Выбрать главу

— Escuchadme, todos y cada uno de vosotros. La justicia debe de ser cumplida, y yo soy su instrumento. Había pensado guardar mi silencio y permitir que un hombre inocente fuera ejecutado, pero no puedo hacerlo. Bill es mi hijo, mi único hijo, y le rogué olvidara su deber para ayudarme, pues muriéndome como estaba de cáncer, deseaba verle por última vez, pero él se quedó para cuidarme… — se vio una lucha cuando los PM asieron al hombre y comprobaron que estaba encadenado al banco —. Sí, lo hizo, me cocinó gachas y me las hizo comer, y lo hizo tan bien que poco a poco fui recuperándome hasta que ya me ven ahora, soy un hombre sano, curado por las gachas cocinadas por mi leal hijo. Y ahora mi niño tiene que morir porque me salvó, pero esto no será así. Tomad mi pobre vieja vida inútil a cambio de la suya. — Resopló un cortafríos atómico, y el viejo fue lanzado por la puerta.

— ¡Ya está bien! ¡Ya es demasiado! — aulló el enrojecido Presidente de la Corte, golpeando con tal fuerza que rompió el mazo y lanzó los fragmentos por la sala —. Vacíen la sala testigos. Esta Corte ordena que el resto de espectadores del juicio sea llevado a través de las normas de la Jurisprudencia sin que sean admitidos ni testigos ni pruebas — paseó una rápida mirada por sus cómplices, que asintieron en solemne acuerdo — Por lo tanto, se halla al encausado culpable y será fusilado tan pronto como puedan arrastrarlo al pabellón de fusilamientos.

Los oficiales de la Corte estaban ya levantándose de sus sillas cuando la lenta voz de O'Brien los detuvo:

— Naturalmente, cae dentro de la jurisdicción de esta Corte el resolver la causa en la forma así prescrita, pero también es necesario citar el Artículo o Precedente en el cual se basa la decisión.

El Presidente suspiró y se sentó de nuevo.

— Desearía que no tratase de ponerse difícil, Capitán… conoce usted tan bien los Reglamentos como yo, pero si insiste… Pablo, léaselo.

El Experto Legal pasó las hojas de un grueso volumen sobre la mesa, encontró el lugar, señalándolo con el dedo, y comenzó a leer:

— Artículos de Guerra, Ordenanzas Militares, párrafo, página, etc., etc… sí, aquí está, párrafo 298-B… Si cualquier soldado de tropa se ausenta de su puesto designado por un período de más de un año standard, será considerado como culpable de deserción aunque se halle ausente en el juicio, y su castigo será una muerte dolorosa.

— Eso parece bastante claro. ¿Alguna otra pregunta. — inquirió el Presidente.

— No hay preguntas, pero me gustaría citar un precedente — O'Brien había colocado frente a sí un alto montón de libros y estaba leyendo del de más arriba —. Aquí está: el soldado Acuclillado Lüvening contra el Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos, en Texas 1944. Se dice aquí que Lüvening permaneció ausente de su puesto durante catorce meses, y entonces fue descubierto en un escondrijo sobre el techo del comedor, de donde descendía tan solo a altas horas de la noche para comer y beber lo que hallaba en la despensa y para descargar sus tripas. Como no había abandonado la base, no se le pudo considerar desertor ni ausente de su destino, y tan solo se le pudo dar un leve castigo disciplinario.

Los oficiales de la corte se habían sentado de nuevo y estaban contemplando al Experto Legal, que estaba pasando a toda prisa las páginas de sus propios libros. Finalmente, emergió de entre ellos con una sonrisa y una referencia.

— Todo eso es correcto, Capitán, excepto por el hecho de que el acusado de este caso sí se ausentó de su punto de destino: el Cuartel de Tránsito para Tropa, y permaneció errante por el planeta Helior.

