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Un sonido en la puerta interrumpiу los pensamientos de Miles. La voz del coronel Vorreedi:

— Lord Vorkosigan, puedo pasar?

Miles suspirу.

— Adelante. — Sн, tanta actividad en la comuconsola tenнa que atraer la atenciуn de Seguridad. Seguramente el oficial de protocolo habнa estado monitoreando desde abajo.

Vorreedi entrу al trote, estudiу el holovнdeo por encima de los hombros de Miles.

— Interesante. Quй es?

— Un recorrido por las naves de guerra cetagandanas. Sigo con mi educaciуn de oficial y todo eso… La esperanza de que me destinen a una nave nunca desaparece del todo.

— Ya. — Vorreedi se enderezу-. Supuse que le interesarнa recibir las ъltimas noticias sobre su amigo lord Yenaro.

— No creo que le deba nada pero… no le habrб ocurrido nada grave, espero — dijo Miles con sinceridad. Tal vez Yenaro fuera un buen testigo mбs tarde; ahora que habнa reflexionado al respecto, Miles estaba empezando a lamentar no haberle ofrecido asilo en la embajada.

— Todavнa no. Pero han emitido una orden de arresto contra йl.

— Y de quiйn es la orden? De Seguridad de Cetaganda? Por traiciуn?

— No. De la policнa civil. Por robo.

— Es una acusaciуn falsa. Estoy seguro. Alguien estб usando el sistema para sacarlo de su escondite. Puede usted averiguar quiйn lo ha acusado?

— Un ghemlord, un tal Nevic. Le dice algo este nombre?

— No. Tiene que ser un tнtere. Lo que necesitamos es la identidad de quien ordenу a Nevic que acusara a Yenaro. El mismo que le dio los planos y el dinero para la fuente de Marilac. Pero ahora usted tiene dos pistas. Puede seguir ambos caminos.

— Cree que se trata del mismo hombre?

— Lo que estoy haciendo no tiene nada que ver con suposiciones, coronel — dijo Miles-. Necesito pruebas, pruebas que puedan utilizarse en un juicio.

La mirada de Vorreedi lo estaba poniendo nervioso: una mirada constante, permanente, firme.

— Por quй creнa que acusarнan a Yenaro de traiciуn?

— Ah, bueno… en realidad era sуlo una suposiciуn. Si lo que quiere el enemigo de Yenaro es que la policнa civil lo ponga en un lugar donde йl pueda dispararle sin problemas, el robo es mejor, mucho menos escandaloso.

Las cejas de Vorreedi se le crisparon en la frente.

— Lord Vorkosigan… — Pero se interrumpiу, pensу mejor lo que estaba a punto de decir. Meneу la cabeza y se fue.

Ivan entrу un rato despuйs, se echу en el sofб de Miles, puso las botas en el apoyabrazos y suspirу.

— Todavнa estбs aquн? — Miles apagу la comuconsola. Las letras y los dibujos habнan empezado a nublarle la vista-. Pensй que estarнas por ahн, retozando o revolcбndote sobre la paja en un granero o algo asн. Son nuestros ъltimos dos dнas y todo eso… Te has quedado sin invitaciones? — Miles apuntу al techo con el pulgar. Tal vez nos estбn escuchando.

Los labios de Ivan formaron tres palabras. Que se jodan.

— Vorreedi nos puso mбs guardaespaldas. Es imposible ser… espontбneo con tanta gente mirando. — Contemplу el techo con ojos muy fijos y abiertos-. Ademбs tengo miedo hasta del suelo que piso. No fue una reina de Egipto la que trasladaron en una alfombra enrollada? Pienso que podrнa pasar otra vez.

— Claro que sн. — Miles no podнa negarlo-. En realidad, estoy casi seguro de que va a pasar de nuevo.

— Excelente. Recuйrdame que no me ponga muy cerca de ti.

Miles hizo una mueca.

Despuйs de un minuto, Ivan agregу:

— Me aburro.

Miles lo echу de la habitaciуn.

