Выбрать главу

Sea lo que fuere lo que los semielfos le hicieron a Galen, era más que una mera herida, porque cierta zona de su cuerpo no se está curando como debería. Le visitó un médico y el mejor practicante de magia de la ciudad, pero ninguno resultó de gran ayuda. Si la ciencia y la magia continuaban fallando, tendría que hablar con la reina Niceven e investigar qué demonios le hicieron. Creo que ha aceptado otros trabajos porque estar tan cerca de mí y no poder poseerme, cuando todos los demás sí pueden hacerlo, es demasiado duro para él. Para mí también. Tantos años de espera, y todavía continuamos esperando.

La Agencia de Detectives Grey está obteniendo encargos de tanta importancia que Jeremy está entrevistando a nuevos candidatos y está pensando en instalarse en un local más grande. Hubo algunos momentos tensos entre Jeremy y los guardias, porque Jeremy todavía guarda rencor a la corte de la Oscuridad. Galen y Rhys se lo llevaron de copas. No sé lo que se dijo esa noche, pero al día siguiente el nivel de tensión era menor. Solidaridad masculina a su más alto nivel.

La viuda de Alistair Norton, Frances Norton, y Naomi Phelps, su ex amante, están bien. Se han ido a vivir juntas y si fueran una pareja heterosexual, creo que pronto recibiríamos una invitación de boda. Parecen felices, y nadie llora a Alistair. La policía ha seguido la pista a algunos de sus compañeros adoradores de sidhe. Dos de ellos murieron misteriosamente justo antes de que les encontrara la policía. No tengo grandes esperanzas en la salud de ninguno de ellos. La reina, o los acólitos de Cel, o todos ellos, están poniendo orden. Andáis me dio su palabra de que sólo había echado en falta una botella de Lágrimas de Branwyn de su reserva privada, con lo que el peligro para los humanos ha desaparecido. Me prestó su juramento sobre ello, y ninguna sidhe cometería perjurio, ni tan siquiera Andáis. Entre sidhe no hay peor delito que el perjurio. Nadie tendría tratos contigo después de esto. Nadie se acostaría contigo y, mucho menos, se casaría. Andáis está en un terreno resbaladizo con los sidhe ahora y no se arriesgaría a ello. Hay rumores de revolución, y sé que los seguidores de Cel en la corte están involucrados. Aunque algunos hayan sugerido que Barinthus está detrás, que pretende hacerme reina tanto si tengo un hijo como si no. Le he hecho prometer que no está urdiendo nada, pero aun así se niega a venir a Los Ángeles. Se excusa diciendo que necesito al menos a un amigo poderoso en la corte. Quizá tenga razón, pero empiezo a preguntarme exactamente qué explica de mí en la corte en mi ausencia.

Doyle ha compartido mi cama, pero no ha tenido mi cuerpo. Literalmente, hemos dormido juntos, pero no hemos tenido relaciones sexuales. No sé qué ha planeado, pero mirando en sus ojos oscuros sé que tiene un plan, un objetivo. Cuando pregunto por el plan, sólo dice «te quiero mantener a salvo y verte como reina después de tu tía». No le creo. Oh sí, creo que me quiere mantener a salvo, y creo que quiere que reine después de Andáis, pero hay más que eso. Cuando le insisto, sonríe y niega con la cabeza. Yo ya debería saber que cuando la Oscuridad de la Reina tiene secretos, no hay manera de sonsacárselos hasta que está dispuesto a contarlos. Hasta que no estemos completamente juntos, hasta que sepa exactamente qué está pensando, seguirá siendo la Oscuridad de la Reina y no enteramente mío. No es la falta de sexo, sino la cantidad de secretos lo que me priva de poseer completamente a Doyle. Si no puedo poseer su cuerpo ni su corazón, entonces ¿cómo puedo confiar en él? La respuesta es, simplemente, que no puedo.

Vuelvo a estar en Los Ángeles trabajando de detective, pero ahora con mi nombre verdadero. Puedo acostarme con amantes sidhe y puedo volver al país de los elfos siempre que quiero. Tengo todo lo que deseaba, pero existe una tensión que no desaparece nunca. Porque sé que Cel todavía está vivo, y sus seguidores tienen miedo de que les destruya si consigo el trono. Hay revoluciones que han estallado por menos. Los medios de comunicación continúan presentes como un círculo de tiburones a los que sólo las órdenes judiciales mantienen a raya. Van detrás de noticias de sexo y romances, sin tener ni idea que hay mucho más en juego. No hemos encontrado a Griffin. Quizás esté muerto y nadie me lo haya dicho. Aunque de alguna manera, conociendo a mi tía, pienso que me habría mandado en una caja algunas de sus partes. Debería ser feliz, y lo soy, pero no estoy tranquila. Estamos en la calma que precede la tempestad, y será una tempestad terrible. Tendré que capearla en un barco hecho de carne y hueso, los cuerpos de mis guardias, y con cada caricia, con cada mirada, me siento más reticente a prescindir de alguno de ellos. Ya he perdido a mucha gente en mi vida. Me gustaría intentar, sólo por esta vez, no perder a nadie más. Casi perdí la religión junto con mi familia, pero he alzado un altar en mi habitación y vuelvo a rezar. Rezo todo lo que puedo, pero sé mejor que muchos que, así como uno casi siempre recibe respuesta a su plegaria, ésta no siempre es la que te gustaría. No quiero el trono si tengo que trepar por los cadáveres de mis amigos y mis amantes para conseguirlo. No quiero nada tan desesperadamente, nunca lo he querido. Siempre he pensado que el amor era más importante que el poder, pero a veces uno no puede tener amor sin el poder para mantenerlo seguro. Rezo por la seguridad de todos aquellos a quienes quiero. Quizá sólo pido poder, suficiente poder para protegerles. Así es. Lo que haga falta para mantenerlos a salvo, incluso si ello significa ser reina. No puedo ser reina mientras viva Cel, independientemente de lo que piense mi tía. Rezo por el bienestar de aquellos que me importan, y lo que realmente busco es poder, el trono y la muerte de mi primo. Porque preciso estas tres cosas para que todos nosotros estemos a salvo. Dicen que hay que ir con cuidado con lo que uno desea. Bueno, pues hay que ir todavía con más cuidado con lo que uno pide. Hay que estar seguro, muy seguro, de qué es lo que quieres. Nunca se sabe cuándo una divinidad puede concederte exactamente lo que habías pedido

LAURELL K. HAMILTON

***