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— ї Pero tus fuerzas se equilibran? їQuй me dices de lo material?

Vorkosigan se encogiу de hombros.

— Ambos tenemos acceso a las suficientes armas para destruir Barrayar. La potencia bйlica no es la cuestiуn principal. No obstante, mi legitimidad implica una enorme ventaja, ya que las armas deben ser manejadas por hombres. De ahн los intentos de Vordarian por socavar esa legitimidad acusбndome de haber secuestrado a Gregor. Me propongo desenmascarar su mentira.

Cordelia se estremeciу.

— Sabes, creo que no quisiera estar en el bando de Vordarian.

— Oh, todavнa le quedan algunos recursos para vencer. Todos ellos incluyen mi muerte. Sin mн como lнder, el ъnico regente designado por el difunto Ezar, їquй queda para escoger? Las pretensiones de Vordarian serнan tan lнcitas como las de cualquier otro. Si me matara y lograra apoderarse de Gregor, o viceversa, lograrнa afianzar en gran medida su posiciуn. Hasta el prуximo golpe, y una sucesiуn de revueltas y asesinatos por venganza se irнa extendiendo indefinidamente en el futuro… — Aral entornу los pбrpados mientras imaginaba esta visiуn siniestra -. Йsta es mi peor pesadilla: que si perdemos la guerra, los enfrentamientos no cesarбn hasta que otro Dorca Vorbarra el Justo ponga fin a otro Siglo Sangriento. Dios sabe cuбndo. Francamente, no veo a ningъn hombre de ese calibre entre los de mi generaciуn.

Consulta con el espejo, pensу Cordelia con expresiуn sombrнa.

— Ah, por eso querнas que me visitase el mйdico primero — bromeу Cordelia con Aral esa noche. Cuando ella le hubo aclarado algunos puntos confusos, el mйdico la habнa examinado meticulosamente, cambiу su prescripciуn de ejercicio fнsico por descanso y le permitiу reanudar sus relaciones matrimoniales con prudencia. Aral sуlo sonriу y le hizo el amor como si fuese de cristal. Segъn Cordelia pudo comprobar esa noche, йl ya estaba prбcticamente recuperado del ataque con la soltoxina. Durmiу como un tronco, aunque resultу mucho mбs cбlido, hasta que su consola los despertу al amanecer. Seguramente se habнa producido alguna conspiraciуn militar para que no sonara mбs temprano. Cordelia pudo imaginar a algъn soldado diciendo a Kou: «Sн, dejemos que el Viejo disfrute de su primera noche, tal vez se ablande un poco…»

No obstante, esta vez la fatiga la abandonу mбs pronto. En cuestiуn de un dнa, acompaсada por Droushnakovi, Cordelia estuvo levantada y se dedicу a explorar el lugar.

Se encontrу con Bothari en el gimnasio de la base. El conde Piotr todavнa no habнa regresado, por lo que despuйs de presentar su informe a Aral el sargento tampoco tenнa nada que hacer.

— Debo mantenerme entrenado — le explicу brevemente.

— їHa dormido?

— No mucho — respondiу йl, reanudando su carrera de forma compulsiva. A Cordelia le pareciу que se esforzaba demasiado, considerando el tiempo que habнa pasado sin entrenarse. Sudaba copiosamente, y ella le deseу suerte en silencio.

Cordelia se puso al corriente sobre los detalles de la guerra interrogando a Aral y a Kou, y viendo los vнdeos de noticias. Quй condes eran aliados, quiйn era un rehйn conocido, quй unidades se desplegaban en ambos bandos y cuбles resultaban destruidas, dуnde se habнa llevado a cabo una batalla, cuбles habнan sido los daсos y quй comandantes volvнan a ser leales… datos sin ningъn poder. No mucho mбs que su intelectualizada versiуn de la interminable carrera de Bothari, y aъn mбs inъtil para distraer su mente de todos los horrores y desastres, pasados o inminentes, ante los cuales ella no podнa hacer absolutamente nada.