— Todo eso es correcto, caballero — contestó O'Brien, tomando otro grueso volumen y agitándolo por sobre su cabeza —. Pero en el caso de Arrastrado contra el Cuerpo Naval Imperial de Acomodaciones, en Helior 8832, se aceptó a fines de definición legal que el planeta Helior sería considerado como la ciudad de Helior, y que la ciudad de Helior sería considerada como el planeta Helior.

— Todo lo cual es indudablemente cierto — interrumpió el Presidente —, pero totalmente fuera de lugar. No tiene relación con el presente caso, y le ruego que se apresure, Capitán, puesto que tengo un compromiso para ir a jugar al golf.

— Podrá estar jugando dentro de diez minutos, señor, si acepta ambos precedentes. Entonces, introduciré un último documento, una proclama redactada por el Almirante de la Flota Marmoset…

— ¡Pero si ese soy yo! — boqueó el Presidente.

— …al inicio de las hostilidades con los Chingers, cuando la ciudad de Helior fue puesta bajo ley marcial y considerada como un único establecimiento militar en todo su conjunto.

Por consiguiente, someto a la decisión de la Corte el hecho de que el acusado es inocente del delito de deserción porque no salió de este planeta, y por consiguiente nunca abandonó esta ciudad, y por consiguiente jamás salió del puesto al que estaba destinado.

Cayó un pesado silencio, que fue finalmente roto por la preocupada voz del Presidente cuando se volvió hacia el Experto Legaclass="underline"

— ¿Es cierto lo que dice este cochino, Pablo? ¿No podemos fusilar al tío ese?

El Experto Legal estaba sudando copiosamente mientras rebuscaba enfebrecido por sus textos legales, hasta apartarlos finalmente y contestar con voz amargada:

— Es lo bastante exacto, y no hay forma de escaparnos de ello. Ese maldito pisaverde judeoárabeirlandés nos tiene cogidos. El acusado es inocente de los cargos que se le imputan.

— ¿No habrá ejecución…? — preguntó uno de los oficiales de la Corte con una voz aguda y entrecortado; y otro, más viejo, dejó caer la cabeza entre sus brazos y comenzó a sollozar.

— Bueno, pero no se va a escapar tan fácilmente — dijo el presidente, haciendo una mueca hacia Bill —. Si el acusado estuvo en su puesto durante el pasado año, entonces tenía que haber estado de servicio. Y, durante ese año, durmió. Lo que significa que durmió estando de servicio. Por consiguiente, lo condeno a trabajos forzados en una prisión militar por un período de un año y un día, y ordeno que sea degradado a especialista en fusibles de séptima clase. Arránquenle los galones y llévenselo; me esperan en el campo de golf.

DOS

La prisión de tránsito era un edificio provisional hecho de planchas de plástico atornilladas a torcidos marcos de aluminio, y estaba en el centro de un gran cuadrilátero. PM con átomorifles con las bayonetas casadas hacían la ronda alrededor del perímetro de seis alambradas electrificadas. Se abrieron las puertas múltiples por control remoto, y el robotesposador que lo había llevado hasta allí lo arrastró a través de ellas. Esta condenada máquina consistía en un robusto y macizo cubo de una altura que le llegaba hasta las rodillas y que rodaba sobre ruidosas orugas. De su parte superior surgía una barra terminada en unas esposas. Bill estaba encadenado a ellas. Era imposible escapar, pues si se intentaba forzar cualquier parte del robot este hacía estallar, sádicamente, una minibomba atómica que llevaba en su interior, volándose junto con su prisionero, así como cualquier otra persona que se hallase en los alrededores. Una vez dentro del edificio, el robot se detuvo, y no protestó cuando el Sargento de Guardia abrió las esposas. Tan pronto como fue soltado su prisionero, la máquina rodó, desvaneciéndose en su perrera.

— De acuerdo, chico listo, ahora estás a mi cargo, y eso significa que tendrás problemas — le espetó el Sargento a Bill. Tenía la cabeza rapada, una mandíbula amplia y cubierta de cicatrices, y ojos pequeños y juntos en los que ardía la consumidora llama de la estupidez.