Me volvi hacia Fel.
– ?Puedes encontrar a alguien que trabaje contigo? Estoy cansandome de ella. Despues de todo, dos hombres son mejores que uno y una perra llena de sospechas.
Fel sonrio.
– No le hagas caso. Siempre habla de mas. Estaremos en el motel el martes.
– Si no tengo noticias vuestras el martes despues de la medianoche, sabre que no tuvisteis el coraje y buscare a otras personas.
Y con estas palabras me retire.
Durante los cinco anos que habia trabajado con Sydney, tuve miles de oportunidades de ir a su casa. El portero, Bert Lawson, me conocia y me saludaba siempre con mucha amabilidad.
A las diez de la noche, se cerraban con llave las puertas de cristal de la entrada. Lawson se retiraba a su diminuta conserjeria y se pasaba el resto de la noche viendo la television. Solo aparecia para abrir la puerta a alguna visita ocasional y para atender al telefono, que rara vez sonaba.
Los cuatro ricos propietarios, incluyendo a Sydney, tenian su llave de la entrada. Aparte de Sydney, los otros tres eran personas mayores y casi nunca salian de noche. La cerradura de la puerta de entrada era una Yale. Lawson la trababa cuando era hora de cerrar y solo podia abrirse con una llave. No habria ningun problema cuando fuera a ver a Sydney despues de las diez. Lawson me dejaria entrar. Subiria en el ascensor hasta el ultimo piso y atravesaria el pasillo. Para entonces, Lawson ya habia vuelto a la porteria a ver la television. Lo unico que tenia que hacer era volver a la entrada sin que me viera, sacar la traba y volver a subir por la escalera al apartamento de Sydney.
Sydney tambien tenia una cerradura Yale en la puerta. Como siempre olvidaba la llave, rara vez dejaba la puerta cerrada, sabiendo que la entrada al edificio estaba siempre vigilada y, durante la noche, trabada. Si aquella noche hallaba alguna excusa para cerrarla, yo me las ingeniaria para abrirla. Podria dejar mi maletin en el vestibulo y salir a buscarlo mientras el estuviera en su despacho y asi tendria la oportunidad de hacerlo. Era esencial que Rhea y Fel entraran en el apartamento y sorprendieran a Sydney. Estaba seguro de que se desmayaria de miedo. Temblaria con solo ver un arma. Estaba convencido de que no tendria problemas con el, pero, para evitar toda sospecha, tendria que hacerme el valiente. Tendria que recibir algun golpe de Fel con la pistola. Aquella idea no me gustaba demasiado, pero resultaba esencial para mantenerme libre de toda sospecha. Ya habia sufrido una contusion en el accidente. No debia golpearme en la cabeza sino en la cara.
Todas estas ideas rondaban mi cabeza mientras me dirigia de vuelta a Paradise City. Estaba convencido de que tanto Rhea como Fel estaban de acuerdo, a pesar de las sospechas de ella. Pero si creian que iba a dejarlos marchar con un millon ochocientos mil dolares en diamantes estaban mal de la cabeza.
La trampa del plan consistia en hacer que robaran el collar de vidrio. Durante el vuelo de regreso a Paradise City habia empezado a darme cuenta de que tenia ciertas dudas respecto a Rhea. Ahora, mientras volvia en el Buick me pregunte si de veras queria enredarme con ella. La deseaba mucho, si, pero descubri que deseaba mas el millon ochocientos mil dolares. Podia haberla poseido como la prostituta que era, lo habria hecho, pero me habia dado cuenta de que era una mujer dura, sin ningun atisbo de sentimientos en su interior. A cada kilometro que me alejaba, me convencia mas la idea de utilizarlos tanto a ella como a su hermano. Pero, a diferencia del estupido de su hermano, ella sospechaba. Tendria que manejarla muy cuidadosamente el miercoles por la noche.
Seria un gran fracaso que oliera a gato encerrado y se negara a hacer el trabajo. Sin ella y Fel el plan no tenia sentido.
No podia andar buscando por ahi a dos tipos que robaran una joya para mi.
Todo dependia entonces de como la manejara el miercoles por la noche. Estaba seguro de que iria al motel, pero para entonces ya habria tenido tiempo de reflexionar y tratar de averiguar por que le habia ofrecido estupidamente medio millon. Por la expresion de sus ojos, note que no la habia convencido mucho mi explicacion.
