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– Pero ¿por qué no hablaste de la conversación telefónica con el agente inmobiliario cuando te metieron en prisión preventiva? -preguntó Guðni-. Tenías preparada una coartada y no la utilizaste.

Markús sonrió algo burlón.

– En un primer momento, no sabía que el agente inmobiliario tuviera un número privado. Cuando se descubrió, no quise despertar sospechas recordando en un abrir y cerrar de ojos quién me había llamado. Tenía que esperar, pensé que aquello haría mi historia más verosímil. Creo que lo conseguí. Sobre todo, no quería mencionar a nadie en relación con esa noche de otros tiempos, porque se suponía que yo estaba dormido en mi cama, completamente borracho.

– ¿Y las muestras biológicas? -preguntó Guðni-. ¿Qué hay del pelo que encontraron en el sexo de Alda? ¿Se te pasó eso por alto?

– Yo amaba a Alda -dijo Markús, y la sinceridad de sus palabras era evidente. Þóra carraspeó suavemente-. Siempre la he querido. Pero ella no me hacía ningún caso. Perdí la cabeza e hice lo que siempre había deseado. Llevaba veinte años esperando y aquella era la última oportunidad. La penetré, pero me contuve en el último momento. Me di cuenta del riesgo que corría y me controlé. La vestí de nuevo, pero debió de caérseme ese pelo -miró a Þóra y luego a Guðni-. Debo aclarar que estaba viva cuando lo hice. Estaba inconsciente, pero no muerta. En caso contrario, nunca habría hecho algo así.

Guðni no dijo nada, pero apagó la pequeña grabadora que había sobre la mesa.

– ¿Sabía Leifur algo de los crímenes? -preguntó; parecía esperar que no fuera así.

– Lo supo en su momento. Nuestro padre le llamó para que fuera a casa desde Reikiavik a apoyarle y confortarle. No vino a regañarme a mí por la borrachera, en esos años yo ni siquiera le habría escuchado. Más tarde le conté lo de Alda. No estaba ni pizca de contento conmigo.

Guðni asintió con la cabeza.

– No tiene importancia si lo sabía o no, ya que no participó en ningún delito. Por eso no es necesario hablar de él -volvió a encender el aparato y Þóra se quedó mirando boquiabierta la luz que parpadeaba en un lateral. Debía de ser estupendo tener en tus manos las riendas de una sociedad entera. Estupendo para la persona en cuestión, aunque no tanto para los demás. Se tragó sus pensamientos y vio que Guðni interpretaba su silencio como conformidad.

– ¿De manera que ya hemos acabado? -dijo Þóra con la voz cansada-. No estoy segura de aguantar mucho más, y seguramente Markús también estará ya muy cansado -miró hacia el pasillo y vio a Sóley abriendo la boca en un enorme bostezo-. Ya sabéis dónde encontrarme si hay algo -deseaba preguntarle a Markús por el pelo, si se lo había cortado a Alda mientras dormía en el gimnasio, pero decidió esperar. Parecía algo insignificante a la vista de todo lo demás, y la respuesta sería, de todos modos, bastante obvia. Probablemente, el pelo que tanto le llamó la atención a Bella en el trastero debió de pertenecer a Alda. Þóra sospechaba que los celos y la furia que sentía con respecto a Stebbi, el chico del que estaba enamorada Alda, le habían llevado a Markús a darle a esta una lección. Y demostrarle lo que podía pasar si no le hacía caso. Guðni se puso en pie.

– Pues sí, creo que ya es más que suficiente por ahora. Hay un avión que viene de camino desde Reikiavik para recogerte, Markús, y me da la sensación de que no vas a aparecer por las islas en una buena temporada. Quizá deberías aprovechar la oportunidad para echar un vistazo al acantilado por la ventanilla.

Þóra salió sin mirar a Guðni ni a Markús. Dio las gracias al policía que había estado jugando a la oca por su paciencia y ayudó a su hija a ponerse en pie. Orri seguía profundamente dormido en el carrito, y Þóra consiguió ponerle el gorro sin que se despertara. Y los tres se marcharon aquella noche de agosto en busca de algún camión que pasara por allí y les llevara hasta su apartamento.

– ¿La policía ha cogido al malo? -preguntó Sóley mientras caminaba somnolienta por la limpia acera, al lado de su madre. El viento les llevaba el ruido de Herjólfsdalur.

– Sí, cariño -dijo Þóra, intentando aparentar alegría con lo sucedido. Pero sentía que había sido objeto de una inmensa burla.

– ¿Quién era el malo? -preguntó Sóley mirando expectante a su madre. En la ingenuidad de la infancia, pensaba que los criminales eran tan fáciles de reconocer como Robbi Rotten o los Golfos Apandadores.

– El que yo pensaba que era el bueno -respondió Þóra, sonriéndole-. ¡Esas tonterías puede llegar a hacer una!

Hicieron señas a un camión y se sentaron entre otros asistentes a la fiesta que sonreían de oreja a oreja, felices y contentos. Þóra pensó si podría encontrar algún canguro la siguiente noche para participar en la alegría general. Se ligaría a un marinero guapo, como Bella, y se olvidaría de todo. Sonaba bien, pero Þóra sabía perfectamente que no sucedería.

* * *

Yrsa Sigurðardóttir

Yrsa Sigurðardóttir nació Reykjavík el 24 de agosto de 1963. Se graduó en la escuela superior en 1983 y terminó ingeniería civil en la Universidad de Islandia en 1988. Posteriormente realizó un master en el mismo campo en la Universidad Concordia de Montreal (Canadá) en 1997. Trabaja como ingeniero civil en la compañía Fjarhitun y aprovecha las largas estancias en zonas remotas de su país para escribir. Yrsa vive en el barrio residencial de Seltjarnarnes en Reykjavík. Está casada y tiene dos hijos.

En 1998 Yrsa publicó su primer libro para niños, Þar lágu Danir í því. Hasta la fecha ha escrito cinco libros para niños y jóvenes, el más reciente es Biobörn, publicado en el 2003. En el 2000 el Icelandic department of IBBY (International Board on Books for Young People) premió a Yrsa por su libro Við viljum jólin í júlí.

Su primera novela para adultos, una historia criminal Þriðja táknið (El último ritual), fue publicada en el 2005, traducida a 20 idiomas. Así como su secuela, Sér grefur gröf, (Ladrón de almas) escrita en el 2006, y en 2007 la tercera de la serie Aska (Ceniza) con las aventura de Þóra y Matthew

Por su personalísimo estilo, original, irónico e impredecible, y sus originales tramas, en las que se mezcla la vida cotidiana de la Islandia actual con apasionantes episodios de la historia del país, Yrsa Sigurðardóttir está considerada la nueva reina del thriller.

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