– Para eso he venido.
Llego el caviar y, mientras untabamos las tostadas con mantequilla, le pregunte:
– ?Tienes alguna idea de cuanto quiere?
– Mantuve la boca bien cerrada respecto a eso. No queria arruinar tu trabajo. No hice preguntas. Es toda tuya, Larry.
Extendi el caviar en la tostada.
– Eso podria ser delicado, Sydney -le dije-. ?Te das cuenta de que habra que desmontar el collar? No podremos venderlo asi, como esta. Podria haber publicidad y si Plessington ve la fotografia de otra mujer con el collar, la senora P. estaria acabada. Podria ser un gran negocio para nosotros: hasta podriamos llegar a vender los diamantes por dos millones de dolares, pero tendremos que estudiarlo con sumo cuidado.
Los ojos de Sydney se dilataron.
– ?Dos millones?
– Yo lo veo asi: primero hablo con la senora P. y le explico que si quiere vendernos el collar a nosotros le pagaremos un millon ochocientos mil dolares, es decir, lo mismo que ella pago por el. Por lo que me dices, le remarcare que la reventa del collar recibira la misma cobertura de prensa que cuando ella lo compro; cuando sepa esto, estara demasiado asustada como para dejar que lo vendamos tal como esta. Despues, le explicare que el collar perdera bastante valor al desmontarlo, y que al intentar vender las piedras por separado no podremos ofrecerle mas de novecientos mil… la mitad del valor original. Si esta de acuerdo, y podria estarlo, le pagas los novecientos mil y nos quedamos con el collar. -Levante una mano para que no me interrumpiera-. Dejame terminar. Deberias disenar un collar utilizando todos los diamantes de la senora P. Hare que Chan me haga el collar y buscare a alguien en Sudamerica, en la India, o en Medio Oriente y se lo vendere por dos millones. Entonces, habras ganado un millon cien mil dolares, lo que me parece un buen negocio.
Se reclino en su asiento, olvidando el caviar. Durante un momento, se quedo mirandome. Parecia trastornado.
– ?Pero no podemos hacer eso! ?No podemos ganar tanto a costa de esa pobre senora!
– Son negocios, Sydney -le dije, sirviendome mas caviar-. Preguntale a Tom si no podemos hacerlo.
Alzo las manos.
– Tom tiene alma de computadora y corazon de caja registradora.
– Y por eso estas comiendo caviar.
Se quedo pensativo.
– ?De veras crees poder vender el collar por dos millones?
– ?Por que no? -Estaba seguro de que no podria, pero era la carnada que queria usar con Sydney-. ?Hasta los Burton podrian querer comprarlo, pero de ti depende disenar un collar que haga palidecer a cualquier otro!
Se le ilumino la mirada. Era el tipo de desafio que le gustaba.
– ?Estoy seguro de que puedo hacerlo! ?Que maravillosa idea, Larry! ?Eres genial!
Vi que le habia convencido y empece a relajarme. Hicimos una pausa para beber el champagne y despues pase a andar por terrenos mas resbaladizos.
– Esto me llevara tiempo, Sydney. Tendre que viajar a Hong Kong. Chan tardara por lo menos un mes en hacer el collar. Y me llevara tres y hasta cinco meses venderlo. Mientras tanto, ?que pasara con la senora P.?
El me miro asombrado. No habia pensado en eso.
– ?Sabia que era demasiado bueno para ser cierto! ?Ella no puede esperar! ?No creo que pueda esperar ni una semana!
Vino el camarero y retiro los platos. Permanecimos en silencio hasta que volvio, sirvio el souffle de langosta y se retiro. Despues deje caer la bomba: sin saber si estallaria o no.
– Mira, Sydney, si vamos a hacer este negocio, tendras que prestarle el dinero hasta que el collar se venda.
Sydney abrio los ojos.
– ?Novecientos mil dolares? -Su voz se elevo hasta convertirse casi en un grito.
– Se lo prestas al seis por ciento y por ultimo vendes el collar a dos millones -le dije-. Preguntale a Tom si no es un negocio brillante.
– ?Pero no puedo prestarle todo ese dinero!
– No digo que lo prestes tu. Puede prestarselo la firma.
– ?Tom nunca, nunca le prestaria dinero a nadie, ni siquiera a Nixon!
