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A casa, segъn parecнa, porque Benin devolviу a Miles a la compaснa de Vorreedi e Ivan, y los llevу a la puerta oeste, donde los esperaba un auto de la embajada de Barrayar. Ahн se detuvieron y el ghemcoronel se dirigiу a Vorreedi.

— No podemos controlar lo que ustedes incluyen en sus informes oficiales, coronel. Pero mi Seсor Celestial… — Benin hizo una pausa para seleccionar un tйrmino conveniente y delicado-. Mi Seсor Celestial espera que no aparezca nada de lo que han visto y oнdo hoy en los rumores sociales de la ciudad.

— Eso puedo prometerlo, creo yo — dijo Vorreedi con sinceridad.

Benin asintiу, satisfecho.

— Puedo contar con su palabra de honor al respecto?

Habнa hecho sus deberes con respecto a las costumbres de Barrayar, entonces. Los tres barrayareses dieron su palabra de honor y Benin los liberу al aire hъmedo de la noche. Faltaban unas dos horas para el amanecer, supuso Miles.

El auto de la embajada estaba en sombras, por suerte. Miles se acomodу en un rincуn; envidiaba a Ivan por su habilidad para hacerse invisible, hubiera querido poder saltarse las ceremonias del dнa siguiente y volver a casa inmediatamente. Pero no. Si habнa llegado hasta aquн, era muy capaz de seguir hasta el amargo final.

Vorreedi habнa llegado mбs allб de la emociуn y ahora viajaba en silencio. Sуlo una vez se dirigiу a Miles en tono frнo.

— Quй diablos creнa usted que estaba haciendo, Vorkosigan?

— Impedн que el imperio de Cetaganda se dividiera en ocho unidades agresivas. Hice fracasar los planes de provocar una guerra entre algunas de esas unidades y Barrayar. Sobrevivн a un intento de asesinato y ayudй a atrapar a tres traidores. No eran traidores a Barrayar, eso lo admito. Ah. Y resolvн un asesinato. Suficiente para un viaje, creo yo.

Vorreedi luchу consigo mismo un momento y despuйs ladrу:

— Es usted agente especial o no?

En una lista de los que necesitaban saberlo… no figuraba el nombre de Vorreedi. No en ese momento. Miles suspirу por dentro.

— Bueno, si no soy un agente especial… me he comportado como si lo fuera, no le parece?

Ivan hizo un gesto de espanto. Vorreedi volviу a sentarse. No hizo ningъn comentario, pero todo su cuerpo irradiaba exasperaciуn. Miles sonriу con amargura en la oscuridad.

16

Miles se despertу de un sueсo tardнo y agitado, y descubriу que Ivan estaba a su lado, sacudiйndole el hombro con cuidado.

Cerrу los ojos otra vez: querнa bloquear la poca claridad de la habitaciуn, bloquear la imagen de su primo.

— Fuera, fuera… — tratу de volver a taparse la cabeza con las colchas.

Ivan volviу a intentarlo con mбs energнa.

— Ahora sй que era una misiуn — comentу-. Es el mal humor crуnico… que tienes siempre despuйs de las misiones.

— No estoy de mal humor. Estoy cansado.

— Estбs fantбstico… sabes? Con la mancha en el costado de la cara que te dejу ese bestia con la picana. Hasta el ojo. Se ve a la legua. Deberнas levantarte y mirarte en el espejo.

— Odio a la gente que se encuentra bien por la maсana. Quй hora es? Por quй estбs levantado? Por quй estбs aquн? ЎMierda! — Miles perdiу las colchas. Ivan se las arrancу de las manos.

— El ghemcoronel Benin viene a recogerte. En un crucero imperial de media manzana de largo. Los cetagandanos quieren que llegues a la ceremonia de cremaciуn una hora antes.

— Cуmo? Por quй? No me pueden arrestar en la embajada, tengo inmunidad diplomбtica. Asesinarme? Ejecutarme? No es demasiado tarde para eso?

— El embajador Vorob'yev tambiйn quiere saberlo. Me dijo que te levantara lo mбs pronto posible. — Ivan empujу a Miles hacia el baсo-. Empieza a depilarte. Te he traнdo las botas y el uniforme de la lavanderнa de la embajada. Si los cetagandanos quieren asesinarte, no creo que lo hagan aquн. Te van a meter algo sutil bajo la piel, algo que surtirб efecto dentro de seis meses y entonces, puf, te derrumbarбs para siempre donde quiera que estйs.

— Una idea muy alentadora. — Miles se frotу la nuca, buscando disimuladamente golpes y chichones-. Te apuesto lo que quieras a que el Criadero Estrella tiene varias enfermedades terminales muy convenientes. Pero estoy casi seguro de no haber ofendido al Criadero… no a ellas…

Miles dejу que Ivan fuera su ayuda de cбmara, aunque le costу bastante porque el trabajo de su primo venнa acompaсado de comentarios constantes y directos. Pero cuando Ivan le trajo una taza de cafй, Miles le perdonу todos sus pecados pasados, presentes y futuros. Se tragу la bebida caliente y examinу con cuidado la cara que le devolvнa el espejo por encima de la guerrera negra sin abrochar. La contusiуn que le cruzaba la mejilla izquierda se estaba convirtiendo en un dibujo policromado espectacular, dominado por un cнrculo negro bajo los ojos. Los otros dos golpes de picana no eran tan terribles porque la ropa lo habнa protegido un tanto. De todos modos, hubiera preferido pasar el dнa en cama. En el camarote de la nave de salto de SegImp, en un viaje a casa tan directo y rбpido como lo permitieran las leyes de la fнsica.

