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¿De que servía olvidarse de tener una relación ideal?, ¿De qué servía no enojarse con el otro?, ¿De qué servía fijarse qué le molestaba a uno?, ¿De qué servía crecer, si al final ella igualmente se iba?

Al final ella se iba y lo dejaba solo.

Roberto se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina para lavar las pocas cosas que había usado. Mientras sentía en las manos el agua caliente no podía dejar de pensar que en otra época Cristina se hubiera quedado. Tal vez ya no lo quería, es decir, no como antes; ya no lo elegía por encima de las demás cosas. Quizás él tampoco la quería como al principio.

Cerró el grifo y se secó lentamente las manos con el paño de cocina, como si la minuciosidad del gesto fuese el correlato de su preocupación. Con paso incierto fue hasta su cuarto y se tiró en la cama.

Al cabo de unos segundos se levantó y se encerró en el baño. Unos minutos más tarde y sin resultados volvió para acostarse, pero antes de que su cabeza tocara la almohada se incorporó otra vez.

Fue a la cocina, abrió la heladera y se quedó contemplando los envases buscando algo que lo tentara… Nada lo convencía, así que cerró la puerta verificando que los burletes no quedaran separados.

Luego salió al balcón, pasaron algunos coches, entró.

Una vez en su cuarto se quedó un momento en la puerta como si vacilara, después se sentó frente a el ordenador.

Jugó al buscaminas; no lograba concentrarse, una y otra vez terminaba por hacer explotar las pequeñas bombas.

Cerró el juego y se quedó mirando los iconos en su pantalla: un ordenador… una hoja de papel con un lápiz encima… un mazo de cartas… un globo terráqueo… una lupa… un pequeño teléfono amarillo…, la conexión con Internet.

Miró a su alrededor como corroborando que nadie lo observaba… Estaba por hacer todo lo contrario de lo que se había prometido.

Entró en su correo electrónico. Ya sin sorpresa encontró el mail de Laura.

Tal vez nadie podía decir algo que le sirviera a todos -se dijo a sí mismo-, pero quizás sí habría algo en este mensaje, algo, aunque fuera una sola frase, que le sirviera a él para aclarar qué le pasaba con Cristina, si la amaba o no, por qué se enojaba con ella, y por qué empezaba a preguntarse cómo sería Laura, cuántos años tendría, qué relación tendría con Fredy.

Querido Fredy:

Estuve pensando muchas cosas en estas semanas, pero no sabía cómo comunicarme.

¿Cómo fue tu viaje? Tengo muchas ganas de saber de vos.

Y recordaba aquello que escribiste para el congreso de Cleveland ¿te acuerdas?

"Amar y enamorarse.

Quizás la expectativa de felicidad instantánea que solemos endilgarle al vínculo de pareja, este deseo de exultancia, se deba a un estiramiento ilusorio del instante de enamoramiento. En efecto, en un primer momento el encuentro es pasional, desbordante, incontenible irracional. Las emociones nos invaden, se apoderan de nosotros y durante un tiempo casi no podemos pensar en otra cosa que no sea la persona de quien estamos enamorados y la alegría de que esto nos esté ocurriendo.”

"Estar enamorados nos conecta con la alegría que sentimos de saber que el otro existe, nos conecta con la poco común sensación de plenitud.

Este estado no se sostiene mucho tiempo, pero queda inscrito como un recuerdo que sostiene la relación y que es posible recrear cada tanto.

Pasados algunos meses, la realidad nos invade y allí todo termina o empieza la construcción de un camino juntos.”

"Cuando uno se enamora en realidad no ve al otro en su totalidad, sino que el otro funciona como una pantalla donde el enamorado proyecta sus aspectos idealizados.

"Los sentimientos, a diferencia de las pasiones, son más duraderos y están anclados a la percepción de la realidad externa. La construcción del amor empieza cuando puedo ver al que tengo enfrente, cuando descubro al otro. Es allí cuando el amor reemplaza al enamoramiento.

Pasado ese momento inicial comienzan a salir a la luz las peores partes mías que también proyecto en él. Amar a alguien es el desafío de deshacer aquellas proyecciones para relacionarme verdaderamente con el otro. Este proceso no es fácil, pero es una de las cosas más hermosas que ocurren o que ayudamos a que ocurran.

Hablamos del amor en el sentido de que «nos importe el bienestar del otro». Nada más y nada menos. El amor como el bienestar que invade cuerpo y alma y que se afianza cuando puedo ver al otro sin querer cambiarlo.

