– No pensaba en el doctor Heller.
Clevenger esperó.
– He hablado con Casey sobre el bebé -dijo Billy-. Anoche a última hora.
Menuda transición. Clevenger quería ayudarle a ser objetivo.
– Ya te dije que todavía es demasiado pronto para saber si de verdad querrá tenerlo -dijo.
– Lo sé -dijo Billy-. Pero le dije que no pasaba nada si lo tenía.
A Clevenger no se le ocurría ninguna respuesta rápida.
– A ver, es una persona, ¿verdad? -añadió Billy-. O tiene posibilidades de serlo. Así que si ya la quiere, no seré yo quien la obligue a hacer algo que no desea, algo de lo que quizá se arrepienta el resto de su vida.
Aquello sonaba de maravilla. También sonaba a primer paso de un camino muy largo y muy duro.
– Parece que quieres a esa chica -le dijo Clevenger.
Billy se puso incluso rojo, se miró los pies un momento y luego volvió a mirar a Clevenger.
– ¿Has llamado a Whitney?
– Todavía no.
Billy meneó la cabeza.
– Nos vemos en el loft. -Y se levantó.
Clevenger también se levantó.
Se dieron un abrazo que duró unos segundos más que el breve abrazo típicamente masculino que solían darse.
Billy se fue.
Clevenger se sentó de nuevo. Miró el teléfono durante diez, quince segundos antes de descolgar el auricular. Marcó el número de Whitney McCormick de Washington. Escuchó cómo el teléfono de ella sonaba una, dos, tres veces.
– ¿Diga? -contestó Whitney.
– Soy Frank.
Silencio.
Clevenger miró por la ventana al puerto de Chelsea, de aguas de color azul intenso, y espumosas debido al viento invernal e incesante que soplaba.
– No quiero que esto… que lo nuestro acabe.
Clevenger oía la respiración de McCormick, pero ella no le dijo nada.
– Creo que deberíamos intentar pasar más tiempo juntos, no menos, porque conocer a alguien que te haga sentir que podrías ser más de lo que eres no es nada habitual. Y la verdad es que ahora pienso eso. Es algo que pasa una vez de cada millón. Y creo que a nosotros nos pasa.
Ella seguía sin responder. Clevenger suspiró.
– O nos pasaba.
– Nos pasa -dijo ella.
Clevenger cerró los ojos.
– Quiero verte.
– ¿Me das un poquito de tiempo?
– Desde luego. -Abrió los ojos.
– Y creo que será mejor que nos veamos en el Ritz -dijo ella-. Tenemos que instaurar nuestra propia tradición.
Agradecimientos
Estoy enormemente agradecido a mi corrector. Charles Spicer, a mi agente, Beth Vesel, y a mis editores, Sally Richardson y Matthew Shear, a quienes les importa tanto su trabajo, y el mío. Ningún escritor puede estar mejor acompañado.
Las primeras lecturas que realizaron Christopher Keane, Jeanette y Alian Ablow, Paul Abruzzi, Stephen Bennett, Charles Red Donovan, Julian y Jeanne Geiger, Michael Homier, Rock Positano y el abogado Anthony Traini tuvieron un valor incalculable.
Mi amigo, colaborador y coterapeuta, el caballero de genio indomable J. Christopher Burch, estuvo en cada paso del camino.
Finalmente, doy las gracias a mi esposa, Deborah, a mi hija, Devin, y a mi hijo. Cole, por recordarme constantemente lo mágica y conmovedora que puede ser la vida.
Keith Ablow
El Dr. Keith nació en 1961 en Marblehead, Massachusetts. Se graduó en la Universidad de Brown y en la Escuela de Medicina Jhon Hopkins, completó su residencia en Psiquiatría en el Hospital de Nueva Inglaterra en Boston.
Mientras era un estudiante de medicina trabajó como reportero para Newsweek y como freelance para Washington Post y Baltimore Sun.
Según el New York Times, el doctor Ablow es uno de los mayores vendedores de libros. Además es colaborador de programas de psiquiatría del canal FOX, asiste en el guión de Una Buena Ama de Llaves y en repetidas ocasiones ha sido huésped del programa de Oprah. Ablow se ha ganado el nombre del Psiquiatra de América ayudando incontables veces a la gente a retomar el control de su vida luchando contra los modelos emocionales y de comportamiento que los limitan. No importa la forma ni el estilo, el mensaje del Doctor Ablow, siempre es el mismo: «Aferrándote a tu innata capacidad de coraje, fe, verdad y compasión, encontrarás la fuerza para alcanzar cualquier objetivo.»
Como escritor realizó junto con Glenn Blake The 7: Las siete maravillas que sanarán tu vida. Además de un thriller basado en hechos reales, Inside the Maind of Scott Petterson, el Dr. ha escrito seis novelas que han rebasado los récords de ventas en todo el mundo y cuyo argumento trata de un médico forense que resuelve crímenes mejor que los mismos investigadores.