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La voz de Kaplan iba subiendo de tono con cada palabra. Hizo una pausa para recuperar el aliento y una vez más echó una ojeada a los restos.

– Y todo esto ¿dónde nos lleva, George? -preguntó Sawyer con voz calmosa.

Kaplan miró a su amigo y suspiró.

– Ahora consideremos un posible fallo mecánico o un fallo estructural ajeno al diseño. Las catástrofes aéreas por lo general surgen de dos o más fallos que se producen casi al mismo tiempo. Escuché la grabación de las comunicaciones entre el piloto y la torre de control. El capitán envió un mensaje de auxilio varios minutos antes de estrellarse, aunque quedó claro que no sabía qué había pasado. El radiofaro de respuesta del avión continuó rebotando las señales de radar hasta el impacto; por lo tanto, sabemos que algunos de los sistemas eléctricos funcionaron hasta entonces. Pero digamos que una de las turbinas se incendió al mismo tiempo que se producía una fuga de combustible. La mayoría supondría que con la fuga de combustible y la turbina en llamas habría una explosión y adiós el ala. O quizá no se llegó a producir la explosión, aunque por lo que se ve sí la hubo. El fuego habría ablandado el larguero hasta que se partió y el ala se desprendió. Eso tal vez explicaría lo que suponemos que le pasó al vuelo 3223, al menos en este momento. -Kaplan no parecía muy convencido.

– ¿Pero? -le preguntó Sawyer.

Kaplan se frotó los ojos. Su rostro reflejaba la frustración que sentía.

– No hay ninguna prueba de que la maldita turbina funcionara mal. Excepto por los daños obvios causados por el impacto contra el suelo y los desechos que se tragó de la explosión inicial, nada me induce a creer que un fallo de la turbina tuviera algo que ver con el accidente. Si hubo un incendio en la turbina, los procedimientos normales indican cortar el suministro de combustible al motor averiado y después cortarle la corriente. Las turbinas del L800 están equipadas con detectores de fuego automáticos y sistemas de extinción. Y, lo que es más importante, están montadas bajas, de forma que las llamas no lleguen a las alas o el fuselaje. Así que incluso si se producen dos catástrofes al unísono, una turbina incendiada y la fuga de combustible, las características del aparato y las condiciones ambientales reinantes a una altura de doce mil metros y a una velocidad de ochocientos kilómetros por hora, asegurarían que ambas no se uniesen. -Tocó el ala con la punta del pie-. Lo que digo es que no me jugaría la paga a que una turbina defectuosa tumbó a este pájaro. Hay algo más.

Kaplan se arrodilló una vez más junto al borde dentado del ala.

– Como ya te he dicho, hay una prueba clara de una explosión. Cuando revisé el ala por primera vez, pensaba en algún tipo de artefacto explosivo improvisado. Podría ser Semtex conectado a un temporizador o a un altímetro. El avión llega a una altura determinada y la bomba estalla. La explosión rompe la cubierta, de inmediato se produce la rotura de los remaches. Con un viento de centenares de kilómetros por hora, el ala se rompe por el punto más débil, con la misma facilidad con que te bajas la cremallera de la bragueta. Cede el larguero, y adiós. Caray, el peso de la turbina en esta sección del ala garantiza el resultado. -Hizo una pausa, al parecer con el propósito de estudiar más a fondo la parte interior del ala-. La cuestión es que tengo la impresión de que no utilizaron el detonante típico.

– ¿Por qué? -preguntó Sawyer.

Kaplan señaló en el interior del ala la parte visible del depósito de combustible cerca del panel de control. Iluminó el punto con la linterna.

– Mira esto.

Se veía con toda claridad un agujero bastante grande. Alrededor de la perforación había unas manchas marrón claro y el metal aparecía ondulado y con burbujas.

– Ya las vi antes -dijo Sawyer.

– No hay manera de que un agujero como éste se pudiera hacer solo. Y en cualquier caso, lo hubiesen visto en la revisión previa antes de que despegara el avión -señaló Kaplan.

Sawyer se calzó los guantes antes de tocar el metal.

– Quizá se produjo durante la explosión.

– Si fue así, es el único lugar donde ocurrió. No hay otras marcas como éstas en esta sección del ala, aunque hay combustible por todas partes. Eso excluye la explosión como causa. Pero creo que pusieron algo en la pared del tanque de combustible. -Kaplan hizo una pausa y se frotó las manos, nervioso-. Creo que pusieron algo con toda intención para hacer el agujero.

– ¿Un ácido corrosivo? -preguntó el agente especial.

– Te apuesto una cena a que eso será lo que encontraremos, Lee. Los depósitos de combustible están hechos con una estructura de aleación de aluminio consistente en los largueros de delante y atrás y las partes superior e inferior del ala. El grosor de las paredes varía alrededor de la estructura. Hay varios ácidos capaces de corroer sin problemas una aleación blanda como ésta.

– Vale, es ácido; pero tuvo que ser un ácido de acción lenta, y depende de la hora en que lo pusieran, para que el avión tuviera tiempo de elevarse.

– Eso es -respondió Kaplan-. El radiofaro de respuesta envía continuamente la altitud del avión al control de tráfico aéreo. Sabemos que el aparato había alcanzado la altitud de crucero unos minutos antes de la explosión.

– El tanque se perfora en algún punto durante el vuelo -añadió Sawyer, que continuaba con su razonamiento-. El combustible se derrama. Muy inflamable y explosivo. Entonces, ¿qué lo encendió? Quizá la turbina no estaba en llamas, pero ¿qué me dices del calor que desprende?

– Ni hablar. ¿Sabes el frío que hace a doce mil metros de altura? Ríete de Alaska. Además, la cubierta del motor y los sistemas de refrigeración disipan casi todo el calor que sale de la turbina. Y puedes estar bien seguro de que el calor que genera no irá a parar al interior del ala. Recuerda que tienes metido allí dentro un maldito tanque de combustible. Está muy bien aislado. Además, si se produce una fuga, el combustible volará hacia atrás, y no hacia delante, y por debajo del ala donde está la turbina. No, si yo quisiera derribar un avión de esta manera, no me fiaría ni un pelo de utilizar el calor de la turbina como detonador. Me buscaría algo más seguro.

– En el caso de producirse una fuga, ¿no se sellaría automáticamente? -preguntó Sawyer.