– Prefiero que no. Quiero descansar, si no te molesta.
– Si, hazlo.
No regrese a mi apartamento inmediatamente. Fui al banco y saque tres mil dolares en cheques de viaje. Despues, visite a mi agente de viajes y le pregunte por los vuelos a San Francisco. Habia uno que salia el viernes por la manana hacia las cinco. Le pregunte si era necesario hacer una reserva pero me dijo que a aquella hora no habia problemas.
Regrese a mi apartamento y me sente a planear el robo. Al mediodia, mande a buscar sandwiches y, para las tres, estaba satisfecho de haber resuelto todos los detalles.
Sydney me llamo a las cuatro para preguntarme como me encontraba. Le dije que se me habia pasado el dolor de cabeza pero que todavia me sentia un poco tembloroso.
Quiso saber si estaria bien el jueves por la noche y le asegure que al dia siguiente estaria en mi escritorio a la hora de siempre.
A las ocho, fui al restaurante de la esquina a comer algo y volvi a casa a ver la television hasta las diez menos cuarto. Saque el bolso con la peluca, las gafas de espejo y la chaqueta roja (sin el revolver de juguete), baje al garaje y me dirigi al motel Pyramid. Habia elegido aquel motel para los Morgan porque tenia cabanas independientes y era frecuentado por la gente joven que recorria Miami. Si Rhea y Fel se habian comprado la ropa adecuada, pasarian inadvertidos entre ellos.
Aparque el coche fuera del motel y entre andando. No me resulto dificil encontrar el bungalow 35. Cada cabana tenia un numero bien iluminado.
El aire de la noche estaba lleno de los sonidos procedentes de radios y televisores. Nadie me vio llamar a la puerta de la cabana 35, que se abrio inmediatamente, ya que Fel me aguardaba con impaciencia. Entre en el cuarto y Fel cerro la puerta.
Por un momento, no reconoci a Rhea cuando la vi de pie junto a la mesa, mirandome con sus ojos verdes y frios. Llevaba un traje pantalon rojo sangre con el cuello y los punos blancos. Tenia el cabello limpio y recogido en lo alto de la cabeza. Al verla, volvia a sentir la corriente de deseo en mi interior y supe que ella lo habia percibido por su burlona sonrisa. Mire a Fel. Hasta el tenia un aspecto presentable. Se habia cortado el pelo y vestia una chaqueta beige deportiva y un par de pantalones verde oscuro. Un sueter de cuello polo completaba el atuendo.
– Los dos estais bien -dije, apoyando el bolso sobre la mesa-. ?Teneis algo mas de ropa?
– Si. Pensamos que esta ropa seria muy facil de describir a la policia -dijo Fel, sonriendo-. Despues del trabajo nos haremos hippies.
«Bueno, por lo menos usan la cabeza», pense.
Fui a sentarme.
– Como estais aqui los dos, presumo que la operacion sigue adelante… ?no es asi?
– Estamos aqui para escucharte -repuso Rhea, con frialdad-. Describenos toda la operacion, luego decidiremos.
Esperaba que dijera eso y me encogi de hombros.
– El trabajo se hara manana por la noche.
– ?Manana por la noche? -repitio Fel, levantando la voz-. Es un poco apresurado, ?no te parece?
– ?Que importancia tiene si es manana o la semana que viene? Lo tengo todo organizado. Cuanto antes se haga, antes conseguiremos el dinero.
Fel miro a Rhea.
– Dejale hablar -dijo ella, sentandose lejos de mi y encendiendo un cigarrillo.
– Manana por la noche, exactamente a las diez y media, llegareis a Wellington Court, Roosevelt Boulevard. -Saque una hoja de papel doblada de mi cartera y la puse sobre la mesa-. Lo he escrito todo aqui, con las indicaciones para llegar. Manana por la manana, id a reconocer el lugar: pasad por alli para estar seguros de encontrarlo por la noche. A esa hora de la noche habra varios sitios para aparcar alli. Dejad el coche y andad con indiferencia hasta la puerta de entrada. La encontrareis abierta. Subid rapidamente por la escalera. No utiliceis el ascensor. El sereno estara en la porteria viendo la television y el ascensor puede originar interferencias en la pantalla, asi que usad la escalera. Cuando llegueis al ultimo piso, torced a la derecha y vereis la puerta de entrada de Fremlin… la numero 4. La puerta estara desatrancada. Abridla sin hacer ruido y entrad. Os encontrareis en un pequeno vestibulo que esta frente a la puerta que da a la sala. Escuchad detras de la puerta. Me oireis hablar con Fremlin. Despues, entrad. Hacedlo rapido, con las armas en las manos gritando que nos quedemos quietos. No teneis que preocuparos por Fremlin. Se quedara petrificado, muerto de miedo. Aqui viene la parte mas dificil de la operacion. -Me volvi para mirar a Fel, que estaba sentado con los codos apoyados sobre las rodillas, la cara sobre las manos, escuchando con total concentracion-. Tendre que hacerme el valiente. Eso evitara cualquier sospecha que me relacione con el robo, y eso es esencial para que pueda vender los diamantes. Yo saltare sobre vosotros. Tu me golpearas en la cara con el arma.
