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Conociendo toda la historia que ocultaba ese odioso apelativo, Cordelia se estremeciу.

— Los anti Vor, porque el regente es demasiado conservador para su gusto. La derecha militar, que lo considera demasiado progresista. Los miembros del viejo partido encabezado por el prнncipe Serg y Vorrutyer. Ex agentes del Ministerio de Educaciуn Polнtica, ahora suprimido. El departamento de Negri solнa entrenarlos. Algъn Vor irritado por considerar que ha quedado desplazado en el reciente cambio de poderes. Cualquier lunбtico con acceso a las armas y el deseo de hacerse famoso matando a un personaje pъblico… їdesea que continъe?

— Por favor, no. їPero quй hay de lo ocurrido hoy? Si los motivos proporcionan una gama demasiado amplia de sospechosos, їquй me dice del mйtodo y la oportunidad?

— Disponemos de cierto material con el cual trabajar, aunque la mayor parte resulta negativa. Segъn he observado, ha sido un intento muy hбbil. Quien lo haya planeado debe de haber tenido acceso a cierta clase de informaciуn. Nos ocuparemos de esos aspectos primero.

Lo anуnimo del atentado era lo que mбs la perturbaba, decidiу Cordelia. Cuando el asesino podнa ser cualquiera, el impulso a sospechar de todos se volvнa abrumador. Al parecer, la paranoia era una enfermedad contagiosa allн. Los barrayareses se la contagiaban unos a otros. Bien, las fuerzas combinadas de Negri y de Illyan tendrнan que extraer algunos hechos concretos, y pronto. Guardу todos sus temores en un pequeсo compartimiento en la boca del estуmago, y los mantuvo encerrados allн. Cerca de su hijo.

Vorkosigan la abrazу con fuerza esa noche, acurrucada contra su cuerpo robusto, aunque no intentу ningъn acercamiento sexual. Sуlo la abrazу. Permaneciу despierto durante horas a pesar de los calmantes que nublaban sus ojos. Ella no se durmiу hasta que йl lo hubo hecho. Al fin, sus ronquidos la adormecieron. No habнa mucho que decir.

Fallaron; seguiremos adelante… hasta el prуximo intento.

5

El cumpleaсos del emperador era una festividad tradicional de Barrayar, y se celebraba con banquetes, bailes, bebida, desfiles de veteranos y una cantidad increнble de fuegos artificiales, sobre los cuales al parecer no habнa ninguna reglamentaciуn. Serнa un dнa perfecto para realizar un ataque sorpresa sobre la capital, decidiу Cordelia; una descarga de artillerнa pasarнa desapercibida durante un buen rato en medio del estruendo general. El jolgorio comenzу al atardecer.

Los guardias, siempre listos para saltar ante cualquier ruido fuerte, parecнan muy nerviosos, con excepciуn de un par de sujetos mбs jуvenes que intentaron celebrar la fiesta con unos petardos propios dentro de la casa. El jefe de la guardia los llamу aparte y mucho mбs tarde aparecieron de nuevo pбlidos y acobardados. Luego Cordelia los vio acarreando basura bajo las уrdenes de una irуnica criada, mientras una ayudante de cocina y la segunda cocinera salнan alegremente de la casa con un inesperado dнa libre. El cumpleaсos del emperador era una fiesta movible. El entusiasmo de los barrayareses no parecнa afectado por el hecho de que, debido a la muerte de Ezar y la ascensiуn de Gregor, йsta era la segunda vez en el aсo en que se llevaba a cabo la celebraciуn.

Cordelia habнa rechazado la invitaciуn para asistir a una importante revista militar con Aral, decidida a dedicar la maсana a descansar y asн mantenerse fresca para la fiesta de la noche. Segъn le habнan explicado, йste era el acontecimiento del aсo… una cena en la Residencia Imperial para festejar el cumpleaсos del emperador. Tenнa muchos deseos de volver a ver a Kareen y a Gregor, aunque sуlo fuese unos momentos. Al menos estaba segura de que su atuendo serнa el apropiado. La seсora Vorpatril, quien tenнa un gusto excelente y conocнa la moda de Barrayar en ropas de maternidad, se habнa compadecido de la confusiуn de Cordelia y le habнa ofrecido sus servicios como guнa experta.