Cordelia hubiera preferido que las cosas fueran mбs activas, como habнan sido uno o dos siglos atrбs. Imaginу a un tranquilo sabio del futuro mirбndola por un telescopio del tiempo, y mentalmente le hizo un gesto grosero. De todos modos, las historias militares que habнa leнdo omitнan la parte mбs importante; nunca decнan lo que les ocurrнa a los hijos de la gente.

No… allн fuera eran todos bebйs. Eran hijos de sus madres pero vestidos con un uniforme negro. Una de las reminiscencias de Aral volviу a su memoria, con su voz profunda y aterciopelada. En aquella йpoca los soldados comenzaron aparecerme unos niсos…

Cordelia se apartу de la consola de vнdeo y se dirigiу al baсo en busca de su medicaciуn para el dolor.

Al tercer dнa se encontrу con el teniente Koudelka en un pasillo. Йl prбcticamente corrнa con pasos tambaleantes, y su rostro estaba ruborizado de entusiasmo.

— їQuй ocurre, Kou?

— Illyan estб aquн. ЎY ha traнdo consigo a Kanzian!

Cordelia lo siguiу a toda prisa hasta una sala, seguida por Droushnakovi. Flanqueado por dos oficiales administrativos, Aral se hallaba sentado con las manos unidas sobre la mesa, escuchando atentamente. El comandante Illyan estaba sentado en el extremo de la mesa, meciendo una pierna al ritmo de su voz. Tenнa un vendaje amarillento en el brazo izquierdo. Estaba pбlido y sucio, pero sus ojos brillaban triunfantes, tal vez algo febriles. Vestнa unas ropas civiles que parecнan haber sido robadas de una lavanderнa, y luego usadas para bajar rodando una colina.

Junto a Illyan se hallaba sentado un hombre mayor. Un oficial le entregу una copa, y Cordelia reconociу su contenido como sales de potasio con sabor a fruta para tratar el agotamiento metabуlico. El hombre probу la bebida y esbozу una mueca. Por lo visto hubiese preferido algo mбs anticuado para reanimarse, como por ejemplo un coсac. Bajo y rechoncho, canoso donde no estaba calvo, el aspecto del almirante Kanzian no resultaba muy marcial. Mбs bien parecнa un abuelo, pero un abuelo profesor e investigador. Su rostro traslucнa una profundidad intelectual que parecнa otorgar verdadero sentido a la frase «ciencia militar». Cordelia lo habнa conocido de uniforme, pero su aire de serena autoridad no parecнa afectado por las ropas civiles que debнan de proceder de la misma cesta que las de Illyan.

—… y entonces pasamos la noche siguiente en la bodega — decнa Illyan -. La patrulla de Vordarian regresу por la maсana, pero… Ўseсora!

Su sonrisa de bienvenida se mitigу por un destello culpable, al posar los ojos sobre su vientre plano. Cordelia hubiese preferido que continuara narrando sus aventuras con entusiasmo, pero su presencia pareciу amilanarlo, como si ella hubiera sido un fantasma de su mayor fracaso que apareciera justo en el banquete de la victoria.

— Es una maravilla verlos a los dos, Simуn, almirante. — Intercambiaron un movimiento de cabeza; Kanzian se dispuso a levantarse, pero todos al mismo tiempo le hicieron gestos para que se sentase, y йl obedeciу con una expresiуn risueсa. Aral la llamу para que se acomodase a su lado.

Illyan continuу en un estilo mбs resumido. Sus ъltimas dos semanas de jugar al escondite con las tropas de Vordarian no habнan sido muy distintas de las de Cordelia, aunque en el ambiente mucho mбs complejo de la capital capturada. De todos modos, bajo las palabras simples ella reconociу los terrores que ya conocнa. Illyan narrу su historia rбpidamente hasta que llegу al momento presente. De vez en cuando Kanzian asentнa con la cabeza, confirmando sus palabras.