Выбрать главу

— Sн. Fui de compras. Espera y verбs. — Extrajo el bastуn de estoque y lo desenvolviу -. Esto es para evitar que dejes a Kou completamente extenuado.

Koudelka se mostrу amablemente agradecido, aunque era evidente que en el fondo se sentнa irritado. Su expresiуn reflejу sorpresa cuando cogiу el bastуn y estuvo a punto de dejarlo caer ante su peso imprevisto.

— ЎEh! Pero esto no es…

— Presione el mango aquн. ЎNo lo apunte…!

ЎPum!

—… a la ventana. — Afortunadamente, la vaina golpeу contra el marco y rebotу en el suelo. Kou y Aral dieron un respingo. Los ojos de Koudelka se iluminaron mientras estudiaban la hoja. Cordelia fue a buscar la vaina.

— ЎOh, seсora! — Entonces su expresiуn se apagу. Volviу a envainar la espada con sumo cuidado y se la entregу con tristeza -. Seguramente no recordу que no soy un Vor. No es legal que posea mi propia arma.

— Oh. — Cordelia pareciу abatida.

Vorkosigan alzу una ceja.

— їMe permites verlo, Cordelia? — Inspeccionу el bastуn y desenvainу la espada con mбs cuidado -. Humm. їMe equivoco o yo mismo he pagado por esto?

— Bueno, supongo que lo harбs cuando llegue la factura. Aunque no creo que debas pagar por la que rompн. De todos modos, siempre puedo devolverla.

— Ya veo. — Esbozу una pequeсa sonrisa -. Teniente Koudelka, como su comandante en jefe y vasallo secundus de Ezar Vorbarra, le hago entrega en forma oficial de esta arma que me pertenece, para que la porte al servicio del emperador, por el tiempo que dure su gobierno. — La ineludible ironнa de aquella frase formal hizo que Vorkosigan se pusiera tenso unos momentos, pero al fin se recuperу y entregу el bastуn a Koudelka, quien volviу a iluminarse.

— ЎGracias seсor!

Cordelia sacudiу la cabeza.

— Creo que nunca entenderй este lugar.

— Harй que Kou te busque algunas compilaciones legales. Aunque no esta noche. Apenas tendrб tiempo para poner en orden sus notas de hoy antes de que llegue Vortala con un par mбs de sus descarriados. Los veremos en la biblioteca de mi padre. Kou, me reunirй con usted allн.

Se dio por finalizada la cena y Koudelka se retirу a la biblioteca. Vorkosigan y Cordelia fueron al salуn contiguo para leer un poco antes de la reuniуn nocturna del almirante. Йl aъn debнa examinar varios informes, y los repasу rбpidamente con un visor manual. Cordelia se colocу un auricular y dividiу su tiempo entre unas clases de ruso barrayarйs y un disco sobre puericultura, aъn mбs amedrentador. El silencio sуlo se veнa interrumpido por algъn murmullo de Vorkosigan, mбs para sн mismo que para ella, o por frases corno: «ЎVaya! Ahora comprendo lo que se proponнa el muy canalla», u «Hombre, estas cifras parecen extraсas. Debo comprobarlas…». U otras de Cordelia como: «Uf, їserб cierto que los bebйs hacen todo eso?», y cada tanto se escuchaba un Ўpurn! en la habitaciуn contigua, ante lo cual ambos se miraban y se echaban a reнr.

— Oh, querido — dijo Cordelia para la tercera o cuarta vez en que oyeron el ruido -, espero no haberlo distraнdo de sus quehaceres.

— Se las arreglarб bien cuando haya aprendido. El secretario personal de Vorbarra le estб ayudando, y ha comenzado a enseсarle cуmo organizarse. Cuando Kou haya pasado por todo el protocolo del funeral, deberнa ser capaz de abordar cualquier tarea. Ese bastуn de estoque ha sido una idea genial; te lo agradezco.

— Sн, me di cuenta de que era bastante susceptible respecto a sus impedimentos fнsicos. Pensй que esto lograrнa tranquilizarlo un poco.

— Asн es nuestra sociedad. Resulta un poco dura para los que no mantienen el paso.

— Ya veo. Quй extraсo. Ahora que lo mencionas, sуlo recuerdo haber visto gente saludable en las calles y en todos los demбs sitios, exceptuando el hospital. No hay sillas flotantes ni niсos con la mirada vacнa remolcados por sus padres…

— Tampoco los verбs. — La expresiуn de Vorkosigan era sombrнa -. Todos los problemas se pueden detectar y eliminar antes del nacimiento.

— Bueno, nosotros tambiйn lo hacemos. Aunque por lo general es antes de la concepciуn.

— Tambiйn en el nacimiento. Y despuйs del parto, en las zonas rurales.

— Oh.

— En cuanto a los adultos tullidos…

— Por Dios, no practicarбn la eutanasia con ellos, їverdad?

— Tu alfйrez Dubauer no hubiese vivido aquн.

Dubauer se habнa disparado un disruptor nervioso a la cabeza, y habнa sobrevivido. O algo similar.

