Выбрать главу

– ¿Alguna cosa más, Liz? -preguntó Sawyer.

– Oh, sí. Muchas. Huellas dactilares. Utilizamos MDB, un compuesto que es muy bueno para la fluorescencia de las huellas latentes cuando se usa un láser. También usamos una lente azul con el Luma-lite. Conseguimos muy buenos resultados. Eliminamos las huellas de las tres víctimas. Sus huellas estaban por todas partes. Es comprensible. Sin embargo, encontramos unas cuantas parciales, incluida una que coincide con los rasguños, algo que parece lógico. Y encontramos una que tiene un interés especial.

– ¿A qué te refieres? -le preguntó Sawyer, que olisqueó como un sabueso.

– Las ropas de Brophy estaban muy manchadas de sangre y otros residuos procedentes de la herida. El hombro derecho estaba cubierto de sangre. Parece lógico porque la hemorragia de la herida en la sien derecha debió ser intensa. Encontramos huellas de todos los dedos de una mano en la sangre del hombro derecho.

– ¿Cómo se explica eso? ¿Alguien intentó darle la vuelta? -preguntó Sawyer, intrigado.

– No, yo diría que no, aunque no tengo ninguna prueba para negarlo. Sin embargo, tengo el presentimiento, a juzgar por la huella de la palma de la mano, de que alguien, y sé que esto suena bastante raro dadas las circunstancias, que alguien intentó pasar por encima de él, o por lo menos que se encaramó sobre el tipo. Los dedos tan juntos, el ángulo de la palma y algunas cosas más sugieren con fuerza que eso fue lo que ocurrió.

– ¿Trepó por encima de él? -El tono de Sawyer no podía ser más escéptico-. Eso es mucho imaginar, ¿no crees, Liz? No puedes saberlo sólo por las huellas, ¿verdad?

– No baso mis conclusiones sólo en eso. También encontramos esto. -Señaló otra vez la pantalla donde ahora se veía una cosa extraña. Un dibujo o una forma, mejor dicho, dos. El fondo oscuro hacía difícil entender lo que estaban viendo.

– Esta es una toma del cadáver de Brophy -les explicó Liz-. Está boca abajo en el suelo. Lo que vemos es la espalda. La marca que aparece en el medio quedó impresa en una mancha de sangre.

Jackson y Sawyer se acercaron a la pantalla y forzaron la vista en un intento por descubrir qué era aquella imagen. No lo consiguieron y miraron a la experta.

– Es una rodilla. -Liz amplió la imagen hasta llenar toda la pantalla-. La rodilla humana deja una marca inconfundible, sobre todo cuando se dispone de un fondo maleable como la sangre. -Apretó otra tecla y apareció otra imagen distinta-. También está esto.

Sawyer y Jackson miraron la pantalla. Esta vez no tuvieron dificultades para identificarla.

– La huella de un zapato, el tacón -dijo Jackson.

– Sí -replicó Sawyer, poco convencido-, pero ¿qué necesidad tenía de trepar por encima de un tipo muerto, ensuciarse de sangre y no sé qué más, y dejar huellas por todas partes, cuando sencillamente podía abrir la puerta izquierda y salir? Me refiero a la persona que probablemente estaba sentada junto a Goldman en el lado izquierdo.

Jackson y Liz intercambiaron una mirada. No tenían la respuesta adecuada. Liz se encogió de hombros y sonrió.

– Señores, son ustedes los que cobran una pasta. Yo sólo soy una rata de laboratorio.

– Me encantaría tener otras cincuenta como tú, Liz -afirmó Jackson.

Ella le agradeció el cumplido con otra sonrisa.

Todos se quitaron las gafas.

– ¿Supongo que ya habrás pasado las huellas por la máquina? -le preguntó Sawyer.

– Caray, lo siento, me olvidé de lo más importante. Todas las huellas, la que vimos en la pantalla, en el arma homicida, las que están en la limusina, las del piso octavo y las del ascensor son de la misma persona.

– Sidney Archer -dijo Jackson.

– Así es -asintió Liz-. La oficina donde nos llevó el rastro de sangre también era la suya.

Sawyer se acercó a la limusina y miró en el interior. Le hizo una seña a los otros dos para que se acercaran.

– Muy bien, por lo que sabemos hasta ahora, podemos suponer que Sidney Archer estaba sentada aquí. -Señaló un punto ligeramente a la izquierda del centro del asiento trasero.

