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— їCuбnto se supone que tarda esto? — preguntу Kou en una voz que tratу de parecer tranquila, pero sonу muy preocupada.

— Por lo visto prefiere quedarse donde estб — dijo Bothari — No desea salir con este frнo. — La broma logrу llegar a Alys; su respiraciуn jadeante no cambiу, pero por un momento sus ojos brillaron con gratitud. Con el ceсo fruncido, Bothari se acomodу junto a ella y apoyу una mano sobre su vientre, esperando la siguiente contracciуn. Entonces apretу.

La cabeza del bebй asomу entre los muslos sangrientos de Alys Vorpatril.

— Listo — dijo el sargento con satisfacciуn. Koudelka parecнa completamente aturdido.

Cordelia cogiу la cabeza entre sus manos, y logrу sacar el cuerpo en la siguiente contracciуn. El bebй tosiу dos veces, estornudу como un gatito en medio del silencio, inhalу y, con la piel ya mбs sonrosada, emitiу un grito exasperante. Cordelia estuvo a punto de dejarlo caer.

Bothari lanzу una maldiciуn.

— Dйme su espada, Kou.

Lady Vorpatril lo mirу desesperada.

— ЎNo! Dйmelo… Ўyo lo harй callar!

— No era eso lo que tenнa en mente — dijo Bothari con cierta dignidad -. Aunque no serнa mala idea — aсadiу al ver que los gritos continuaban. Extrajo el arco de plasma y calentу la hoja de la espada unos momentos, con la potencia baja. La estaba esterilizando, comprendiу Cordelia.

La placenta siguiу al cordуn en la siguiente contracciуn, derramбndose sobre la chaqueta de Kou. Ella la observу con disimulada satisfacciуn; era el mismo уrgano sustentador que fue objeto de tantas atenciones en su propio caso.

Tiempo. Este rescate ha consumido demasiado tiempo. їA quй han quedado reducidas las posibilidades de Miles ahora? їAcababa de cambiar la vida de su hijo por el pequeсo Ivбn? Aunque Ivбn no era tan pequeсo… con razуn habнa causado tantos problemas a su madre. Alys debнa contar con un arco pelviano extraordinario, o de lo contrario no hubiese logrado salir de esa pesadilla con vida.

Cuando el cordуn estuvo blanco, Bothari lo cortу con la hoja esterilizada y anudу esa cosa elбstica lo mejor que pudo. Luego secу al bebй y lo envolviу en una camisa limpia, para entregarlo finalmente a los brazos extendidos de Alys.

Alys mirу al bebй y comenzу a llorar con suavidad.

— Padma dijo… que tendrнa los mejores mйdicos. Dijo… que no habrнa dolor. Dijo que estarнa a mi lado… Ўmaldito seas, Padma! — Estrechу al hijo de Padma contra su cuerpo, y entonces lanzу una exclamaciуn de sorpresa -. ЎAy! — La boca del pequeсo habнa encontrado su seno, y al parecer tenнa la voracidad de una barracuda.

— Buenos reflejos — observу Bothari.

17

— Por amor de Dios, Bothari, no podremos llevarla allн — susurrу Koudelka.

Se hallaban en un callejуn metido en las profundidades del caravasar. Frente a ellos, en medio de la oscuridad y la llovizna, se alzaba un sуlido edificio de tres plantas. Tenнa las paredes de estuco y la pintura desconchada, y una luz amarillenta se filtraba por las persianas cerradas. Sobre la puerta de madera, ъnica entrada que Cordelia alcanzaba a ver, ardнa una lбmpara de aceite.

— No podemos dejarla aquн afuera. Necesita calor — respondiу el sargento. Llevaba a lady Vorpatril en sus brazos; Alys se aferraba a йl, dйbil y temblorosa.

— їQuй es este lugar? — preguntу Droushnakovi.

Koudelka carraspeу.

— En la Era del Aislamiento, cuando йste era el centro de Vorbarr Sultana, era una residencia importante. Pertenecнa a una de las princesas Vorbarra, segъn creo. Por eso la construyeron como una fortaleza. Ahora es… una especie de posada.

Oh, asн que йste era tu prostнbulo, Kou, estuvo a punto de decir Cordelia. Pero en lugar de ello se volviу hacнa Bothari.

— їEs seguro, o puede estar lleno de informantes, como ese ъltimo lugar?

— Serб seguro durante varias horas — estimу Botha-ri -. De todos modos, no tenemos mucho mбs que eso.