Sin embargo, estaba seguro de algo: nunca se le ocurriria que el collar era falso. Como iba a dejarles llevarse el collar, pensaba que sus sospechas se aquietarian. Dejar que se llevaran el collar era el anzuelo para que cayeran en la trampa y estaba seguro de que ella no reconoceria ese anzuelo. Pensaria que llevaba las de ganar con el collar en su poder. Estaria segura de que asi yo no podria hacerle una jugada.
Cuando llegue a la tienda el martes por la manana, Jane Barlow, mi secretaria, me dijo que Sydney no iba a ir a trabajar. No se encontraba bien. Supe que estaria luchando con el diseno del collar y que le resultaba dificil. Pense en llamarlo, pero con Terry observandome todo el tiempo decidi que lo llamaria durante la hora del almuerzo.
La manana fue bastante movida y vendi un broche de diamantes, un brazalete y un anillo de compromiso antes del almuerzo.
Llame a Sydney desde un telefono publico. Parecia deprimido.
– Larry, querido, esto no va a ser facil. Lo he intentado una y otra vez todo el fin de semana y estoy empezando a desesperarme.
Eso no era muy propio de Sydney, pero sabia que era un trabajo dificil.
– No es facil hacer dos millones de dolares, Sydney -le dije-. ?Tienes algo que ensenarme esta noche?
– ?Ensenarte? -pregunto, elevando el tono de su voz hasta casi convertirlo en un grito-. ?Cientos y cientos de disenos y ya estoy cansado de tanto mirarlos!
– No te preocupes. Estare ahi como a las nueve y elegiremos… ?te parece?
– ?Pareces tan confiado! Si… hare que Claude prepare una buena cena… Ven mas temprano, a las ocho.
– Lo siento, pero tengo otro compromiso. Te vere a las nueve. -Y corte.
Queria que fuera bastante tarde cuando nos pusieramos a trabajar en el collar, era esencial para mi plan.
Claude, un homosexual gordo y gentil, habia trabajado con el chef del Maxim's de Paris. Cocinaba excelentemente y mantenia el lujoso hogar de Sydney inmaculado con la ayuda de dos mujeres de color que se encargaban del trabajo pesado. Aquella noche, al filo de las nueve, abrio la puerta y me recibio con una sonrisa. Yo era uno de sus raros favoritos.
– Buenas noches, senor Larry. Permitame decirle que me alegro de que este mejor. -Su satisfaccion era autentica-. Pase, por favor, el senor Sydney lo esta esperando. -Bajo el tono de voz y agrego-: La cena esta casi lista, asi que no se retrasen con los aperitivos.
Le dije que no se preocupara y me dirigi al inmenso salon donde halle a Sydney en su mesa de trabajo con un martini doble.
– ?Larry! ?Me alegro de verte!… ?Esto es el infierno! Ven y mira.
Me acerque al bar y me servi una generosa cantidad de martini; despues, me deje caer en uno de los enormes sofas.
– Ahora no, Sydney. Primero, comamos. Tenemos toda la noche por delante.
– La cabeza me da vueltas como un trompo. -Sydney cogio su bebida y se sento junto a mi-. Empiezo a preguntarme si esto resultara. ?Anoche no pude dormir! ?No podia dejar de pensar que le he dado a esa mujer tres cuartos de millon! ?No debo de estar en mis cabales! Comienzo a preguntarme si recuperare mi dinero alguna vez…
– Calmate, lo recuperaras y mucho mas tambien. No enloquezcas, Sydney. Lo resolveremos despues de la cena. -A pesar de que no lo note muy interesado, le conte lo sucedido en la tienda durante el dia, lo que habia vendido, quien lo habia comprado y toda la gente que habia preguntado por el.
Seguimos conversando y bebiendo hasta que Claude nos aviso de que la cena estaba lista. Fue una comida extraordinaria: huevos rellenos seguidos de noisette d'agneau Edouard VII, una de las grandes especialidades de Maxim's.
Despues de cenar, volvimos al salon. Oi a Claude retirarse y el click de la puerta. Me pregunte si habria corrido el pestillo.
– Voy un momento al bano -dije a Sydney-, y luego nos pondremos a trabajar.
Mientras Sydney se dirigia a su mesa de trabajo, fui al vestibulo y comprobe que la puerta no estaba trabada. Luego fui al bano, hice correr el agua y volvi al salon.