Выбрать главу

Brena podría caminar en cualquier sentido porque -él es consciente de eso- no se dirige a ninguna parte. Entonces elige ir hacia el Este, para que el sol le pegue en la espalda y no en los ojos. No hace demasiado calor, pero el reflejo de la luz del sol en esa baldosa clara hace cuarenta y cuatro años que le hace fruncir la cara. Y hoy no tiene ganas de fruncirla. Gira la cabeza a un lado y al otro para aflojar las cervicales, llena los pulmones de aire, se acomoda el pantalón en la cintura. Luego mira detrás, por arriba de su hombro, y verifica que está solo, que nadie camina cerca de él. Entonces separa la mano derecha un poco hacia delante, con el brazo extendido y el puño cerrado, y sigue caminando en esa posición, como si lo llevara tirando de su correa. El perro a él.

CAPÍTULO 04

Nurit Iscar trabaja esa tarde en el libro que está escribiendo por encargo: Desarma los nudos. Lo detesta. Es el encargo de la ex mujer de un empresario del transporte que durante y después de su divorcio vivió alternativas que considera “únicas” y encontró “soluciones del alma” que quiere compartir con los demás. No sabés la novela que vas a escribir cuando te cuente mi vida, dijo el día en que se entrevistó con Nurit, sin sospechar las veces que su escritora fantasma -y tantos otros escritores- ya había escuchado esa misma frase o similares de otras bocas. “Si te cuento mi vida, la escribís y te ganás el premio Clarín”, “Cuando les cuento a mis amigos, todos me dicen por qué no escribo una novela”, “Te voy a contar algo, vos anotá y tenés tu próximo libro, más que tu próximo libro: ¡tres tomos mínimo!”. ¿Por qué tanta gente cree que su vida es única y yo creo que la mía es igual a la de cualquiera?, se preguntó entonces y se pregunta cada tanto Nurit Iscar. Al menos terminó la etapa de entrevistas con la “autora” y ahora sólo le queda desgrabar y escribir. Escribir. Por suerte, escribir. Eso sí. Jugar con las palabras, armar oraciones, conjugar verbos. Escribir. Y la ex mujer del transportista paga bien. Muy bien. Así que Nurit trata de no pensar demasiado en “el mensaje” que esa mujer quiere transmitir, en los nudos, en lo que significan esas palabras que ella elige, sino en cómo suenan, cómo cantan, cómo rebota una delante de la otra hasta formar una melodía que Desarma los nudos no se merece. Sigue escribiendo por las palabras. No por lo que “quiere transmitir” la ex mujer del transportista. Cuanto antes entregue el borrador terminado, antes cobra. El problema que se viene es que después de Desarma los nudos no tiene ningún trabajo en carpeta. Pero no quiere preocuparse por adelantado.

