No había tenido la oportunidad de recoger sus cosas tras su sonada salida. Tampoco había tenido ninguna necesidad; ni siquiera estaba seguro de si había dejado algo valioso. Tal y como había esperado, no encontró nada que quisiera conservar. Algunas de las posesiones no eran suyas, como los dos paquetes de tabaco en el primer cajón. Algunas de las cosas que solía guardar a mano tampoco estaban, como el montón de pequeños memos violetas que tanto gustaban a la secretaria anterior a Snell. Dejó de revolver al oír la puerta de Harden abriéndose. La cabeza de su antiguo jefe apareció en la abertura, mirando hacia un lado y luego hacia el otro. Codi sonrió, interpretando correctamente la escena. Harden le había hecho esperar a pesar de no estar en absoluto agobiado por asuntos pendientes, y ahora se preparaba para hacerse el magnánimo y concederle su tiempo.
Indicó a Codi a que pasara dentro y se sentara.
— Visitando a los viejos compañeros, ¿verdad? Es importante mantener el contacto — pretendía ser jovial, pero se notaba que estaba incómodo—. Me han dicho que tienes un nuevo trabajo. En Emociones Líquidas, ¿no? ¿En su gabinete de prensa?
— Sí — mintió Codi.
—¿Hace mucho que has empezado?
— Ayer.
—¿Solamente?
Mientras Harden ocupaba su propio sitio detrás de su imponente mesa, Codi luchó por aplastar la tentación de anunciar que el trabajo le fue ofrecido en la misma subasta donde a Harden le fue vetada la entrada. Eligió la opción humilde.
— Si no hace mucho más que me fui de aquí.
— Ah, sí. Sí. Estupendo. Son gente muy válida. Conozco a éste… No recuerdo el nombre… ¿Tenéis mucho trabajo?
— El que nos dais.
—¿Y cómo te va?
Codi consideraba que le iba estupendamente, y así se lo dijo a Harden con una amplia sonrisa. La idea era hilarante: de colega a colega estaba contándole a su antiguo jefe lo bien que le iba sin él.
— Me pagan bien, tengo mi propio despacho y media hora libre para almuerzo. De momento hay bastante trabajo, pero también tengo tiempo para un par de proyectos personales.
— Muy bien, muy bien — dijo Harden—. Es un buen puesto, sobre todo para alguien tan joven. Esa gente sabe quién es quién. Saben que fuiste alumno mío. Eso será lo que más puertas te abra. Recuerda mis palabras.
La cara de Codi se alargó y se preguntó si no se había apresurado en anunciar que no le guardaba rencor al hombre. ¿Cómo lo hacía Harden? ¿Cómo convertía todo lo que ocurría a su alrededor en un mérito personal suyo?
El editor siguió hablando, rememorando algunos de los «éxitos» conjuntos del pasado. Como solía hacer en esos casos, Codi pasó la vista a la ventana a espaldas del hombre. Recordó que solía preocuparle que Harden le pillara mirando hacia allí embelesado. Ahora ya no importaba: estaba libre de él por siempre jamás.
— He venido para enseñarle el artículo que escribí — dijo el periodista al cabo del rato—. Charquis, ¿lo recuerda? Le enseñé el borrador y las fotos poco antes de marcharme.
— Sí… sí. Muy llamativas. Mujeres muy bien dotadas, muchas curvas, las recuerdo. Tengo que mirármelas otra vez. No he tenido tiempo hasta el momento…
— Se lo traigo aquí, por si quiere verlo. Emociones Líquidas no está interesada en reportajes culturales, y he pensado que era justo ofrecérselo.
Los dedos de Harden tamborilearon sobre la mesa. Codi se imaginaba lo que le costaba mantener una conversación sobre negocios con su antiguo asistente. No estaba mejor preparado para tener a Codi como socio de una transacción que Snell para tratarle de señor.
— Estoy seguro de que es un artículo magnífico. Pero… Comprenderás que no podemos tener un trato igualitario contigo. Sé que eres un chico fantástico… pero eso me pondría en un mal lugar. Un lugar incómodo, así que…
— Lo comprendo perfectamente — le interrumpió Codi. Podía haber prolongado la escena, pero no había ido para eso.
