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El combate cuerpo a cuerpo es siempre increнblemente incуmodo y torpe en caнda libre, en parte porque hay que aferrarse con fuerza al oponente. Los dos hombres terminaron en una lucha directa. El intruso no se aferraba al chaleco, sino al bolsillo derecho del pantalуn de Ivбn, pero йste consiguiу arrebatarle el brillante destructor nervioso de un solo golpe.

El destructor se alejу flotando hacia el otro lado de la cabina, convertido en amenaza para todos los que se encontraban a bordo.

A Miles siempre lo habнan aterrorizado los destructores nerviosos, pero nunca como proyectiles. Tuvo que dar dos saltos retorcidos para poder atraparlo en el aire sin que se disparara accidentalmente ni lastimara a Ivбn. El arma era pequeсa, pero estaba cargada y era mortal.

Mientras tanto, Ivбn habнa pasado detrбs del viejo y trataba de aferrarlo por los brazos. Miles aprovechу el momento para hacer un intento de apoderarse de la segunda arma. Abriу el chaleco malva y buscу el bulto dentro del bolsillo interno. Se le cerraron los dedos sobre un cilindro corto que identificу como una picana.

El hombre gritу y se sacudiу violentamente. Muy asustado y no del todo seguro de lo que habнa hecho, Miles se alejу de la pareja de luchadores con un empujуn y se escondiу con prudencia detrбs del piloto. El alarido mortal del hombre le hizo pensar que tal vez le habнa sacado al viejo la fuente de energнa del corazуn artificial o algo asн, pero su enemigo seguнa peleando, asн que no podнa ser tan fatal como parecнa.

El intruso se zafу de la presa de Ivбn y retrocediу hacia la compuerta. De pronto, se produjo una de esas extraсas pausas que se dan a veces en combate cerrado y todos trataron de recuperar el aliento y controlar el flujo de adrenalina al riego sanguнneo. El viejo mirу el puсo de Miles, cerrado sobre el cilindro, y su expresiуn cambiу de miedo a… acaso esa mueca era un gesto de triunfo? Claro que no, imposible… Inspiraciуn y locura, entonces?

Solo contra muchos ahora que el piloto se habнa unido a la refriega, el intruso retrocediу, se tambaleу hacia el tubo flexible y se dejу caer en el compartimiento de embarque que habнa detrбs. Miles corriу torpemente para seguir a Ivбn, que habнa empezado la persecuciуn, y llegу justo a tiempo para ver cуmo el intruso, de pie en el campo de gravedad artificial de la estaciуn, levantaba la bota y golpeaba a su primo en el pecho. El joven retrocediу hacia el portal. Para cuando Miles e Ivбn lograron desengancharse uno de otro y el ladeo de Ivбn dejу de ser alarmante, el viejo ya habнa desaparecido. Los pasos se oнan cada vez mбs lejanos en el compartimiento. Quй salida habнa…? El piloto del vehivaina, despuйs de asegurarse de que sus pasajeros estaban temporalmente a salvo, se apresurу a contestar la alarma de su comu.

Ivбn se levantу, se sacudiу y mirу a su alrededor. Miles lo imitу. Estaban en un compartimiento de carga, pequeсo, sucio, mal iluminado.

— Si йse era el inspector de aduanas, estamos en un buen lнo — dijo Ivбn.

— Me pareciу que iba a dispararnos — dijo Miles.

— Pero gritaste antes de ver el arma.

— No fue por el arma. Fueron los ojos. Tenнa la mirada de quien estб a punto de hacer algo que lo asusta muchнsimo. Y sн que sacу el arma.

— Despuйs de que le saltamos encima, Miles. Quiйn sabe lo que iba a hacer?

Miles girу sobre sus talones y examinу el entorno con mбs atenciуn. No habнa ni un ser humano a la vista, ni un cetagandano, ni un barrayarйs, absolutamente nadie.

— Algo anda muy mal aquн. Alguien estб en el lugar equivocado, йl o nosotros. Este compartimiento sucio no puede ser el puerto del vehivaina. Quiero decir, dуnde estб el embajador de Barrayar? Y la guardia de honor?

— Y la alfombra roja y las bailarinas? — suspirу Ivбn-. Pero si ese hombre hubiera querido asesinarte o secuestrar el vehivaina, deberнa haber entrado con el destructor nervioso en la mano.

