Выбрать главу

Llegaron a otro puesto de guardia. Su acompañante habló con otro individuo armado con un rifle. Éste era grande y corpulento, de pelaje gris pálido con un claro matiz azul. Cuando el individuo levantó la mirada, Anna vio que sus ojos eran del mismo color que su pelaje. Finalmente asintió. Ella y el alienígena avanzaron.

¿El guardia era anormal, o acaso había hwar de diferentes colores? La mayor parte de los individuos junto a los que pasaron eran de distintos tonos de gris, pero su acompañante era casi negro, y había visto a otro hombre cuyo pelaje era de dos tonos: oscuro en las puntas y plateado hacia el interior.

Un tercer puesto de guardia. Otra conversación y otro gesto de asentimiento. Siguieron avanzando y llegaron al final del pasillo. Allí había una puerta, y en ésta un símbolo: una llama dentro de un curioso círculo espinoso.

Su guía tocó la puerta y la abrió.

—Adelante, miembro. La están esperando.

Entró. La puerta se cerró a sus espaldas. Delante de ella vio una mesa. Ante ésta se encontraba sentado un alienígena, de espaldas anchas y aspecto sólido; tuvo la impresión de que era más bajo de lo normal entre su gente. Tenía el pelaje de un gris duro, casi metálico. Levantó la cabeza. Sus ojos azules la miraron directamente.

—Pérez Anna. —Su voz era profunda y suave—. Me resulta difícil mirar a alguien a los ojos a menos, por supuesto, que se trate de un pariente o un amigo. Pero Nicky me dice que entre los suyos, una mirada directa revela honestidad y un espíritu honrado. Así que lo intentaré. Por favor, tome asiento —ladeó la cabeza señalando una silla vacía que había delante del escritorio.

Anna se sentó.

—Habla inglés.

—Hace casi veinte años que conozco a Nicholas. Ésta es su lengua materna, y la lengua de mis enemigos. He aprendido inglés, por supuesto. —Cogió un objeto, una delgada pieza de metal, y la hizo girar entre sus manos. ¿Qué era? ¿Una especie de pluma?—. ¿Por qué envió el mensaje?

—Lo recibieron.

Él guardó silencio durante un instante.

—No directamente, ni enseguida. Lo hemos descubierto esta mañana, cuando estábamos interrogando a… ¿cuál es la palabra? ¿Sus camaradas o sus compatriotas? ¿Sus compañeros de trabajo?

»Ya habíamos actuado, miembro. Su mensaje fue inteligente y… creo… valiente. No era necesario.

—¿Entonces por qué me han hecho venir, si no sabían nada del mensaje?

—Es una mujer. He pensado que tal vez estuviera en peligro. No confiaba en que los humanos la trataran con respeto.

Soltó el objeto que había estado manipulando y se arrellanó en la silla.

—No quiero ser ofensivo, pero ¿por qué los de su especie dan poder a los idiotas? ¿Y cómo esos productos de una inseminación mal realizada pudieron pensar, aunque sólo fuera por un momento, que iba a creerme su historia? Nicky largándose en una barca con una humana, y además mujer. ¿Por qué?

—Les dije que no colaría.

El alienígena frunció el ceño.

—No comprendo.

—Les dije que la historia no era plausible. —Tenía razón. Por supuesto, fingimos creerla. Tuvimos que hacerlo hasta que pudimos regresar a nuestra base; y esos increíbles estúpidos creyeron en nuestra simulación. Nos dejaron marchar. —Parecía furioso y hablaba como si lo estuviera. Uno o dos minutos más tarde se relajó. Anna vio que aflojaba levemente los hombros. Una mano de pelo gris avanzó y tocó el objeto de metal—. ¿Por qué envió el mensaje?

Ella guardó silencio durante unos minutos e intentó descubrir exactamente por qué había actuado de aquella forma.

—Nicholas me gusta, y la gente del servicio de información militar no me cae muy bien. Me obligaron a trabajar para ellos. La verdad es que eso no me gustaba; y vi a Nick después de que lo capturaran. Estaba asustado. Creo que nunca he visto a nadie tan asustado. Uno de los miembros del servicio de información dijo que Nick era un cobarde. Yo no pensaba igual. Me dije: él conoce a esta gente y sabe lo que le van a hacer, y es algo realmente desagradable.