Cuando Harden asintió, le pareció que lo había hecho con alivio.
— Así que… Una nueva vida, ¿eh? Debe de ser toda una experiencia para ti, estar al otro lado de la barrera. ¿Recuerdas cómo desconfiabas de los ambientes musicales? No parabas de buscar pegas a todo lo que Stiven Ramis hacía.
— La culpa fue de aquella historia de los suicidios que me contó — respondió rápidamente el periodista.
—¡Cómo no! Mientras pensaba si publicarla o no, El Grito se nos adelantó con la información.
— Le prometo que yo no se la pasé.
Lejos de morder el anzuelo, Harden se rió con ganas.
— Sí… Nos fastidiaron mucho: no te imaginas. Aun ahora, estamos por detrás de muchos medios. Hemos tenido que ir buscando a los supervivientes de Acorde S.A. uno por uno… Si te hubieras quedado, te habría confiado a ti la tarea. Te habrías hecho un buen nombre con todo lo que hubiéramos sacado de ahí.
El corazón de Codi había fallado un latido cuando oyó mencionar la búsqueda de supervivientes, pero fue el último comentario de Harden lo que casi le levantó de su asiento. Debió de haber hecho un pequeño ruido de protesta, ya que el editor se interrumpió para observarlo.
—¿Si me hubiera quedado? — repitió Codi.
No quería azuzar pasados rencores y se hubiera tragado sus palabras sólo con que la cara de Harden no revelara una sincerísima incomprensión de su malestar.
— No puedo decir que comprenda tu decisión — dijo el editor sin inmutarse—. Tenías un muy buen futuro en Hoy y Mañana.
— Emociones Líquidas es un muy buen patrón, exigente pero justo.
— Será el blanco de muchísima atención, ahora que se está poniendo de moda. Ten cuidado de no llevarte una desagradable sorpresa. Hay muchas cosas que decir todavía sobre Ramis, poco halagadoras en su mayor parte. Sea por envidia u otros motivos, hay poca gente a la que le resulta simpático. Cuando caiga, muchos caerán con él.
La indignación de Codi, forzosamente ahogada hasta entonces por su voluntad, prendió en un instante. Desde el punto de vista humano, entendía por qué Harden nunca podría tratarlo con imparcialidad y no se lo reprochaba tanto como hubiera podido, pero no iba a dejar que le tratara con condescendencia ahora que podía evitarlo.
— Pierde el tiempo tratando de encontrar algo que no existe — dijo retirando de la mesa la tarjeta de visita que contenía el artículo.
Era un chisme pequeño y elegante que se le había ocurrido probar. No tenía mucho sentido con Harden, pero sería útil si visitaba otras redacciones. Dejar una buena primera impresión no estaba de más.
Codi se puso en pie y fue hasta la salida. Estaba a punto de abrir la puerta cuando advirtió que Harden meneaba la cabeza.
— La próxima vez que veas a Ramis pregúntale por qué Magnum Air no tuvo ninguna oportunidad de hacerse con el contrato — dijo—. Pregúntale qué cantidad desorbitante pagó Resonance. Y si te niega lo anterior, pregúntale qué favor está a punto de hacerles a cambio.
—¿Qué?
— Favores, muchacho — Harden se había levantado también, apoyándose sobre la mesa en un gesto pesado—. Hay pocos que valen lo que Resonance pagó. Suma dos y dos, y sabrás a cuáles me refiero.
Por un instante, Codi no pudo evitar que las palabras de Harden le pararan en seco. Sumar dos y dos, repitió automáticamente. Luego, dándose cuenta de que la puerta ya estaba abierta y que él y Harden volvían a ser el centro de atención de la redacción entera, reaccionó.
— No encontrará trapos sucios en Emociones Líquidas — dijo—. No existen, así que deje de buscar. Además de ahorrar tiempo, quizá descubra que se siente mejor consigo mismo.