— No era un inspector de aduanas. Mira los monitores — seсalу Miles. Dos transmisores de vнdeo, colocados estratйgicamente en las paredes cercanas, colgaban del revйs en el aire, arrancados de cuajo-. Los anulу antes de abordar. No entiendo. Los de Seguridad de la estaciуn deberнan haber caнdo como moscas… Y si lo que andaban buscando era el vehнculo, y no a nosotros? Quй te parece?

— Te querнan a ti, Miles. Nadie me perseguirнa a mн…

— Ese hombre parecнa mбs asustado que nosotros. — Miles reprimiу un suspiro y deseу que el corazуn le latiera un poco mбs lento.

— Habla por ti mismo — aclarу Ivбn-. A mн me asustу mucho, te lo aseguro.

— Estбs bien? — preguntу Miles, un poco tarde-. Quiero decir, tienes algъn hueso roto o algo asн?

— Estoy bien… y tъ?

— Yo estoy bien.

Ivбn echу una mirada a Miles, quien tenнa el destructor nervioso en la mano derecha y el cilindro en la izquierda. Arrugу la nariz.

— Cуmo has terminado con todas las armas en la mano?

— No… no sй… realmente… — Miles deslizу el pequeсo destructor nervioso en el bolsillo del pantalуn y sostuvo el cilindro misterioso bajo la luz-. Al principio creн que era una especie de picana, pero no. Es algo electrуnico, pero no reconozco el diseсo.

— Una granada — sugiriу Ivбn-. Una bomba de tiempo. Pueden darle el aspecto que quieran, ya sabes…

— No lo creo.

— Seсores. — El piloto del vehivaina sacу la cabeza a travйs de la compuerta-. El control de vuelo de la estaciуn nos prohнbe que atraquemos aquн. Nos dicen que esperemos fuera. Quieren que salgamos inmediatamente.

— Ya sabнa yo que no podнa ser el lugar correcto — dijo Ivбn.

— Pero son las coordenadas que me dieron, seсor — objetу el piloto, un poco molesto.

— No es culpa suya, sargento, estoy seguro — lo calmу Miles.

— Las уrdenes de control de vuelo han sido tajantes. — La cara del sargento estaba tensa-. Por favor, seсores…

Obedientes, Miles e Ivбn subieron otra vez al vehivaina. Miles volviу a ajustarse los cinturones con un gesto automбtico mientras en su cabeza se desataba un torbellino de suposiciones, tratando de encontrar una explicaciуn para esa extraсa bienvenida en Cetaganda.

— Creo que deliberadamente desalojaron esta secciуn de la estaciуn — decidiу en voz alta-. Te apuesto dуlares betaneses a que la Seguridad cetagandana estб haciendo una bъsqueda cuidadosa de ese sujeto. Un fugitivo, por el amor de Dios. — Ladrуn, asesino, espнa? Las posibilidades eran tentadoras.

— De todos modos, estaba disfrazado — dijo Ivбn.

— Cуmo lo sabes?

Ivбn se sacudiу unos pelos finos y blancos de la manga.

— Esto no es pelo de verdad.

— En serio? — Miles estaba encantado. Examinу el mechуn que le tendнa Ivбn desde el otro lado del pasillo. Un lado estaba pegoteado de adhesivo-. Ajб…

El piloto recibiу las nuevas coordenadas; el vehivaina flotaba ahora en el espacio a unos cien metros de la fila de compartimentos de embarque. No habнa otros vehivainas visibles.

— Informo de este incidente a las autoridades, seсores? — El sargento estirу la mano hacia los controles del comu.

— Espere — dijo Miles.

— Seсor? — El piloto lo mirу por encima del hombro con expresiуn dubitativa-. Creo que deberнamos…

— Espere a que nos pregunten. Despuйs de todo, no es cosa nuestra cubrir los errores de la Seguridad cetagandana, no le parece? Que se preocupen ellos. El asunto no nos concierne.

El piloto esbozу una breve mueca y la suprimiу enseguida, pero habнa sido suficiente: Miles supo que lo habнa convencido.

— Sн, seсor — dijo el hombre, tomбndolo como una orden y por lo tanto, como responsabilidad de lord Miles. No tenнa nada que decir, йl no era mбs que un simple sargento tec -. Lo que usted diga, seсor.