6 de enero (Escrito con lápiz, parte con tinta violeta.)
Hoy, después que se le cayó la cola, pronunció muy claramente la palabra "cervecería".
El grabador graba.
Es una criatura del demonio.
Ya no sé qué pensar.
El profesor ya no recibe a nadie. Desde las cinco de la mañana, en la sala de curaciones ocupada por esta criatura, sólo se oyen las groserías más soeces y la expresión "otra copita".
7 de enero. Pronuncia numerosas palabras: "Cochero" "No hay más lugar", "Diario de la tarde", "El paraíso de los niños" y todas las obscenidades que contiene el vocabulario ruso.
Su aspecto es extraño. Sólo le quedó pelo en la cabeza, la barbilla y el pecho. El resto del cuerpo es lampiño, cubierto por una piel fofa. En lo que concierne a los órganos genitales, es casi un hombre. El volumen del cráneo aumentó considerablemente. La frente es baja y huidiza.
Estoy enloqueciendo.
Filip Filipovich no se ha restablecido aún. Soy yo quien se ocupa de la mayoría de las observaciones (grabaciones y fotográficas).
Por la ciudad empezó a difundirse el rumor del experimento.
Consecuencias incalculables. Durante todo el día, el pasaje vecino estuvo transitado por mujeres viejas y por vagabundos. Todavía hay curiosos que esperan bajo las ventanas. Los diarios de la mañana publicaron una información insólita: "Las presuntas noticias acerca de la presencia de un Marciano en el Pasaje Obukhov son totalmente infundadas. Fueron propaladas por los comerciantes de la Sukharevka y serán severamente reprimidas". ¿Qué significa esta historia de marciano? Es una verdadera pesadilla.
Las exageraciones y los disparates prosiguen. Un vespertino publicó la noticia de que había nacido un niño que toca el violín. También publica una ilustración: un violín y mi fotografía con la leyenda "El profesor Preobrajenski, quien practicó una operación cesárea a la madre”.
Es increíble... Dice una nueva palabra: Miliciano.
Al fin de cuentas, la historia del violín fue por culpa de Daría Petrovna; como en un tiempo estuvo enamorada de mí, había sacado mi foto del álbum de Filip Filipovich. Cuando hice salir a los periodistas de la casa, uno de ellos se deslizó en la cocina, etc.
¡Lo que acontece a la hora de las visitas es increíble! Hoy hubo ochenta y dos llamados de la campanilla. El teléfono está desconectado. Todas las mujeres sin hijos han perdido la cabeza: nos acosan...
Reunión del Comité del edificio, bajo la presidencia de Schwonder. ¿Para qué? Ellos mismos lo ignoran.
8 de enero. El diagnóstico ha sido confirmado ya avanzada la noche. Como verdadero hombre de ciencia, Filip Filipovich reconoció su error: el reemplazo de la hipófisis no provoca el rejuvenecimiento sino una hominización completa ( subrayado tres veces). Su sorprendente, asombroso descubrimiento no queda por ello disminuido.
Por primera vez caminó en el departamento. En el corredor, se rió al mirar la ampolla eléctrica. Luego, acompañado por Filip Filipovich y por mí, estuvo en el consultorio. Ya se mantiene firme sobre sus patas ( tachado) sobre sus piernas y parece un hombrecillo deforme.
En el consultorio se rió mucho. Su sonrisa es desagradable, como artificial. Se rascó la nuca, echó una mirada alrededor de él y capté una palabra nueva, pronunciada con claridad: "Burgués". Blasfemó. Blasfema metódicamente, sin detenerse y, manifiestamente, sin razón alguna. Sus groserías tienen un poco el carácter de grabaciones fonográficas: parecería que esta criatura hubiese escuchado alguna vez obscenidades, las habría almacenado inconscientemente en su cerebro y ahora las larga en serie. Pero después de todo, no soy psiquiatra. Esas obscenidades producen una impresión muy penosa a Filip Filipovich. Por momentos olvida su papel de observador frío y metódico de los nuevos fenómenos y parece perder la paciencia. Así, en un momento en que el otro profería groserías, exclamó nerviosamente:
—¡Basta!