– Muy bien, entonces tu le prestas el dinero. Tu banco te dara lo que falte. ?Que tienes que perder? Tendras el collar. Incluso si no puedo conseguir los dos millones por el, aunque creo que lo hare, conseguire lo que ella ha pagado. Aun entonces habras duplicado el dinero. Vamos, Sydney… ?Es una oportunidad unica en la vida!
Se llevo un trozo de souffle a la boca mientras pensaba, y de repente vi un brillo de avaricia en su mirada.
– Tom no tiene que enterarse de esto, ?no? Quiero decir… si yo pongo el dinero, dinero de mi cuenta personal, cuando vendas el collar ese dinero sera para mi… ?no es asi?
– Asi es… Menos el uno por ciento de comision para mi -dije, sin darle mayor importancia.
Me miro, sorprendido. Me di cuenta de que no habia pensado en pagarme la comision.
– Si… el uno por ciento para ti. -Por la expresion de su rostro supe que hacia calculos mentales.
– Tu me daras dieciocho mil dolares y deduciras los novecientos mil de la senora P. y le agregaras el seis por ciento por tu prestamo y en total recibiras ochocientos ochenta mil dolares, lo que me parece una buena ganancia.
Siguio pensando y luego dijo:
– Tengo una idea mejor, Larry, querido. Supongamos que tratas de convencer a la senora P. de que venda el collar por setecientos cincuenta mil dolares. Despues de todo, no es su dinero. Podria vender mercancia para cubrir esa suma y entonces el collar seria mio y no tendria que preocuparme por Tom, ?no te parece? Si lo hiciera y tu vendieras los diamantes por dos millones, podria ganar un millon y cuarto… Una buena suma, ?no?
– Pense que no querias obtener ganancias de esa pobre senora -le dije, tratando de aparentar sorpresa.
Sydney se movio incomodo en su silla.
– Despues de todo fuiste tu quien dijo que esto eran negocios. -Hizo una pausa para espiarme-. ?Crees que podrias convencerla de que vendiera a ese precio?
– No se pierde nada con intentarlo -dije, y termine mi souffle.
– Mira lo que puedes hacer manana, Larry. Estoy seguro de que podras conseguirlo. -Sydney hizo energicas senas al camarero para que trajera el cafe-. Escucha, Larry, te dire lo que hare… Si consigues el collar por setecientos cincuenta mil dolares te dare el dos por ciento de comision. Es mas que justo, ?no?
– Y mi pasaje a Hong Kong con todos los gastos pagados -dije, sabiendo que jamas iria.
– Por supuesto, querido mio.
– ?Terry esta al tanto del asunto de la senora P.?
– ?Ni menciones a ese miserable! ?Debo deshacerme de el! -Sydney se ofusco; estaba muy molesto-. ?Se esta volviendo bastante imposible!
– Eso no importa… ?Esta al tanto?
– ?Claro que no!
– ?Estas seguro? La senora P. fue a verte. ?No quiso saber que queria ella?
– ?Ni siquiera nos dirigimos la palabra!
– ?Y no puede haberte oido? -Terry me inquietaba. Sabia demasiado sobre diamantes.
– No… no. Cuando la senora P. vino a verme, el estaba ocupado con un cliente.
– Muy bien, no debe enterarse, Sydney. De hecho, nadie debe saberlo, si no Tom acabara por enterarse. En realidad, esto tendriamos que hacerlo por medio de la firma. Tom tendra razon en enfadarse si averigua lo que planeamos.
– Sydney volvio a moverse, incomodo. Lo sabia tan bien como yo.
– Si compro el collar con mi propio dinero, Tom no tiene nada que ver -declaro, en tono desafiante.
– Pero la senora P. es clienta de la firma -senale-. Queria producirle culpabilidad-. Mira, Sydney, para que la firma quede completamente fuera de todo esto, tendras que disenar el collar en tu casa y no en la oficina. Si consigo el collar sera mejor que lo guardes tambien en tu casa y no en la oficina.
El no debia saberlo, pero aquello era parte esencial de mi plan.
No dudo ni un instante.
– Si… lo mantendremos entre nosotros. -Me miro, con confianza-. ?Me ayudaras con el collar, Larry?