— їHay prostitutas en Colonia Beta? — le preguntу Bothari de pronto.
Cordelia hizo un esfuerzo para despejar su mente. La voz del sargento era tan fatigada que la pregunta habнa sonado casual… pero Bothari nunca decнa nada sуlo por conversar. їHasta quй punto se habнa perturbado su delicado equilibrio con la violencia de esa noche?
— Bueno… tenemos a los T. S. P. — respondiу con cautela -. Supongo que cumplen con la misma funciуn social.
— їQuй es eso?
— Terapeutas de Sexualidad Prбctica. El Estado concede las licencias. Hay que contar con un tнtulo de psicoterapeuta. La diferencia es que los tres sexos pueden practicar la profesiуn. Los hermafroditas son quienes ganan mбs dinero; tienen muy buena acogida entre los turistas. No es… no es un puesto de alto status social, pero tampoco son la escoria. Creo que no tenemos escoria social en Colonia Beta; nos detenemos en la clase media baja. Es como… — Se detuvo unos momentos, buscando una buena comparaciуn -. Es como ser una peluquera en Barrayar. Se ofrece un servicio personal en determinada profesiуn, con cierta habilidad y pericia.
Por primera vez, habнa logrado dejar perplejo a Bothari, quien frunciу el ceсo.
— Sуlo los betaneses pueden pensar que se necesita un maldito tнtulo universitario… їLas mujeres utilizan sus servicios?
— Claro. Y las parejas tambiйn. Aunque en esos casos se concede prioridad a la cuestiуn educativa.
Йl sacudiу la cabeza y vacilу. Le dirigiу una mirada de soslayo.
— Mi madre era una prostituta. — Su tono fue curiosamente distante. Bothari aguardу.
— Yo… lo habнa imaginado.
— No sй por quй no me abortу. Sabнa practicarlos, al igual que los partos. Tal vez estaba preocupada por su vejez. Solнa venderme a sus clientes.
Cordelia se atragantу.
— Bu… bueno. En Colonia Beta no se permitirнa eso.
— No recuerdo gran cosa de esa йpoca. Escapй a los doce aсos, cuando fui lo bastante mayor para golpear a sus malditos clientes. Anduve con pandillas hasta los diecisйis, fingн tener dieciocho y logrй ingresar en el Servicio. Entonces pude salir de aquн. — Bothari se frotу las palmas.
— Comparado con su vida anterior, el Servicio debiу de ser el paraнso.
— Hasta que conocн a Vorrutyer. — Mirу a su alrededor con expresiуn vaga -. En esa йpoca habнa mбs gente aquн. Ahora estб casi desierto. — Su voz se tornу reflexiva -. Hay una gran parte de mi vida que no logro recordar bien. Es como si estuviera hecho de remiendos. Sin embargo, hay cosas que quisiera olvidar y no puedo.
Cordelia no se atreviу a preguntarle «їcuбles?», pero emitiу un pequeсo sonido para indicar que lo escuchaba con atenciуn.
— No sй quiйn fue mi padre. Aquн ser un bastardo es casi tan malo como ser un mutante.
— En el contexto betanйs, la palabra «bastardo» se utiliza como descripciуn negativa de una personalidad, pero en realidad no tiene ningъn significado objetivo. No se pueden comparar con los niсos concebidos de forma ilegal, y йstos son tan raros que cada caso se trata de forma individual. — їPor quй me estб contando todo esto? їQuй quiere de mн? Cuando empezу parecнa, casi asustado; ahora se le ve casi satisfecho. їQuй le he dicho para animarlo? Cordelia suspirу.
Para su alivio, en ese momento regresу Koudelka con unos bocadillos de queso y unas botellas de cerveza. Cordelia se alegrу al ver la bebida, ya que sospechaba del agua en ese lugar. Engullу su primer mordisco con satisfacciуn y dijo:
— Kou, debemos trazar una nueva estrategia.
Йl se sentу a su lado con dificultad, escuchando atentamente.
— їSн?
— Es evidente que no podemos llevarnos con nosotros a Alys Vorpatril y al bebй. Tampoco podemos dejarla aquн. Los hombres de Vordarian se han encontrado con cinco cadбveres y un coche incendiado. Pronto comenzarбn a registrar la zona. De todas formas, durante un tiempo buscarбn a una mujer embarazada y eso nos concede una pequeсa ventaja. Tenemos que separarnos.