Bajу a Alys Vorpatril y despuйs de entregбrsela a Droushnakovi, entrу en el edificio. Cordelia estrechу con mбs firmeza al pequeсo Ivбn, compartiendo con йl el calor de su chaqueta. Afortunadamente, el bebй habнa dormido durante el trayecto desde el edificio abandonado hasta ese lugar. Unos minutos despuйs Bothari regresу y les hizo una seсa para que lo siguiesen.

Pasaron a travйs de un pasillo que casi parecнa un tъnel de piedra, con rendijas en las paredes y orificios cada medio metro.

— Serнa para defensa, en los viejos tiempos — susurrу Koudelka, y Droushnakovi asintiу con un gesto. Aunque esa noche no los aguardaban con flechas o con aceite hirviendo. Un hombre tan alto como Bothari pero mбs grueso cerrу la puerta a sus espaldas.

Desembocaron en una gran habitaciуn oscura que habнa sido convertida en una especie de comedor. En ella sуlo habнa dos mujeres de aspecto decaнdo, vestidas con batas, y un hombre que roncaba con la cabeza sobre la mesa. Como de costumbre, una extravagante chimenea quemaba trozos de madera.

Tenнan una guнa, o anfitriona. Una mujer alta los condujo en silencio hacia la escalera. Quince o incluso diez aсos atrбs, podнa haber resultado atractiva, con esas piernas largas y el rostro aguileno; ahora sуlo era huesuda y marchita, enfundada en una bata chillona color magenta con unos frunces caнdos que parecнan combinar con su inherente tristeza. Bothari alzу a Alys Vorpatril y la llevу por la empinada escalera. Koudelka mirу a su alrededor y pareciу animarse un poco al reconocer a alguien.

La mujer los condujo a una habitaciуn del piso superior.

— Cambia las sбbanas — murmurу Bothari, y despuйs de asentir con la cabeza, la mujer desapareciу. El sargento no bajу a la agotada Alys Vorpatril. La mujer regresу al cabo de unos minutos y cambiу las sбbanas arrugadas de la cama por otras limpias. Bothari depositу a Alys sobre el colchуn y retrocediу. Cordelia acomodу mejor al pequeсo que dormнa entre sus brazos.

La… casera, tal como decidiу llamarla Cordelia, observу al bebй con un destello de interйs.

— Йste es nuevecito. Niсo grande, їeh? — Su voz intentу un arrullo.

— Tiene dos semanas — dijo Bothari con frialdad.

La mujer emitiу un bufido, con las manos sobre las caderas.

— He asistido algunos partos, Bothari. Mбs bien dirнa que tiene dos horas.

Bothari se volviу hacia Cordelia con una mirada algo alarmada. La mujer alzу una mano.

— Lo que tъ digas.

— Deberнamos dejarla dormir — seсalу Bothari -. Hasta que estemos seguros de que no sangrarб.

— Sн, pero que no se quede sola — dijo Cordelia -. Por si despierta desorientada al encontrarse en un lugar desconocido. — Alys era una Vor, y un lugar semejante le resultarнa completamente ajeno.

— Yo permanecerй un rato con ella — se ofreciу Droushnakovi. Mirу con desconfianza a la casera, quien se inclinaba demasiado hacia el bebй para su gusto. Cordelia suponнa que Drou no habнa creнdo la versiуn de Koudelka de que se hallaban en una especie de museo. Y Alys Vorpatril tampoco lo harнa, en cuanto descansara lo suficiente para recuperar la lucidez.

Droushnakovi se dejу caer en un viejo sillуn desvencijado, frunciendo la nariz ante el olor hъmedo que surgiу de los cojines. Los demбs se retiraron de la habitaciуn. Koudelka fue a buscar un lavabo en ese viejo edificio, y luego se marchу a comprar algo para comer. Un olorcillo que flotaba en el aire indicу a Cordelia que el caravasar no estaba enganchado al sistema municipal de cloacas. Tampoco habнa calefacciуn central. Ante la expresiуn hostil de Bothari, la casera desapareciу. En un extremo del salуn habнa un sofб, un par de sillones y una mesa baja, iluminados por una lбmpara a baterнa cubierta con una tela roja. Bothari y Cordelia fueron a sentarse allн. Ahora que la tensiуn habнa mermado, el sargento parecнa agotado. Cordelia no sabнa cuбl era su propio aspecto, pero suponнa que dejaba bastante que desear.