– Parece lógico si nos basamos en lo que hemos descubierto. El dibujo de la dispersión de la sangre, la fibra y las huellas lo corroboran -manifestó la técnica.

– Vale. Si ahora miramos el lugar donde acabó el cuerpo, es probable que Brophy estuviera sentado mirando hacia atrás. Según tú, pudo volver la cabeza y eso justificaría la cantidad de residuos en el asiento trasero.

– Sí. -Liz asintió mientras seguía la reconstrucción de Sawyer.

– Tampoco hay ninguna duda de que la herida de Brophy fue de contacto. ¿Más o menos a qué distancia? -Sawyer señaló el espacio entre el asiento delantero y trasero en la parte de atrás.

– No hace falta adivinar -dijo Liz. Fue hasta la mesa, cogió una cinta métrica y volvió al vehículo. Con la ayuda de Jackson midió el espacio. Liz miró el resultado y frunció el entrecejo al descubrir adonde quería ir a parar Sawyer con su análisis-. Un metro noventa y cinco desde el centro de un asiento al otro.

– Vale. Si nos basamos en la ausencia de residuos en el asiento trasero, Archer y Goldman estaban sentados aquí, con las espaldas bien apoyadas en el respaldo, ¿estás de acuerdo? -Liz y Jackson asintieron-. Muy bien. Entonces ¿es posible que Sidney Archer, si estaba con la espalda apoyada en el respaldo, pudiera producir una herida de contacto en la sien derecha de Brophy?

– No, a menos que los brazos le lleguen hasta el suelo cuando camina.

– ¿No podría ser que Brophy se inclinara hacia delante, muy cerca, y ella sacara y le disparase? -le preguntó Sawyer a Liz-. Digamos que el cuerpo cayó sobre ella, pero ella lo aparta y el tipo acaba en el suelo. ¿Es factible que ocurriera así?

– Si él estaba inclinado hacia delante -contestó Liz después de pensar unos instantes- hasta casi caerse del asiento y teniendo en cuenta la separación entre los dos asientos, el tirador tendría que haber hecho lo mismo. Digamos que tendrían que haberse encontrado en el medio para que fuera posible la herida de contacto. Pero si el tirador está inclinado hacia delante las trayectorias de dispersión hubieran sido diferentes. La espalda del tirador no apoyada en el respaldo. Incluso si el cuerpo de Archer recibió la mayor parte de los residuos, sería muy poco probable que algunos no hubiesen acabado en el asiento detrás de ella. Para que ella permaneciera apoyada en el respaldo cuando disparó, Brophy casi tendría que haber estado sentado en su falda. Eso no parece muy lógico ¿verdad?

– Efectivamente. Hablemos ahora de la herida de Goldman. Ella está sentada al lado izquierdo de Goldman, ¿vale? ¿No crees que entonces el orificio de entrada tendría que estar en la sien derecha y no en el medio de la frente?

– Él podría haberse vuelto para mirarla… -comenzó a decir Liz, pero se interrumpió-. No es posible, porque entonces las trayectorias de dispersión no tendrían sentido. Está claro que Goldman miraba hacia delante cuando le alcanzó la bala. Pero podría ser posible, Lee.

– ¿De veras? -Sawyer acercó una silla, se sentó, sostuvo un arma imaginaria en la mano derecha, movió el brazo y apuntó hacia atrás como si fuera a disparar en la frente a alguien sentado a su izquierda mientras la persona miraba al frente-. Bastante incómodo, ¿no?

– Mucho -asintió Jackson.

– Y la cosa se complica todavía más, muchachos. Sidney Archer es zurda. ¿Lo recuerdas, Ray? Sostenía la taza de café con la izquierda, la vimos empuñar la pistola con la izquierda. Zurda. -Sawyer repitió la actuación, pero esta vez sosteniendo el arma imaginaria con la izquierda. Tuvo que contorsionar el cuerpo hasta una posición ridícula.

– Es imposible -señaló Jackson-. Tendría que haberse dado la vuelta y mirarlo de frente para producirle una herida como ésa. Hizo eso o bien se descoyuntó el brazo. Nadie podría disparar una pistola de esa manera.

– Por lo tanto, si Archer es la tiradora, tuvo que matar al chófer en el asiento delantero, saltar al asiento trasero, liquidar a Brophy, algo que ya hemos demostrado que no hizo, y después, aparentemente, disparar contra Goldman utilizando un ángulo de tiro antinatural, de hecho imposible. -Sawyer se levantó de la silla y meneó la cabeza.