Como resultado, Cordelia se sentнa muy segura en su impecable vestido de seda verde, largo hasta el suelo, con un chaleco de terciopelo color marfil. Su cabello cobrizo habнa sido adornado con flores frescas por el peluquero que tambiйn le enviara Alys. Al igual que lo hacнan con sus eventos pъblicos, los barrayareses convertнan sus ropas en una especie de arte folclуrico, tan elaborado como la pintura corporal betanesa. Cordelia no pudo estar segura con la reacciуn de Aral — su rostro siempre se iluminaba cuando la veнa — pero a juzgar por las exclamaciones del personal femenino al servicio del conde Piotr, el efecto general habнa sido ampliamente satisfactorio.

Mientras aguardaba al pie de la escalera de caracol en el vestнbulo, Cordelia deslizу una mano sobre la seda verde que ocultaba su vientre. Poco mбs de tres meses de esfuerzo metabуlico, y lo ъnico que tenнa para mostrar era esa pequeсa hinchazуn… habнan ocurrido tantas cosas desde el verano, que le parecнa que su embarazo debнa progresar mбs rбpido. Silenciosamente y como un mantra, pronunciу unas palabras de aliento para su bebй. «Crece, crece, crece…» Al menos ahora, ademбs de sentirse completamente agotada, ya comenzaba a tener aspecto de embarazada. Por las noches Aral compartнa su fascinaciуn con los progresos, y ambos posaban la mano sobre su vientre tratando de percibir algъn movimiento a travйs de la piel.

Aral apareciу junto al teniente Koudelka. Ambos estaban reciйn baсados, afeitados, peinados y resplandecientes en el uniforme imperial rojo y azul. El conde Piotr se reuniу con ellos vestido con el uniforme que Cordelia le habнa visto en las sesiones del Consejo, en cafй y plateado, una versiуn mбs rutilante de las libreas de sus hombres. Los veinte guardias de Piotr tenнan alguna clase de exhibiciуn formal esa noche, y su jefe los habнa estado preparando meticulosamente durante toda la semana. Droushnakovi, quien acompaсaba a Cordelia, vestнa un traje sencillo tambiйn en verde y marfil, diseсado para permitir los movimientos rбpidos y ocultar las armas e intercomunicadores.

Despuйs de un momento en que todos se admiraron mutuamente, se dirigieron a los coches terrestres que aguardaban en el pуrtico. Aral ayudу a Cordelia a subir y retrocediу un paso. — Te verй allн, amor.

— їQuй? — Ella girу la cabeza -. Oh. Entonces, їese segundo vehнculo no es sуlo por el tamaсo del grupo?

La expresiуn de Aral fue momentбneamente tensa. — No… Me ha parecido prudente que a partir de ahora viajemos en vehнculos separados.

— Sн — dijo ella con voz dйbil -. Por supuesto. Йl asintiу con un gesto y se alejу. Ese maldito lugar les robaba otro pedazo de sus vidas, de sus corazones. Disponнan de tan poco tiempo para estar juntos, y ahora ni siquiera esos momentos…

Al parecer, esa noche el conde Piotr serнa el sustituto de Aral; el anciano se acomodу a su lado. Droushnakovi se sentу frente a ellos, y la cubierta se cerrу. El coche avanzу suavemente hacia la calle. Cordelia se volviу tratando de ver el vehнculo de Aral, pero йste los seguнa a demasiada distancia para resultar visible. Cordelia se enderezу y exhalу un suspiro.

El sol se ocultaba con un reflejo amarillo entre las nubes grises, y las luces comenzaban a encenderse en la frнa tarde otoсal, proporcionando un aire melancуlico a la ciudad. En las calles se llevaban a cabo animados festejos, y a Cordelia no le pareciу tan mala idea. Los celebrantes le recordaron a los primitivos hombres de la Tierra, golpeando cacerolas y disparando tiros para alejar a los dragones que devoraban a la luna eclipsada. Esta extraсa tristeza de otoсo era capaz de consumir a un alma desprevenida. Gregor habнa escogido un buen momento para cumplir aсos.

Las manos endurecidas de Piotr jugueteaban con una bolsa de seda oscura que lucнa el escudo de los Vorkosigan bordado en plata. Cordelia la observу con interйs.

— їQuй es eso?

Piotr esbozу una sonrisa y se la entregу. — Monedas de oro.

Mбs arte folclуrico; la bolsa y su contenido eran un placer para el tacto. Cordelia acariciу la seda, admirу el bordado y volcу en su mano unos pequeсos discos acuсados.