Pero sin resultado.
Después del paseo en el consultorio, tuvimos que unir nuestros esfuerzos para hacer regresar a Bola a la sala de curaciones.
A raíz de esto, Filip Filipovich y yo hemos intercambiado opiniones. Debo confesar que por primera vez veía a este hombre inteligente al máximo y tan seguro de sí mismo, dominado por el desconcierto. Tarareando como de costumbre, preguntó. "¿Y ahora, qué vamos a hacer"? y se contestó a sí mismo textualmente: El sastre, sí De Sevilla a Granada...El sastre, querido colega... Yo no entendía nada. Me explicó: "Hágame el favor, Iván Arnoldovich, de ir a comprarle ropa interior, un pantalón y una chaqueta."
9 de enero. Cada cinco minutos (como término medio) su vocabulario se enriquece con una palabra nueva y desde esta mañana forma frases. Se diría que esas frases, congeladas durante mucho tiempo en su conciencia, corren ahora que ha llegado el descongelamiento. Cada palabra nueva queda luego en uso. Desde anoche el grabador registró: "No empujen", "Patán" "Bájate del estribo", "Ya te voy a enseñar", "Reconocimiento de América", "Primus”.
10 de enero. Lo hemos vestido. Aceptó de buen grado la camiseta; hasta se reía alegremente. Rehusó el calzoncillo, protestando con breves gritos roncos "A la cola, hijos de perra, a la cola". Ahora está vestido. Los calcetines le quedan un poco grandes.
( El cuaderno presenta aquí algunos dibujos esquemáticos, que verosímilmente representan las etapas de la transformación de la pata en pie humano.)
La mitad posterior del esqueleto del pie se alarga. Los dedos se desarrollan. Uñas.
Enseñanza sistemática y reiterada del uso de los "toilettes". El servicio doméstico está consternado. Pero hay que reconocer con justicia la capacidad de asimilación de la criatura. Todo marcha muy bien.
11 de enero. Se reconcilió totalmente con los pantalones. Pronunció una larga frase alegre: "Dame un cigarrillo y abotonaré mi bragueta."
En la cabeza, el pelo es suave y sedoso. Casi parece cabello. Pero las manchas rojizas en la parte superior persisten. Apetito colosal. Adora los arenques.
Esta tarde a las 5 se produjo un acontecimiento: por primera vez la criatura pronunció palabras que no eran independientes de los fenómenos ambientes, sino que se relacionaban con ellos. Cuando el profesor le dijo: "No arrojes las sobras al suelo", contestó inesperadamente: "Lárgate, miserable."
Filip Filipovich quedó estupefacto, pero dominándose le dijo:
—Si te atreves una vez más a hablar así, ya sea a mí o al doctor Bormental, te pesará.
Fotografié a Bola en ese preciso instante. Estoy seguro que había comprendido las palabras del profesor. Por su rostro se extendió una sombra de fastidio. Lanzó una mirada de reojo, malhumorado, pero se calmó.
¡Hurra! ¡Comprende!
12 de enero. Se pone las manos en los bolsillos. Ya no dice groserías. Silbó una cancioncilla. Mantiene una conversación.
No puedo evitar asentar algunas hipótesis. Al diablo con los problemas del rejuvenecimiento, al menos por ahora. Hay algo inconmensurablemente más importante: el asombroso experimento del profesor Preobrajenski reveló uno de los enigmas del cerebro humano. Ahora se conoce la función de la hipófisis: es lo que determina la fisonomía humana. Se puede decir que sus hormonas desempeñan un papel preeminente en el organismo: son las hormonas de la fisonomía externa. Un nuevo campo de acción se abre a la ciencia: un homúnculo ha sido creado sin recurrir a las retortas de Fausto. El escalpelo del cirujano ha dado vida a una nueva entidad humana. Profesor Preobrajenski ¡es usted un creador! ( Manchón de tinta).