El Primer Defensor pareció reflexionar. ¿Era así? ¿Estaba interpretando correctamente su expresión?

—Tiene razón cuando dice que Nicky no es un cobarde. ¡Ja! ¡Ésa es una palabra terrible! Pero tal vez usted no comprendió lo que veía. Iban a interrogarlo, miembro. Él debía saberlo. Era evidente. Y no le gusta que lo interroguen. —Volvió a hacer una pausa y pareció reflexionar otra vez. Luego se inclinó hacia delante y apoyó los brazos en la mesa. Anna tuvo la sensación de que había tomado alguna decisión—. Hace veinte años, cuando lo capturamos, era la primera vez que cogíamos a un enemigo que hablaba fluidamente nuestro idioma. Sabíamos que podía comprender nuestras preguntas, y que nosotros podíamos comprender sus respuestas. Era nuestra oportunidad para conseguir gran cantidad de información que no fuera ambigua.

»Nicky era irreemplazable. No podíamos probar con él nada que fuera experimental. Teníamos que… ¿cómo decirlo? Teníamos que movernos sobre seguro. Tuvimos que utilizar los métodos de interrogatorio más antiguos, seguros y mejor conocidos.

»¡Recuerde cuánto tiempo ha pasado! Ahora disponemos de drogas que hacen que a su gente le resulte difícil mentir o eludir las preguntas. Ahora tenemos equipos que indican si un humano está diciendo o no la verdad.

»En aquel entonces no los teníamos, y eran muchas las cosas que no sabíamos de la fisiología humana. —Vaciló un instante—. Utilizábamos el dolor. Es sencillo. Es fiable. Es universal.

Anna empezaba a sentirse mareada, y el hombre que estaba sentado ante la mesa le parecía cada vez más inhumano. Era corno la notable transformación de El retorno del hombre lobo, cuando Lewis Ibrahim se convertía en el propio escenario, ante los ojos del público, en un monstruo peludo.

La voz suave siguió sonando.

—Él era muy sensible a los métodos que utilizábamos, y conseguimos gran cantidad de información. La mayor parte era nueva, y no había forma de comprobarla. Pero sí pudimos comprobar parte de esa información, y descubrimos que estaba mintiendo. De modo que tuvimos que volver a interrogarlo; y al comprobar las nuevas respuestas, descubrimos nuevas mentiras. Nos llevó mucho tiempo tener la certeza de que decía la verdad; y en algún momento nos interesamos más en Nicky que en la información. Queríamos ver cuánto más podía soportar y qué intentaría a continuación. Nos dimos cuenta de que estábamos aprendiendo algo valioso sobre la psicología humana. —Hizo una pausa y miró el objeto que tenía entre las manos: el largo y delgado objeto de metal.

«Finalmente nos detuvimos. Creo que le sacamos casi todo cuanto tenía que decir, aunque no estoy del todo seguro. Es el mejor mentiroso que he conocido jamás.

»Aún tiene sueños relacionados con los interrogatorios. A veces se despierta y no se da cuenta de dónde está. Tiene los ojos abiertos, pero sigue soñando, y está muy asustado. Yo tengo que… ¿cuál es la expresión? Hablarle hasta que vuelve en sí. Trazarle un camino verbal que lo devuelva a la realidad.

—Habla como si usted hubiera estado allí en el momento en que ocurrió.

—¿Hace veinte años? ¿Cuando interrogamos a Nicky? Estaba allí. Siempre me ha interesado el género humano.

A Anna le pareció estar de pie al borde de un abismo. Si miraba hacia abajo, vería cosas retorciéndose en las sombras. ¿Si miraba hacia abajo? Maldición, lo estaba haciendo. ¿Por qué demonios aquellas dos personas estarían juntas? En realidad, no quería saberlo.

—La mayoría de las veces, puedo interpretar las expresiones humanas —afirmó el Primer Defensor—. Usted parece turbada. Debería estarlo. Ha interferido en una lucha entre hombres. Y al hacerlo ha ocasionado un problema y creado una obligación.