aplaudiéndote emocionadas después de contar tu cuento en inglés, me corrió frío por la espalda. Este tipo no puede ser, pensé…

Besos.

Laura

El siguiente me llegó poco antes de volver a la Argentina. ¡Qué envidia Jorsyl! Yo ya estoy en Buenos Aires y hace un frío de junio, me encantaría haberme quedado unos días más descansando en EE.UU., pero bueno, ya sabes, los pacientes esperan. El martes apenas llegué, Joaquín, mi primer paciente, me reprochó haberme ido por una semana en esta época del año… Él también me envidiaba. Nunca hablamos de esto, ¿no creés que la envidia también genera roces en la pareja? Pensaba escribirte “…en algún momento te contaré”, pero qué mejor momento para las cosas que el momento en el que suceden. Para mí no existe esa pavada de la envidia “sana” y la envidia “mala”. Así te envidio: me encantaría estar yo también en Nueva York y me encantaría además que tú pudieras quedarte todo el tiempo que tuvieras ganas. Disfruta mucho, no te cuides. No te olvides que somos vulnerables pero no necesariamente frágiles. Besos, Fredy Te contesté enseguida. Querido Fredy: Estoy en el aeropuerto a punto de tomar el avión para Buenos Aires. Estoy con ganas de volver. Me hizo muy bien este viaje, yo necesito cada tanto retirarme de mi vida, de mi familia, de mis pacientes y vuelvo con muchas ganas. Estaba pensando en este concepto de los diferentes momentos del contacto que planteaban Bob y Rita Resnick. Lo importante que es respetarnos esta necesidad de contacto y retirada para volver a reencontrarnos. Esto que ella planteó sobre la etimología de la palabra relationship (que quiere decir relación en castellano) que es la habilidad para encontrarse de nuevo. Para mi relación con Carlos es muy importante, nos extrañarnos y nos encontramos desde otro lugar. Yo llego llena de cosas nuevas y esto retroalimenta la relación. Al principio de nuestro matrimonio, a mí me costaban mucho sus viajes, él suele irse tres o cuatro veces al año por su trabajo. Pero ahora los tomo como una oportunidad para tomar distancia y volver a encontrarnos. Una vez más asocio este aprendizaje con mi madre. En cierto modo ella fue la primera que me enseñó esto (como tantas otras cosas). Uno puede separarse por un momento sin dejar de amarse con todo el corazón. Me parece importante incorporar esto. A veces las parejas no se dan ese permiso de separarse por miedo al aislamiento o a sentirse solos. Yo creo que es parte de la relación. Sentirme por una semana una mujer sola en el mundo, me devuelve el contacto conmigo misma. Aquí no soy una mamá o una esposa o una psicóloga, soy sólo yo en el mundo, con mi tiempo para mí, y es un encuentro conmigo misma que me renueva, me hace sentir más viva que nunca. Por momentos no es fácil, de repente ayer caminando por el Museo de Arte sentí ganas de compartirlo con Carlos, pero es un desafío interesante. A la noche salí a comer con un amigo americano que conocí el año pasado en el workshop de Welwood, pero me porté muy bien a pesar de tu deseo. Es hora de subir al avión, nos vemos en Buenos Aires. ¡Ah! Y no me llames más Licenciada Jorsyl, suena demasiado profesional. Prefiero ser Laura, Lau o L, como soy para todos. Besos Laura Laura Supongo que en este momento estás volando hacia Buenos Aires. Cierro los ojos y te imagino sentada en una butaca de Bussiness Class, dormitando (¿por qué en clase ejecutiva?… Debe ser porque creo que eres una chica «con clase»…) Yo también estoy muy orgulloso de lo que pasó en el congreso y tu idea de compararlo con una danza me deleita. Si estiro un poco la frase encuentro que todas las relaciones interpersonales deben serlo. Claro, hay danzas y danzas. Algunas armónicas, estéticas y sincronizadas; otras extrañas, incomprensibles para cualquiera que no sea uno de los bailarines. Muchas comunes y estereotipadas, casi siempre aburridas y rutinarias; unas pocas originales, creativas e irreproducibles. Algunas, están diagramadas para satisfacer al auditorio, otras para placer de los participantes las menos para el deleite de todos. Muchas atadas rígidamente a la coreografía que impone el momento, las costumbres, la cultura; y otras, por fin, verdaderas improvisaciones expresivas que transmiten la vibración de los que danzan al ser impactados por cada acorde y dejándose fluir por el movimiento que brota desde su interior. Sí. Cada pareja es una danza. Dale Laura, hagamos de este encuentro una sociedad, un dúo, una máquina, un sistema, una yunta, un equipo, una pareja. Animémonos a mostrar desde nosotros las cosas que le pasan a cualquier pareja, ya sea una pareja amorosa, un par de amigos, dos hermanos o dos cualesquiera -tú y yo- que son capaces de elegirse, sin necesitarse, por el solo placer de hacer algo con ese otro, con esa otra, y potenciar desde ahí lo mejor de cada uno… Me encantaría que nosotros pudiéramos contar con tu lucidez, con tu consecuencia, con tu experiencia, con tu dedicación, con el aprendizaje vivencial que han dejado en vos las cosas que viviste. Si es cierto que yo puedo aportar lo que tú dices de mí, entonces, un libro que escribamos sobre parejas podría ser útil y trascendente. Pienso que el tema a decidir sería la forma de hacerlo. No es fácil para mí componer mi cabeza en función de escribir con alguien. Mis escritos anteriores “salieron”, yo no recuerdo haberlos escrito. De hecho siempre discuto cuando alguien me habla para escribir. Nunca sentí que pudiera hacer eso. Cada uno de mis artículos me lleva semanas o meses, el tiempo que consumo en ir reuniendo esos momentos en que salen de mí las cosas que después aparecen en la pantalla de el ordenador. ¿Cómo hacer, entonces, para escribir este libro juntos? No lo sé, por ahora creo que podemos seguir intercambiando esta correspondencia electrónica y ya algo se nos ocurrirá, ¿qué te parece? Contestame pronto. Besos. Fredy