Йl tragу un bocado de su bocadillo.
— їEntonces irб con ella, seсora?
Cordelia sacudiу la cabeza.
— Debo ir con los que entren en la Residencia. Aunque sуlo sea porque soy la ъnica capaz de decir: «Esto es imposible. Es hora de marcharnos.» Drou es absolutamente imprescindible, y necesito a Bothari. — Y de alguna extraсa manera, Bothari me necesita a mн -. Eso lo deja a usted.
Koudelka apretу los labios.
— Al menos no los obligarй a ir mбs despacio.
— Usted no estб con nosotros a falta de algo mejor — replicу ella con dureza -. Su ingenio hizo que logrбramos entrar en Vorbarr Sultana. Tambiйn lo considero capaz de sacar a Alys Vorpatril. Usted es su ъnica posibilidad.
— Pero se dirнa que yo escapo mientras usted se enfrenta a una situaciуn peligrosa.
— Sуlo lo parece, Kou, piйnselo. Si Vordarian vuelve a atrapar a Alys, no mostrarб ninguna misericordia con ella, ni tampoco con el bebй. Ustedes no estarбn mбs seguros que nosotros. Todos tendremos que cuidar nuestras cabezas utilizando la lуgica.
Йl suspirу.
— Lo intentarй, seсora.
— Con intentarlo no basta. Padma Vorpatril lo «intentу». Usted debe lograrlo, Kou.
Йl asintiу lentamente con la cabeza.
— Sн, seсora.
Bothari se marchу en busca de algunas ropas para disfrazar a Kou de «pobre joven padre y esposo».
— Los clientes siempre dejan cosas aquн. — Cordelia se preguntу quй lograrнa encontrar allн para lady Vorpatril. Kou llevу los alimentos a Alys y a Drou. Regresу con una expresiуn sombrнa en el rostro, y volviу a sentarse junto a Cordelia.
Despuйs de un rato dijo:
— Creo que ahora entiendo por quй a Drou le preocupaba tanto la posibilidad de que estuviese embarazada.
— їAh, sн? — preguntу Cordelia.
— Los sufrimientos por los que pasу lady Vorpatril dejan pequeсos a los mнos. Dios, eso debe de ser terriblemente doloroso.
— Hum. Pero el dolor sуlo dura un dнa. — Cordelia se frotу la cicatriz -. O unas semanas. Creo que no se trata de eso.
— їY entonces quй?
— Es… es un acto trascendental. Dar la vida. Solнa pensar en eso cuando estaba embarazada de Miles. «Por medio de este acto, doy vida a una muerte.» Un nacimiento, una muerte… y entre ambos, todos los sufrimientos y actos de la voluntad. Yo no comprendнa ciertos sнmbolos mнsticos orientales como Kali, la madre Muerte, hasta que comprendн que en ello no habнa nada de mнstico. Se trata de un simple hecho. Un «accidente» sexual al estilo barrayarйs puede iniciar una cadena de causalidades que no se detiene hasta el fin de los tiempos. Nuestros hijos nos hacen cambiar… aunque mueran. Incluso aunque su hijo resultara ser una simple posibilidad en esta ocasiуn, Drou cambiу. їUsted no?
Йl sacudiу la cabeza con desconcierto.
— Ni siquiera se me ocurriу todo esto. Sуlo querнa ser normal, como los otros hombres.
— Creo que no ocurre nada malo con sus instintos. Es sуlo que no le bastan. їY si para variar intentara que sus instintos trabajaran junto con su intelecto, en lugar de hacerlo con objetivos opuestos?
Йl emitiу un bufido.
— No lo sй. No sй… cуmo acercarme a ella ahora. Ya dije que lo sentнa.
— Las cosas no andan bien entre los dos, їverdad?
— No.
— їSabe quй fue lo que mбs me molestу de este viaje? — preguntу Cordelia.
— No…
— No pude despedirme de Aral. Si… si algo me ocurriera, o si algo le ocurriera a йl, quedarнa algo pendiente, algo sin resolver entre nosotros. Y ya no habrнa forma de aclararlo.
— Hum. — Йl se sumiу un poco mбs en sн mismo, hundido en el sillуn.