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A mí me pareció ridículo. Le dije que no me creía que el MI5 quisiera asegurarse su silencio con una trampa que lo inculpara de un asesinato tan prominente. Él insistió, se puso nervioso y se sulfuró, y, hasta en algún momento, casi estuvo al borde de las lágrimas. De pronto me vi a mí misma como una arrogante estudiante de Derecho, sentada en un sucio café corrigiendo a un tipo viejo y sonrojado que estaba contando su vida.

Meehan insistía en que su vida tenía sentido. No estaba preparado para aceptar que su vida, como la mayoría de vidas ricas en experiencias, no era más que una serie de contratiempos entre la comedia y la tragedia hilvanados sobre un patrón sin sentido. Alguien sabía lo que estaba ocurriendo y lo había tramado todo. Con su búsqueda del misterioso instigador, daba la sensación de que estaba insistiendo en probar la existencia de Dios.

Nos acabamos el té y los cigarrillos, y nos despedimos de mal humor. Él me ignoró durante todo el resto del verano. Cada vez que pasaba frente a él al pie de las escaleras, cuando subía a ver a mi madre, se ponía a arreglar sus pilas de libros o miraba a lo lejos con los ojos apretados, como si viera a algún amigo imaginario. Y yo siempre lo saludaba sólo para ver cómo me desdeñaba.

Al hacerme mayor, acabé dándome cuenta de que no hay nada que silencie con más eficacia una verdad incómoda que el ridículo. Su historia era lo bastante inverosímil como para ser cierta.

Meehan siguió contando su historia. Se la contaba a todo aquel con quien se cruzaba.

Murió de cáncer de garganta en 1994.

AGRADECIMIENTOS

Este libro no habría podido existir sin el esfuerzo y los conocimientos de Selina Walter, a quien nunca agradeceré lo bastante su paciencia y su agudeza. Katrina Whone, Rachel Calder y Reagan Arthur también fueron buenos guías más cerca del final.

Mucha gente me ha ayudado en mi investigación. Debo agradecimientos y almuerzos a Stephen McGinty, a Linda Watson-Brown y Val McDermid, quienes me dieron información inestimable sobre la vida en la redacción de un periódico a principios de los ochenta; también, a Kester Aspden, por los materiales que tuvo la amabilidad de facilitarme sin pedir nada a cambio.

La inspiración de la narración surgió de la brillante obra de la doctora Clare McDermid sobre la construcción social de los delincuentes menores de edad, la mayor parte de la cual se tuvo que recortar, pero que, sin duda, aparecerá en otro proyecto en fechas futuras.

Gracias también a Terry Considine, que hizo lo que siempre acostumbra a hacer y me dio consejos legales. ¿O tal vez no lo hiciera esta vez? No me acuerdo. Tal vez fue Philip Considine o John Considine quien me dio los consejos legales. Y si fue así, todo estará mal porque ninguno de los dos es abogado. Tal vez fuera la tía Betty Considine. ¿Existe alguna convención europea relativa a las tacitas de té con plum cake?

Buena parte de mi eterna gratitud es para Stevo, Monica y Edith, por su apoyo durante los momentos más temibles de unos tiempos maravillosos.

Denise Mina

Denise Mina nació en Glasgow en 1966. Debido al trabajo como ingeniero de su padre, la familia le siguió por toda Europa, cuando el boom del petróleo en el Mar del Norte en los años 70. En dieciocho años se trasladaron veinte veces, desde París a la Haya, a Londres, a Escocia y a Bergen. Mina dejó la escuela a los dieciséis años e hizo toda serie de trabajos mal pagados: en una empresa cárnica, en un bar, pinche y cocinero. Finalmente trabajo como enfermera auxiliar para cuidar pacientes terminales en un geriátrico. A los 20 años aprobó los exámenes para estudiar Leyes en la Universidad de Glasgow. Fue para su tesis posgrado para la Universidad de Strathclyde cuando investigó sobre las enfermedades mentales de las mujeres delincuentes, enseñando criminología y derecho penal mientras tanto. Durante este tiempo escribió su novela Garnethill, que ganó el premio de la Asociación de Escritores del Crimen John Creasy Dagger. Es la primera de una trilogía completada con Exile y Resolution. Posteriormente escribió una cuarta novela Sanctum y en el 2005 The field of blood (Campo de sangre) con la que comenzó una serie de cinco libros sobre la vida de una periodista Paddy Meehan.

También ha escrito comics y durante un año escribió Hellblazer una serie de John Constantine para Vértigo. Publicó una novela gráfica fuera de serie sobre una oleada de violencia llamada A Sickness in the family. En el 2006 escribió su primera obra teatral, Ida Tamson, una adaptación de una historia corta que fue representada en una serie durante cinco noches en Evening Times. Además escribe historias cortas publicadas en diferentes colecciones, historias para la BBC, Radio 4 y contribuye en algunos programas de TV y radio. Actualmente está escribiendo una adaptación de la obra Ida Tamson para el cine y varios proyectos más.

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