A media tarde, Nurit siente pereza, o fastidio, o lo que sea que la lleva a buscar una excusa para hacer un alto en el trabajo. La merienda, dice. Mira el reloj y se da cuenta de que la hora es adecuada, cinco y diez. En ese mismo momento, el pibe de Policiales de El Tribuno, que hace unos minutos terminó de desarrugar el papel rosa que había tirado Jaime Brena en su cesto de basura, tipea en Google distintas combinaciones de palabras clave tomadas de ese mismo papel. Pero nada que sirva aparece, todo es viejo, relacionado con la muerte de la mujer de Chazarreta y no con la suya. Revisa su twitter, ninguno de los que sigue escribió nada acerca del asunto. Por un momento piensa en lanzar él mismo el tweet: “¿Alguien sabe algo de que hayan matado a Pedro Chazarreta?”, pero lo descarta, se da cuenta de que es alertar a los demás sobre una noticia que por el momento parece ser sólo de él. Y de Jaime Brena. El pibe le pide a Karina su número de celular, el de Jaime Brena, y a ella le molesta que él se lo pida con esa contundencia y seguridad, como si no tuviera más alternativa que dárselo. Pero se lo da de todos modos. Lo tiene siempre apagado, le dice, igual si querés intentá. Apagado, sí, maldice el pibe. Deja mensaje en el contestador de Jaime Brena y vuelve a probar con Google. Y con twitter. Para cuando Nurit Iscar tiene listas las tostadas y las pone sobre la mesa con la mermelada bajas calorías y el queso crema, el pibe ya se dio cuenta de que Jaime Brena no piensa devolver su llamado ni tampoco, tal vez, volver a la redacción por el resto del día. Y que sin su ayuda él no va a llegar mucho más lejos que lo que dice ese papel arrugado. También se dio cuenta, y esto es lo peor, de que perdió un tiempo invalorable tratando de ubicarlo. Por eso, mientras Nurit le agrega un poco más de leche a su té -no suspendió el café por el insomnio ni por la acidez sino cuando le dijeron, nunca sabrá si es cierto, que produce celulitis-, el pibe de Policiales camina por el pasillo hacia la oficina de Rinaldi: mejor ponerlo al tanto, piensa, y que él vea a qué contacto llamar. Antes de entrar en la oficina revisa una vez más su twitter en la Blackberry y ahora sí allí está, un tweet de un periodista joven que trabaja en la radio y en la televisión, tweet que además es varias veces retwitteado por otros. Apenas la frase: Degollaron a Chazarreta, el viudo de Gloria Echagüe. Y nada más. El pibe golpea la puerta de Rinaldi, espera que del otro lado digan “pase”, y luego entra apurado y agradecido de que su jefe no sea adicto a las nuevas tecnologías.

Sin que ninguno de los dos -ni Nurit Iscar ni el pibe de Policiales- lo sepan, a la casa de Chazarreta acaba de llegar el fiscal y lo primero que hace es quejarse de lo concurrida que está la escena del crimen. Alrededor de Chazarreta degollado circulan: un grupo de policías de la comisaría que corresponde a la zona con el comisario incluido; el comisario Venturini que, según le explica al fiscal mientras se palmean los hombros uno al otro, estaba en una reunión de trabajo cuando llamaron para avisarle el hecho a un colega y no quiso perderse la ocasión; dos comisarios de comisarías vecinas que se enteraron del caso, no especificaron cómo; el personal de la ambulancia del servicio médico de emergencia que fue contactado por la guardia de La Maravillosa siguiendo el reglamento del country que les exige avisar con urgencia ante cualquier accidente verificado -el mismo servicio médico que llamaron cuando murió Gloria Echagüe-; los policías de homicidios que ya están labrando el sumario; los policías de criminalística que llegaron apenas unos minutos antes que el fiscal; fotógrafo; planímetra; médicos; bioquímico; huelleros; balístico, que está con el grupo aunque un degollado no lo necesite por si además hay algún tiro perdido; un vecino del country, para que oficie de testigo y firme el acta. Aunque el Código Procesal de la provincia de Buenos Aires no exija testigo, mejor curarse en salud, dijo alguno de los comisarios y los demás lo apoyaron, este caso va a tener aún más repercusión que el de la mujer y no podemos salir otra vez todos mal parados. Che, muchachos, ¿no faltará llamar a alguien más?, se burla el fiscal mientras se abre paso hasta llegar junto al cadáver. Gira alrededor del sillón, mira el cuerpo muerto de Chazarreta desde distintos ángulos, se acerca al comisario a cargo -después de preguntar cuál de todos los comisarios es el que está a cargo- y le pregunta algunos detalles mientras observa cómo el vecino convocado en calidad de testigo, nervioso y evitando mirar hacia donde está el muerto, deja caer al suelo el papel del caramelo que está a punto de comer. El fiscal le señala el papel a uno de los huelleros y le dice: Levantá esa evidencia, a lo mejor nos conduce al asesino. De inmediato el vecino se agacha a levantar el papel y en el movimiento casi se atraganta con el caramelo.