La siguiente media hora la dedicamos a hojear los disenos de Sydney. Para mi, todo aquello era una perdida de tiempo pues sabia que no habria collar alguno, pero tenia que representar mi papel. Entre todos los disenos, seleccione tres que se acercaban bastante a la idea.
– ?De veras lo dices, Larry? ?No lo haces por amabilidad? -Sydney me miro con ansiedad.
– ?Trabajas con el collar al lado?
– Eh… no. -Me miro sorprendido-. Lo tengo en la caja fuerte.
– ?Ahi esta! -exclame-. ?Por eso tienes tanto problema! Trae el collar y colocalo sobre la mesa. Te inspirara.
Me miro y su rostro se ilumino con una sonrisa de alegria.
– ?Nunca se me habia ocurrido! ?Que inteligente! ?Tienes razon!
Paso a descolgar el Picasso y abrir la caja. A pesar de que sabia que confiaba plenamente en mi, mantuvo su cuerpo entre la caja y yo para que no pudiera ver como la abria. Habia gastado mucho dinero en aquella caja y su clave era su exclusivo secreto.
Puso el collar sobre la mesa. Cambie de posicion la lampara para que la luz diera directamente sobre las piedras falsas. Parecian verdaderas.
Se sento y permanecio algunos minutos observando el collar, despues tomo el diseno mejor y lo estudio.
– Tienes razon, Larry, querido. Aqui me he equivocado de gradacion. ?Que estupido! Si, creo que puedo hacer algo mejor que esto. -Se puso a bosquejar mientras yo fumaba y lo observaba. En media hora, despues de tres intentos fallidos, produjo un diseno tan impresionante que pense que si no aplacaba un poco su entusiasmo no habria necesidad de una segunda reunion y tenia que haber una segunda reunion sin duda.
– ?Esto es! ?Lo siento! ?Miralo! -exclamo, entusiasmado.
Por supuesto que estaba en lo cierto.
– Es bueno -dije, con tono indiferente.
– ?Bueno! ?Pero no ves como puse la piedra mas grande! ?Por que no habia pensado en eso antes?
– Es excelente. -Despues, frunci el ceno.
– ?No crees que esta bien? -me pregunto, ansioso.
– Casi. Podria venderlo por un millon y medio, pero nosotros queremos dos millones.
– No pienso comprar mas piedras -declaro Sydney, con voz opulenta-, si eso es lo que estas pensando.
– No… no. Claro que no. La disposicion es perfecta. Pero no me convence el diseno. Tal vez sea demasiado clasico. No debemos apresurarnos en esto, Sydney. Dejame pensar. Vendre a verte el viernes por la noche. Para entonces, estoy seguro de que habremos hallado la solucion.
– ?El viernes por la noche? -Abrio su agenda y la consulto-. El viernes no. Tengo una cita para ir a cenar y no puedo cancelarla. El jueves esta bien.
– De acuerdo. -Me puse de pie. Estaba pensando que tendria todo el miercoles y el jueves hasta las diez de la noche para atar cualquier cabo suelto… Era mas que suficiente-. Estare aqui a las diez. Luego, el siguiente paso es Hong Kong.
– Ven mas temprano, Larry. Claude te preparara algo especial.
– Lo siento, pero no puedo venir mas temprano. Voy a cenar con los Johnson… ?Que Dios me ayude! Ella esta interesada en un broche de diamantes. Cuando sepa mas o menos lo que quiere, te pedire que hagas los disenos.
– Esa vieja asquerosa… -Sydney suspiro-. Siempre los viejos y gordos.
– Son los que tienen dinero.
Guarde el diseno en mi cartera.
– ?Como te sientes, Larry? Pareces demacrado -me comento Sydney mientras me acompanaba hasta la puerta.
– Muy bien. Estoy cansado. Cuando hayamos vendido este collar, creo que hare un crucero… Si no tienes inconveniente, claro.
– Si vendes este collar, querido, podras irte a la luna si quieres, que yo pagare los gastos.
Cuando cerro la puerta principal, me quede a escuchar si ponia o no la traba. No lo hizo.
Todo parecia estar a mi favor.
Regrese a mi apartamento a eso de las once y veinte. Me prepare un whisky con soda y me sente a esperar.
Suponiendo que Rhea y Fel participaran en el asunto, estaba seguro de que podrian entrar en el edificio y en el apartamento de Sydney sin problemas.