Cuando llegaron al vestнbulo de la embajada, se encontraron no con Benin, sino con Mнa Maz, muy elegante en la ropa formal de duelo blanca y negra. Se habнa quedado con el embajador Vorob'yev hasta tarde, seguнa con йl cuando todos volvieron a la embajada en medio de la noche — bueno, mбs bien a principios de la maсana— y era evidente que no habнa dormido mбs que Miles. Pero parecнa muy fresca, hasta alegre. Les sonriу a los dos. Ivan le devolviу la sonrisa.

Miles abriу los ojos lo mбs que pudo.

— Vorob'yev no ha llegado?

— Piensa bajar en cuanto termine de vestirse — le asegurу Maz.

— Usted… usted nos acompaсarб? — preguntу Miles, esperanzado-. Bueno… no… supongo que tiene que estar con su delegaciуn. Como йste es el gran final…

— Pienso acompaсar al embajador Vorob'yev. — La sonrisa de Maz se convirtiу en algo franco, alegre, con hoyuelos por todas partes-. Para siempre. Me ha pedido que me case con йl. Anoche. Creo que eso prueba lo preocupado que estaba. En medio del espнritu de locura que reinaba en el ambiente, aceptй.

Si no puedes conseguir ayuda con dinero… Bueno, eso solucionarнa el problema de Vorob'yev:, que siempre habнa querido tener una experta femenina en el personal de la embajada. Por no mencionar una justificaciуn para tantos bombones e invitaciones.

— Felicidades — dijo Miles. Aunque tal vez hubiera debido decir Felicidades a Vorob'yev y Buena suerte a Maz.

— Parece raro… — le confiу Maz-. Quiero decir, lady Vorob'yev. Cуmo se las arreglу su madre, lord Vorkosigan?

— Quiere decir siendo igualitaria, betanesa y demбs? No tuvo problema. Siempre dice que los igualitarios se ajustan bien a las aristocracias, siempre que vivan en ellas como aristуcratas, claro estб.

— Espero conocerla algъn dнa.

— Se llevarбn muy bien — predijo Miles con confianza.

En ese momento apareciу Vorob'yev, abrochбndose la guerrera negra. En el mismo instante entrу el ghemcoronel Benin, escoltado por guardias de la embajada. Correcciуn: el ghemgeneral Benin. Miles sonriу entre dientes mirando el brillo del nuevo galуn sobre el uniforme rojo sangre de Benin. Ve? Ya se lo habнa dicho.

Puedo preguntar de quй se trata todo esto, ghemgeneral? — Vorob'yev no habнa pasado por alto el nuevo rango.

Benin se inclinу.

— Mi Seсor Celestial solicita la presencia de lord Vorkosigan. Ah… bueno, se lo vamos a devolver…

— Me da usted su palabra? Para la embajada, serнa una terrible vergьenza si lo… perdiйramos de nuevo. — Vorob'yev se las arreglу para mirar a Benin con severidad y al mismo tiempo capturar la mano de Maz y acariciarla con cariсo.

— Tiene usted mi palabra, embajador — prometiу Benin.

Vorob'yev hizo un gesto de permiso no del todo decidido y el ghemgeneral se llevу a Miles. Miles echу una mirada atrбs. Se sentнa solo. Hubiera querido que Maz o Ivan o cualquier otra persona lo acompaсara.

El auto de superficie no tenнa media manzana de largo pero en un vehнculo maravilloso, civil, no militar. Los soldados cetagandanos saludaron a Benin respetuosamente y lo acomodaron junto a Miles en el compartimiento posterior. El vehнculo arrancу y se alejу de la embajada: la sensaciуn era la de estar viajando en una casa.

— Puedo preguntarle de quй se trata todo esto, ghemgeneral? — preguntу Miles.

La expresiуn de Benin era casi… la de un cocodrilo. Totalmente vacнa. Nula.

— Me han ordenado que no le cuente nada hasta que lleguemos al jardнn Celestial. No le retendremos mucho tiempo, lord Vorkosigan, apenas unos minutos. Primero pensй que se sentirнa feliz con lo que vamos a hacer, pero despuйs reflexionй un poco y ahora he cambiado de opiniуn. Me parece que le va a resultar insoportable. En cualquier caso, se lo merece.

— Tenga cuidado, ghemgeneral — gruсу Miles-, me parece que su creciente reputaciуn de sutileza se le estб subiendo a la cabeza. — Benin se limitу a sonreнr.

A pesar de que era una sala pequeсa y no una enorme habitaciуn para reuniones como la de la noche anterior, no cabнa duda de que se trataba de una sala de audiencias imperiales. Sуlo tenнa un asiento y Fletchir Giaja ya se habнa acomodado en йl. La ropa blanca que lo cubrнa esa maсana era elaborada y pomposa y le impedнa algunos movimientos. Tenнa a dos servidores ba a su lado para ayudarle cuando se pusiera de pie. Ahora parecнa otra vez un icono y el maquillaje facial le daba expresiуn de porcelana. Tres burbujas blancas flotaban en silencio a su izquierda. De pronto, dos ba pusieron una cajita plana en manos de Benin, de pie a la derecha del Emperador.