Fel me miro, boquiabierto.
– Un golpe en la cara con la pistola puede hacerte dano -dijo.
– Lo se, pero hay que hacerlo y de manera convincente. No me pondre a llorar por perder un diente. Un millon es mucho dinero.
– ?De veras quieres que te pegue con el arma?
– En la cara, no en la cabeza. Quiero dejar eso bien claro. No en la cabeza sino en la cara, ?entendido?
– ?Por que no cuidar las apariencias y recibir el golpe en la cabeza? -pregunto Fel, con el ceno fruncido.
– Porque sufri una conmocion y seria peligroso recibir otro golpe en la cabeza.
– Si… -Miro a Rhea, pero ella permanecia inmovil, con la mirada atenta y la expresion indiferente.
– Caigo al suelo -prosegui-. Vosotros dos os encargais de Sydney. Llevad una cinta adhesiva de unos cinco centimetros de ancho. Atadlo y tapadle la boca. Hace lo mismo conmigo. Encontrareis el collar sobre la mesa. Cogedlo y marchaos. -Hice una pausa-. Eso es todo. Es bastante claro. No habra ningun tipo de lucha, ni policia y si nos atais bien, tendremos que esperar hasta que llegue el criado de Fremlin, a las ocho de la manana siguiente, para que nos suelte. -Encendi un cigarrillo y luego pregunte-: ?Alguna pregunta hasta aqui?
– ?Quieres preguntar algo? -le dijo Fel a Rhea-. Para mi todo esta bien.
– Todavia no. -Tiro la ceniza sobre la alfombra-. Sigue hablando -me dijo.
– Debereis tener una coartada -continue-. Vuestra historia sera que dejasteis Luceville el lunes por la tarde para viajar a San Francisco. Rhea creia que alli podia encontrar un trabajo y tu la llevaste. Esto explicara por que vuestro bungalow permanecio cerrado dos dias y la noche del robo. Rhea tomara el avion hacia San Francisco a las cinco de la manana del viernes. Tu, Fel, regresaras a Luceville en cuanto termine el robo. Deberas estar alli el viernes por la noche. Comenta con cualquiera que se interese que Rhea se ha ido a San Francisco a conseguir trabajo. No creo que necesiteis la coartada, pero debeis tener una por si acaso.
– Si-asintio Fel-. Es sensato.
Saque los cheques de viaje de mi cartera y se los arroje a Rhea.
– Esto cubrira tus gastos. No habra problemas para conseguir pasaje para San Francisco; da un telefono y una direccion falsos. Ve a esa hora. Alojate en un hotel modesto y busca trabajo. Sera importante, en caso de que la policia llegue a investigar. Al cabo de diez dias, regresa a Luceville… Antes no… ?Entiendes? diez dias.
Ahora, hizo su primera pregunta.
– ?Y que pasa con el collar? ?Te lo metemos en el bolsillo antes de desaparecer para que luego puedas venderlo?
– Si crees que eso es una buena idea estando Sydney mirando, estas mal de la cabeza -le dije, alerta-. Os llevareis el collar. Te lo llevas tu o se lo lleva Fel y lo esconde en el bungalow. Lo decidis vosotros.
Me miro, entrecerrando los ojos
– Confias demasiado en nosotros, ?no? Supon que nos vamos con el collar. Harias un estupido papel, ?no?
– Supongamos que lo hicierais -le dije, sonriente- ?Creeis que podriais venderlo? Hay que desmontarlo. Muy bien, lograis desmontarlo. Queremos obtener un millon por la operacion. Os resultara muy dificil encontrar un perista que lo venda y, si lo hiciera, os robaria como un loco. Por eso puedo confiar en vosotros. Yo conozco a las personas que pagaran el mejor precio por las piedras sin hacer preguntas… y vosotros no. Asi de simple.