Recorde que Rhea tenia antecedentes. Debia usar guantes. Si dejaba una sola huella, todo mi plan se derrumbaria pues estaba convencido de que si los atrapaban me delatarian.
?Pero entraria la policia en todo aquello?
La posicion de Sydney no era muy solida. Si llamaba a la policia, Plessington se enteraria de que su esposa habia vendido el collar. Esto no le preocuparia mucho, pero si que se enterara su socio Tom Luce. Esto podria causar un dano irreparable entre ellos, pues tanto Sydney como yo sabiamos que su conducta carecia de toda etica. Luce era duro y no perdonaria a Sydney facilmente y sabia que Sydney querria evitar eso a toda costa. Tom era mas importante para el que mis conocimientos.
?Pero estaria dispuesto Sydney a perder tres cuartos de millon sin hacer nada al respecto? A pesar de que sabia que era inmensamente rico, perder una suma asi era desgarrador. Despues de meditarlo, llegue a la conclusion de que no haria nada para no enfrentar la ira de Tom Luce y el dano que la senora P. podria ocasionar entre sus ricos clientes si decia que Sydney no era fiable. Si a el no se le ocurria, yo se lo senalaria.
Si no llamaba a la policia, yo estaria a salvo. Venderia el collar piedra por piedra, guardaria el dinero en Suiza, seguiria trabajando para Sydney tres o cuatro meses mas y luego alegaria mala salud y me despediria. Despues, me iria a Europa y me instalaria en algun lugar, tal vez en los Alpes suizos, con un millon de dolares.
Recorde a Rhea y a Fel. ?Como reaccionarian al enterarse de que habian robado cristal y no diamantes? Aquellos dos podian ser tan perversos y peligrosos como Spooky. Al estar comprometidos en el robo, no se preocuparian por delatarme sino que vendrian a buscarme.
Pense en eso. Despues recorde que Fel iba a golpearme con la pistola para evitar cualquier sospecha sobre mi. Sacaria ventaja de ello. Podria alegar que mis nervios habian quedado destrozados e intentar huir de inmediato. De esa forma, Rhea y Fel tardarian al menos diez dias en descubrir que habian robado una imitacion. Para entonces, yo estaria ya en Europa, bien lejos de sus vengativas manos. Entonces, le escribiria a Sydney despidiendome definitivamente.
Permaneci sentado meditando, con el vaso en la mano, cuando a las doce y tres minutos sono el telefono.
Mi pulso no era muy firme cuando levante el auricular.
– Habla Carr.
– Bungalow 35 -dijo Fel.
Contuve el aliento.
– ?Ella entra?
Fel rio.
– ?Que te parece?
– Manana, a las diez de la noche -dije, y corte.
El dia siguiente se hizo interminable. Por suerte, no tuvimos mucho trabajo en la tienda y pude dedicarme a pensar.
Terry habia estado observandome. Por fin, sintio curiosidad y se acerco a mi escritorio.
– ?Tienes algo en mente, Larry? -me pregunto, estudiandome con sus ojos malignos-. Estas muy pensativo.
– Me duele la cabeza -conteste, para dejar bien en claro que mi salud no se hallaba muy bien.
– Lo siento. -Lo sentia tanto como un hombre que se encuentra un billete de cien dolares en la calle-. Regresaste demasiado pronto. No entiendo por que Sydney te necesitaba tanto. A veces es tan desconsiderado… Yo era capaz de llevar tu trabajo y el mio. ?Por que no te vas a casa y tomas algo para la jaqueca? La senorita Barlow y yo nos arreglaremos.
Estaba a punto de mandarlo a la mierda cuando me di cuenta de que fingir que me encontraba mal podia favorecer mis planes.
– Creo que lo hare. -Me puse de pie-. Si crees que puedes arreglarte.
Por la expresion de sorpresa de sus ojos, comprendi que no esperaba aquella reaccion. Sin Sydney y ahora tambien sin mi iba a tener mucho trabajo.
Pero era un desafio que aceptaba con gusto. Mientras me dirigia al aparcamiento, me pregunte como le iria a Sydney con el diseno. Pense que tenia que avisarle de que me marchaba a casa. Le llame desde un telefono publico.
– Sydney, tengo una jaqueca terrible. Terry dice que puede arreglarse solo, asi que me voy a casa.
– ?Pobrecito! Ve tranquilo. Ire a la tienda enseguida… No puedo dejar a Terry a cargo de todo. Tengo cuatro disenos magnificos. ?Te encantaran! ?No quieres venir a verlos esta noche?