— En cuanto a las personas con lesiones como las de Koudelka, el estigma social es inmenso. Alguna vez obsйrvalo en un grupo que no incluya sуlo a sus amigos mбs нntimos. No es casual el hecho de que haya una alta tasa de suicidios entre los soldados licenciados por causas mйdicas.

— ЎQuй horror!

— Antes me parecнa normal. Ahora… ahora ya no. Pero para mucha gente todavнa es algo corriente.

— їY los que tienen problemas como los de Bothari?

— Depende. Йl era un loco ъtil. En cuanto a los inъtiles… — Se interrumpiу y se mirу las botas.

Cordelia sintiу un escalofrнo.

— A cada momento pienso que ya empiezo a acostumbrarme a este lugar. Entonces doblo otra esquina y me encuentro con algo como esto.

— Sуlo han pasado ochenta aсos desde que Barrayar volviу a tomar contacto con la civilizaciуn galбctica. En la Era del Aislamiento no perdimos sуlo tecnologнa. Eso lo recuperamos rбpidamente, como si nos hubiйramos puesto un abrigo prestado. Pero debajo de йl… todavнa vamos bastante desnudos. En cuarenta y cuatro aсos sуlo he comenzado a comprender hasta quй punto.

Poco despuйs llegaron el conde Vortala y sus «descarnados», y Vorkosigan desapareciу en la biblioteca. El anciano conde Piotr Vorkosigan, el padre de Aral, llegу un poco mбs tarde para asistir a la votaciуn del Consejo que se realizarнa al dнa siguiente.

— Bueno, aquн tiene un voto asegurado para maсana — bromeу Cordelia mientras ayudaba a su suegro a quitarse el abrigo en el vestнbulo.

— Ja. Tendrб suerte si lo consigue. En los ъltimos aсos, Aral parece haber adquirido algunas ideas bastante radicales. Si no fuera mi hijo, no lo votarнa. — Pero el rostro envejecido de Piotr expresaba orgullo.

Cordelia parpadeу ante esta descripciуn de las ideas polнticas de su marido.

— Le confieso que nunca lo he visto como un revolucionario. Radical debe de ser un tйrmino mбs elбstico de lo que suponнa.

— Oh, йl no se considera un radical. Piensa que podrб llegar hasta la mitad del camino y luego detenerse. Creo que dentro de unos aсos descubrirб que va montado sobre un tigre. — El conde sacudiу la cabeza, apesadumbrado -. Pero ven, cariсo. Siйntate conmigo y cuйntame cуmo te encuentras. Tienes buen aspecto… їtodo va bien?

El anciano conde estaba apasionadamente interesado por la evoluciуn de su futuro nieto. Cordelia sentнa que el embarazo habнa hecho que, ante sus ojos, ella pasase de ser un capricho tolerable de Aral a alguien que se acercaba peligrosamente a lo semidivino. Prбcticamente la abrumaba con sus muestras de afecto.

Al regresar a casa con la noticia confirmada de su embarazo, Cordelia habнa descubierto que Aral habнa acertado al pronosticar la reacciуn que tendrнa su padre. Ese dнa de verano habнa vuelto a Vorkosigan Surleau, yendo directamente al muelle donde se encontraba Aral. Йl estaba ocupado con su bote y tenнa las velas desplegadas, secбndose al sol, mientras chapoteaba alrededor de ellas con los zapatos mojados.

Aral habнa alzado la vista hacia ella, sin poder ocultar la ansiedad de sus ojos.

— їY bien? — preguntу meciйndose un poco sobre los talones.

— Bueno. — Ella intentу adoptar una expresiуn triste y decepcionada, pero la sonrisa escapу y se esparciу por todo su rostro -. Tu mйdico dice que serб un varуn.

— Ah. — Un suspiro largo y elocuente escapу de entre sus labios, y con un rбpido movimiento la levantу por el aire haciйndola girar.

— ЎAral! ЎNo me dejes caer! — Aunque no era mбs alto que ella, йl era bastante robusto.

— Nunca. — La dejу deslizarse al suelo y entonces compartieron un largo beso para finalizar riendo -. Mi padre estarб encantado.

— Tъ mismo pareces bastante encantado.

— Esto no es nada. Espera hasta que hayas visto a un anticuado cabeza de familia barrayarйs extasiado por ver cуmo crece su бrbol genealуgico. Durante aсos he tenido al pobre viejo convencido de que su descendencia finalizaba conmigo.

— їMe perdonarб por ser una plebeya de otro planeta?

— No lo tomes como un insulto, pero esta vez creo que ni siquiera le hubiese importado a quй especie hubiese pertenecido mi esposa, siempre y cuando fuera fйrtil. їCrees que estoy exagerando? — preguntу al escuchar su risa -. Ya lo verбs.

— їEs demasiado pronto para pensar en nombres? — preguntу ella.

— No hay nada que pensar. Hijo primogйnito. La costumbre aquн es muy estricta. Recibirб el nombre de sus dos abuelos. El primer nombre del paterno, el segundo del materno.