Fredy Quería contarte de la pareja que me mandaste. El planteamiento de él es que quiere estar solo. Hace mucho que se obliga a ser de una manera para que ella no se enoje. El sistema entre ellos es que ella actúa como una mamá que le dice lo que tiene que hacer y él busca la aprobación de ella todo el tiempo. Llegó un punto en que se sintió muy mal y quiere separarse. Ella no entiende qué pasa. El problema aquí es que él no puede decir: «Éste soy yo, esto es lo que me pasa a mí, esto es lo que quiero». No puede hablar y se retira afectivamente. Ella se vuelve mucho más exigente, se desespera y esto a él lo asusta, entonces se vuelve más introvertido. La base de la terapia de pareja es para ayudarlo a él a expresar todo esto que le pasa. Si para estar con otro, yo tengo que renunciar a ser yo mismo, la cosa no va a funcionar. Esta es una premisa esencial para las parejas. Como a él le cuesta mucho hablar, yo lo ayudo a perderle el miedo a ella y a darse permiso de decir lo que necesita. Está lleno de rabia por haberse sometido tanto tiempo. Con terapia voy a ayudarlo a sacar toda esa bronca, y posiblemente entonces haya de nuevo lugar para el amor. El trabajo de ella es meterse consigo misma. Por eso quiero que venga sola. Ella lo mira con unos ojos que demandan, que esperan una respuesta, y él se inhibe. Ella lo mira todo el tiempo esperando que diga algo y él se siente acorralado y se calla. Si ella aprendiera a centrarse en ella, él se sentiría menos acosado. Lo positivo es que él quiere venir, yo cada sesión le pregunto si quiere venir la próxima para que tome la responsabilidad del encuentro, para que no se sienta presionado. La última sesión hablamos de este sistema que tienen y los dos acordaron que es así y no saben cómo salir de allí. Él le tiene miedo y por eso se somete. Este es el problema de muchos hombres que se someten por miedo a las mujeres y luego se aíslan afectivamente. En estas situaciones, el camino terapéutico es ayudarlos a enfrentar a la mujer en vez de someterse o huir. Welwood dice que muchos hombres no tuvieron un buen modelo para salir de las garras de su madre y repiten la situación con sus parejas. El sentido de la terapia en estos casos es ayudarlos a enfrentarse, a tomar conciencia de que pueden ser ellos mismos y estar con una mujer. El problema es que la disyuntiva queda planteada así: para ser yo mismo tengo que estar solo, si quiero estar en pareja tengo que someterme. ¿Cuál es el camino en el cual yo pueda ser yo y estar con otro al mismo tiempo? Cuando los hombres sienten que no pueden con una mujer, huyen, se retiran, ya sea física o emocionalmente, se desconectan de la mujer. Esto genera en ella mucho dolor, se vuelve más demandante y reclama. Esto produce que el hombre se retire aún más y se arme un círculo vicioso en el cual se van alejando cada vez más. Te doy un ejemplo: El otro día en sesión él contaba que tenía muchas ganas de cenar con ella, de pasarla bien… y cuando la llamó para invitarla ella empezó a hablarle de que la madre de él le había contado a la tía de ella que ella no lo había cuidado, y a ti qué te parece, etc… En ese momento él se sintió obligado a responder de la manera que ella esperaba, es decir, él sentía que no tenía opción, que tenía que darle la razón aun cuando ni siquiera le interesaba el tema. Entonces decidió cortar y no encontrarse con ella. Cuando vienen a sesión él comenta el hecho, y allí yo le dije: qué hubiera pasado si le decías “yo tengo ganas de estar contigo, pero no de hablar de ese tema, dejemos ese tema para otro momento”. Y él dijo: “Yo no me animé a decírselo”. Ahí le pregunté a ella cómo hubiera respondido a ese planteamiento de él. Y entonces ella dijo: “A mí me hubiera encantado que me ayudaras a cortar con ese tema y haber podido pasar una buena noche contigo”. En mi opinión, el trabajo terapéutico de los hombres es aprender a decirle a las mujeres lo que les pasa y especialmente lo que les pasa frente a ellas, y una mujer le agradece mucho a un hombre cuando se abre en vez de huir. Del mismo modo que un hombre le agradece a una mujer cuando realmente se abre en lugar de estar diciéndole a él cómo tiene que actuar, que ser, etc… Me gustaría saber tu punto de vista, ya que tú también los viste. No recibí ningún mail tuyo como dijiste. Vuelve a mandármelo y prometo contestarlo enseguida. Laura