Levantó la vista con una extraña sonrisa.
— ¿Alguno de los presentes ha estudiado últimamente esta referencia?
El mar de caras permaneció desconcertado.
— ¿Nadie recuerda haberla visto nunca?
Kornhoer y otros dos levantaron precavidamente una mano.
— ¿Alguno sabe lo que quiere decir?
Las manos fueron rápidamente bajadas.
El thon contuvo una sonrisa.
— Está seguida de una página y media de matemáticas que no trataré de leer, pero trata nuestros conceptos fundamentales como si no fuesen en absoluto básicos, sino apariciones evanescentes que cambian con el punto de vista. Termina con las palabras: «por consiguiente», pero el resto de la página está quemado y con ella la conclusión. Sin embargo, el razonamiento es impecable, y las matemáticas, excelentes, por lo que puedo escribir yo mismo la conclusión. Parece ser la conclusión de un loco. Pero de todas maneras empieza con supuestos igualmente absurdos. ¿Se trata de un engaño? Si no lo es, ¿cuál es su lugar en todo el esquema de la ciencia de los antiguos? ¿Qué le sigue y cómo probarlo? Son preguntas que no sé contestar. Éste es sólo un ejemplo de los muchos enigmas expuestos por estos documentos que han guardado ustedes tanto tiempo. Razonamientos que nunca tocan la experiencia real son asunto de los angelólogos y teólogos, no de los físicos. Y sin embargo, documentos como éste describen sistemas que están fuera de nuestra experiencia real. ¿Estaban al alcance experimental de los antiguos? Ciertas referencias tienden a indicarlo. Un documento se refiere a la transmutación elemental, a la que hace poco declaramos teóricamente imposible, y después dice: «Ensayos experimentales». Pero ¿cómo?
»Quizá cueste generaciones valorar y comprender algunas de estas cosas. Es una lástima que tengan que permanecer aquí en este lugar inaccesible, porque se necesitará de un esfuerzo concentrado por parte de numerosos estudiosos para entender su significado. Estoy seguro de que comprenderán que su situación presente es inadecuada, por no decir inaccesible, para el resto del mundo.
Sentado en la plataforma, detrás del conferenciante, el abad empezó a agitarse esperando lo peor. Thon Taddeo, sin embargo, no hizo ninguna propuesta. Pero sus palabras siguieron dejando clara la opinión de que tales reliquias pertenecían a manos más competentes que las de los monjes de la Orden Albertiana de San Leibowitz, y que la situación, tal como prevalecía, era absurda. Notando quizá que la intranquilidad aumentaba en la sala, pronto llevó el tema hacia sus estudios inmediatos, que aparejaban una investigación más exhaustiva de la naturaleza de la luz de la que se había hecho antes. Varios de los tesoros de la abadía demostraban ser de mucha ayuda y esperaba encontrar pronto los medios experimentales para probar sus teorías. Después de mencionar los fenómenos de la refracción, hizo una pausa y dijo excusándose:
— Espero que nada de todo esto ofenda sus creencias religiosas.
Y miró a su alrededor zumbonamente. Al ver que sus caras todavía expresaban curiosidad, siguió hablando un rato y después invitó a la congregación a hacerle preguntas.
— ¿Acepta usted una pregunta de la plataforma? — preguntó el abad.
— Naturalmente — dijo el estudioso, con aspecto ligeramente dubitativo, como pensando: et tu, Brute.
— Me preguntaba qué hay en la propiedad refractible de la luz que le haga pensar que pueda ser ofensiva para la religión.
— Pues… — el thon hizo una pausa incómoda —. Monseñor Apollo, a quien usted ya conoce, se acaloró bastante con el tema. Dijo que la luz no pudo de ningún modo ser refractible antes del Diluvio, porque se suponía que el arco iris…
La sala se echó a reír con fuerza, ahogando el resto de las palabras. Cuando el abad les hizo una seña ordenándoles silencio, thon Taddeo estaba rojo como un pimiento y dom Paulo tenía dificultades para mantener su cara solemne.
— Monseñor Apollo es un buen hombre, un buen sacerdote, pero todos los hombres pueden mostrarse a veces terriblemente ignorantes, especialmente fuera de su campo. Lamento haber hecho la pregunta.
— La respuesta me tranquiliza — dijo el estudioso -; no busco enfrentamientos inútiles.
No se le hicieron más preguntas y el thon siguió con su segundo tema: el crecimiento y las actividades actuales de su colegio. El cuadro, tal como lo pintó, parecía alentador. El colegio estaba lleno de solicitantes que querían estudiar en el instituto. El colegio cumplía una función educacional al igual que de investigación. El interés por la filosofía natural y la ciencia aumentaba entre los laicos letrados. Al instituto se le dotaba liberalmente, lo cual era un síntoma de nueva vida y renacimiento.
— Podría mencionar algunas de las investigaciones corrientes y búsquedas hechas por nuestra gente — continuó —. Siguiendo el trabajo de Bret sobre el comportamiento de los gases, thon Wiche Mortoin investiga las posibilidades de la producción artificial de hielo. Thon Friider Halb busca los medios prácticos de la transmisión de mensajes por medio de variaciones eléctricas a lo largo de un cable…
La lista era larga y los monjes parecieron impresionarse. Estudios en muchos campos — medicina, astronomía, geología, matemáticas, mecánica — eran emprendidos. Algunos parecían poco prácticos y mal enfocados, pero la mayoría prometía grandes aportaciones al conocimiento y aplicaciones prácticas. De la búsqueda de Jejene del Universal Nostrum al atrevido asalto de Bodalk a las geometrías ortodoxas, las actividades del colegio exhibían un saludable anhelo para abrir los archivos privados de la naturaleza, cerrados desde que la humanidad quemara sus recuerdos institucionales y se condenara a la amnesia cultural hacia más de mil años.
— Además de estos estudios, thon Maho Mahh dirige un proyecto que busca una mayor información sobre el origen de la especie humana. Ya que ésta es principalmente una labor arqueológica, me pidió que buscase en su biblioteca cualquier material sugestivo sobre este tema, después que termine aquí mis propios estudios. Aunque quizá no debería seguir discutiendo sobre el tema, ya que es propicio a causar controversia con los teólogos. Pero si hay preguntas…
Un monje joven que estudiaba para el sacerdocio se levantó y fue reconocido por el thon.
— Señor, me pregunto si está enterado de las sugerencias de san Agustín sobre este tema.
— No lo estoy.
— Obispo y filósofo del siglo cuarto, sugirió que en un principio Dios creó todas las cosas en un embrión, incluso la fisiología del hombre, y que los embriones fecundaron, por decirlo así, la materia sin forma, que después, gradualmente, evolucionó hacia formas más complejas hasta llegar al hombre. ¿Ha sido considerada esta hipótesis?
La sonrisa del thon fue condescendiente, aunque de modo abierto no llamó infantil a la propuesta.
— Me temo que no, pero lo investigaré — dijo en un tono que indicaba que no lo haría.
— Gracias — dijo el monje y se sentó humildemente.
— Quizá la búsqueda más osada, sin embargo — continuó el sabio —, es la que dirige mi amigo thon Esser Shon. Es un intento de sintetización de la materia viva. Thon Esser espera crear protoplasma vivo sólo con seis ingredientes básicos. Este trabajo podría conducir a… ¿Sí? ¿Quiere hacerme una pregunta?