Más importante que la manera de ser del otro, importa el bienestar que siento a su lado y su bienestar a mi lado. El placer de estar con alguien que se ocupa de que uno esté bien, que percibe lo que necesitamos y disfruta al dárnoslo, eso hace al amor.

Una pareja es más que una decisión, es algo que ocurre cuando nos sentimos unidos a otro de una manera diferente. Podría decir que desde el placer de estar con otro tomamos la decisión de compartir gran parte de nuestra vida con esa persona y descubrimos el gusto de estar juntos. Aunque es necesario saber que encontrar un compañero de ruta no es suficiente; también hace falta que esa persona sea capaz de nutrirnos, como ya dijimos. Que de hecho sea una eficaz ayuda en nuestro crecimiento personal.

"El amor se construye entre dos, sobre la base de una química que nos hace sentir diferentes. Quizás por la sensación mágica de ser totalmente aceptados por alguien."

Estar enamorado y amar.

Qué difícil hablar de esto.

El otro día, coordinando un grupo, les contaba lo que habíamos conversado nosotros sobre la idea de amar en términos de "que el otro me importe", y sobre la sensación física de estar con alguien que amo. Después le pedí a cada uno que dijera qué pensaba que era el amor.

Una de las respuestas que más me gustaron fue la de un muchacho de 25 años que dijo:

"Cuando amamos, vemos más allá de lo que se ve, en el amor los cánones estéticos pierden valor".

Welwood dice que el verdadero amor existe cuando amamos por lo que sabemos que esa persona puede llegar a ser, no sólo por lo que es. Creo que estar enamorado y amar son estados que van y vienen en una relación. En el inicio por lo general hay un período de pasión, donde se mezcla mucho lo que yo imagino, lo que proyecto en esa persona. Entonces coloco en ese ser humano que tengo enfrente mi hombre o mi mujer ideal.

El enamoramiento es más una relación mía conmigo mismo, aunque elija a determinada persona para proyectar lo que siento. Y entonces podríamos preguntarnos: ¿Por qué elijo a esa persona? ¿Qué pasa cuando, después de un tiempo, el otro se empieza a mostrar como es y eso no coincide con mi ideal?

Allí comienzan los conflictos. Él no es como yo había creído. La disyuntiva que aquí se plantea es ver si puedo amar a este que veo o si me quedo pegada a mi hombre ideal.

Es en la resolución de este dilema que puede empezar el amor, cuando lo veo y me doy cuenta de que lo amo así como es. Incluso puedo llegar a amar las cosas de él que no me gustan, porque son de él y lo acepto como es.

Creo que las relaciones pasan por momentos de enamoramiento, momentos de amor, momentos de odio… En realidad, amor y odio están muy cerca. Nunca odiamos tanto a alguien como aquel a quien amamos. Como me dijo mi hijo el otro día en medio de un ataque de furia: "Te amodio" (quiso decir te odio pero se le escapó el amor).

Es saludable aceptar que esto es así. Vamos navegando en la relación, que verdaderamente se sostiene si nos mostrarnos, si estamos conscientes de qué nos pasa, si no lo negamos o hacemos como que no pasa nada.

Conciencia es la gran palabra. Seamos conscientes de lo que nos esta pasando, entreguémonos a ello. Así se cuida y se construye el vínculo.

El recurso es siempre el mismo: conciencia, centrarnos. Sólo si estoy dentro de mí puedo manejar situaciones difíciles.

Mucha gente vive arrancada de sí misma, sacada -como se dice ahora-, conectada sólo con lo que piensa y sin idea de lo que realmente siente. Así es muy difícil entregarse al amor. Para amar es imprescindible animarse a mirar hacia adentro.

Así, sin necesidad de que haya conflicto puedo mirarme, estar conectada y ser yo misma.

Si no me muestro, nadie puede amarme.

En todo caso amarán mi disfraz. como vos decís, y eso no me sirve.

Encontré un libro de Mauricio Abadi que habla del enamoramiento. Cito tres pasajes que me interesaron:

"El enamoramiento es más bien una relación en la cual la otra persona no es en realidad reconocida como verdaderamente otra, sino más bien sentida e interpretada como si fuera un doble de uno mismo, quizás en la versión masculina y eventualmente dotada de rasgos que corresponden a la imagen idealizada de lo que uno quisiera ser. En el enamoramiento hay un “yo me amo al verme reflejado en ti.”