Las Ceremonias de Portal-Canciуn, cuyo nombre completo era Ceremonias para Abrir el Gran Portal con Canciones, no tenнan nada que ver con la apertura de ningъn portal, pero sн con canciones. Un numeroso coro formado por varios cientos de ghem, tanto hombres como mujeres, vestidos de blanco sobre blanco, se situу cerca de la entrada este al Jardнn Celestial. Se trataba de hacer una procesiуn por los cuatro puntos cardinales y terminar en la puerta norte, durante las horas de la tarde. El coro se ponнa de pie para cantar en un бrea ondulante de terreno con propiedades acъsticas sorprendentes, mientras los enviados galбcticos y los ghem y haut de luto se quedaban alrededor para escuchar. Miles flexionу las piernas dentro de las botas y se preparу para aguantar. El espacio abierto permitнa que las burbujas de las hautladies se movieran con libertad y habнa muchнsimas en todas partes… cientos de burbujas esparcidas bajo el brillo del sol. Cuбntas hautmujeres vivнan en ese lugar?

Miles echу una mirada a su pequeсa delegaciуn: йl, Ivan, Vorob'yev y Vorreedi, todos en uniforme de gala negro; ademбs de Mнa Maz, vestida con tanto gusto como en otras ocasiones, impresionante en blanco y negro. Ese dнa, Vorreedi parecнa mбs barrayarйs, mбs oficial y un poco mбs siniestro — Miles tenнa que admitirlo— ahora que no lucнa su ropa civil cetagandana deliberadamente anodina. Maz apoyaba una mano sobre el brazo de Vorob'yev. Cuando empezу la mъsica, se puso de puntillas.

Esto quita el aliento hubiera sido una frase bastante literaclass="underline" Miles tuvo que abrir la boca un poco y sintiу que se le erizaba el cabello cuando los increнbles sonidos de la mъsica lo baсaron de arriba abajo. — Armonнas y disonancias se persiguieron por la escala con tal precisiуn que el pъblico oнa todas y cada una de las palabras por lo menos cuando las voces no se convertнan en simples vibraciones inarticuladas que parecнan subir por la espina dorsal y resonar en la parte posterior del crбneo como una sucesiуn de emociones puras. Hasta Ivan estaba transfigurado. Miles hubiera querido hacer un comentario, expresar su asombro, pero romper la concentraciуn absoluta que exigнa la mъsica habrнa sido un sacrilegio. Despuйs de unos treinta minutos, la mъsica se detuvo de pronto y el coro se preparу para desplazarse con gracia hacia la siguiente parada, seguido con algo mбs de torpeza por los delegados galбcticos.

Los grupos tomaron diferentes rutas. Guнas ba condujeron a los delegados a una mesa con comida bajo la direcciуn de un mayordomo ghemlord de mirada digna. La idea era que los invitados descansaran un poco y tambiйn que aguardaran hasta que el coro estuviera listo para la siguiente funciуn en la puerta sur. Miles mirу ansiosamente las burbujas de las hautladies, que no acompaсaron a los delegados ni al coro y se alejaron flotando en una tercera direcciуn. Se daba cuenta de que el Jardнn Celestial lo impresionaba cada vez menos. Era posible que alguien diera por sentado ese sitio? No cabнa duda de que los haut ya no se sorprendнan.

— Creo que me estoy acostumbrando a este lugar — le confiу a Ivan, mientras caminaba entre йl y Vorob'yev siguiendo el desaliсado desfile de los extranjeros-. Sй que podrнa.

— Ya — dijo el embajador-. Pero cuando a estos curiosos personajes se les ocurriу soltar a sus mascotas ghemlores para que buscaran propiedades mбs allб de Komarr, murieron cinco millones de los nuestros. Espero que no se le olvide, milord.

— No — dijo Miles, tenso-. jamбs. Pero… ni siquiera usted tiene edad suficiente como para recordar la guerra, seсor. Estoy empezando a preguntarme si alguna vez verй un ataque cetagandano semejante.

— Optimista — murmurу Ivan.

— No, no, me gustarнa explicar lo que quiero decir. Mi madre dice siempre que si un comportamiento recibe recompensa, se repite. Y viceversa. Creo… creo que si los ghemlores no consiguen conquistas territoriales en nuestra generaciуn, tardarбn mucho tiempo en intentarlo de nuevo. Despuйs de todo… los perнodos aislacionistas que siguen a las expansiones son fenуmenos muy conocidos en la historia…