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Antes de que Nick pudiera contestar el organista tocó un acorde, poniendo de pie a todo el mundo

Nick se dio la vuelta. Descubrió a Verónica Grant entre la gente y ésta le guiñó un ojo. Él se alegraba de que ella hubiera decidido quedarse a trabajar con ellos.

Detrás de Verónica había un montón de rubias que se parecían todas, con quienes había salido alguna vez, pero la mayoría estaban casadas ya. Una de ellas lo miró como diciendo: Ya lo ves, Nick Jefferson. Finalmente has encontrado a tu pareja y estamos aquí para aplaudirte.

Entonces, se oyó un murmullo mezclado con una obra de Wagner, Lohengrin. Era Cassie, del brazo de Matt, que parecía flotar caminando hacia el altar. La seguían Sadie, Beth, como dama de honor, y el pequeño George que iba de su mano.

Cassie le dio el ramo a Beth, luego se giró hacia Nick, sus ojos dorados brillaban con felicidad al levantarse el velo. Ella era su pareja, pensó él. En todo sentido. Era increíble que él se hubiera pasado años saliendo con mujeres que parecían la mujer ideal para él, y sin embargo jamás había entregado su corazón hasta conocer a Cassie, tan distinta a ellas.

No había podido evitar enamorarse de ella, simplemente.

– ¿Qué ocurre? -susurró Cassie-. ¿Por qué me miras así?

Él negó con la cabeza.

– Estaba pensando en nuestra luna de miel y en lo bien que nos lo vamos a pasar intentando traer un souvenir.

Entonces el obispo carraspeó para que le prestasen atención.

– Queridos hermanos, estamos aquí…

Liz Fielding

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