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Sabes que nunca me detendré hasta que te encuentre. Sé fuerte, nena. Por mí. Por tus hermanas. Por Jonas e Ilya y el maldito pueblo entero. Permanece viva, Elle.

Deseaba que ella le amara lo suficiente como para vivir por él. Deseaba ser su razón. Ella era suya. Había sido suya desde la primera vez que había oído su voz, suave y sedosa y tan condenadamente sexy. Algo dentro de él había despertado… había vuelto a la vida.

Él no tenía emociones como las de Jonas. Preocuparse por todos y por todo el mundo, por cada causa, ése era Jonas. Salvar el mundo, decidido a salvar a Jackson. Jackson miró fijamente a Ilya. El ruso se parecía mucho más a él. Controlado. Disciplinado. Extremadamente peligroso. Algunas veces deseaba poder ser como Jonas, especialmente cuando se trataba de expresar sus sentimientos a Elle, pero si alguien iba a salvarle, esa sería Elle. Nunca había deseado a una mujer para sí mismo hasta Elle y ella era tan elusiva como el viento.

Maldijo suavemente por lo bajo y se giró lejos de los otros dos hombres. Ambos notaban cada detalle, y no necesitaba su escrutinio ahora mismo. Debería haber salido simplemente a la palestra, haber sido un hombre y tomado lo que le pertenecía por derecho. Haberla subyugado.

Ilya dejó de andar bajo un grupo de árboles y levantó la vista hacia la almena del capitán. Tres pisos por arriba, Hannah Drake Harrington, la esposa de Jonas, paseaba arriba y abajo, sus largos rizos rubios girando en el fuerte viento. Varias veces alzó los brazos, atrayendo el viento, llamándolo como hacía cuando deseaba comandarlo. Jackson sabía que estaba reuniendo energía en preparación a su llamada.

Ilya mantuvo la voz baja.

– He reunido retazos de información de varias fuentes que me lo debían. La tapadera de Elle había sido cuidadosamente construida a lo largo de varios años, lo cual explica sus frecuentes desapariciones. Utilizaba el nombre de Sheena MacKenzie, una joven muy atractiva de la alta sociedad que se movía en círculos europeos principalmente. Era conocida por ser bastante aventurera, muy hábil en todo desde, excavar hasta hacer alpinismo.

– Todo lo cual es Elle -intervino Jonas.

– Por otro lado Sheena MacKenzie estaba fichada, sospechosa para la Interpol de ser una exitosa ladrona de clase alta.

– Así que no se infiltró como mujer raptada y utilizada en los círculos de tráfico -dijo Jonas-. ¿Su gente dio información falsa a la Interpol? ¿O éstos estaban en el ajo? Por lo que sé, ella no trabajaba con la Interpol.

– Si mi información es correcta, había una cooperación. El hombre tras el que iban es un pez gordo -explicó Ilya-. El principal sospechoso es un hombre llamado Stavros Gratsos.

– El magnate naviero. -Jonas silbó suavemente-. Tiene más dinero que la mitad del mundo. ¿Qué querría tener él que ver con el tráfico de humanos?

– Tiene muchísimo dinero, Jonas -explicó Ilya-. Probablemente es así como lo consiguió en primer lugar. Es sospechoso, pero nadie ha encontrado nunca pruebas. El tráfico humano es superado sólo por el de drogas y crece día a día. Una casa puede ganar más de un millón al mes en una ciudad. Imagina si tuvieras una casa en cada ciudad por todo el mundo. Es global, no sólo una pequeña área, y Gratsos tiene los dedos en todos los pasteles. No sería difícil, y está demasiado lejos del alcance de las autoridades, se saldría con la suya y probablemente lleva haciéndolo años.

– ¿Qué estaba haciendo Elle exactamente? -preguntó Jackson. Tráfico humano. La idea de Elle en manos de hombres como ese le dejaban sacudido, frío e inútil. No podía dejar que su mente siguiera por ahí. Intentó no recordar su voz, tan perturbada, buscándole y cómo él no podía encontrarla. Llevaba un mes ya en manos de un loco.

– Se tropezó con Gratsos casualmente un par de veces -dijo Ilya-, y según su contacto, Gratsos pareció bastante cautivado por ella.

Los ojos de Jackson se cerraron brevemente. Lo entendía completamente. Elle tenía ese efecto en la gente. Parecía elusiva, fuera de tu alcance. Una combinación de atractivo e inocencia que podía atrapar la atención de un hombre y no dejarla escapar. Él lo sabía mejor que la mayoría. Una vez había oído su voz, esa suave voz de dormitorio que se hundía bajo la piel de un hombre y se asentaba en el fondo de su estómago, ganando fuerza en sus entrañas, había podido pensar en poco más. Con su compañía la obsesión sólo se incrementaba.

Era baja, más baja que sus hermanas, con una figura diminuta y muy femenina. Sus ojos eran tan verdes como el mar, como dos gemas chispeantes que incitaban y prometían. Su espeso cabello rojo era lacio, sin indicio de los rizos que tenía su hermana Hannah. La sedosa cascada caía más abajo de su cintura, una caída brillante que robaba el aliento de un hombre. Jackson había tenido un montón de fantasía sobre ese cabello… y su boca, el arco perfecto de su boca. Parecía pequeña y frágil, una mujer a la que proteger y apreciar, tan femenina que un hombre querría poseerla, aunque había acero en su interior. Podía aparentar ser fría y distante, pero cualquier hombre vería el fuego en ella, la pasión humeando tan cerca de la superficie, pasión que un hombre desearía toda para sí mismo. Si, podía ver a Gratsos cautivado por ella. Era exótica, elusiva y justo fuera del alcance. Alguien acostumbrado a conseguir cualquier cosa que quisiera estaría más que intrigado por ella.

– ¿Crees que ese Gratsos la tiene encerrada en alguna parte?

Ilya asintió con la cabeza.

– La Interpol y su contacto creen que está muerta. Nosotros sabemos que no. Gratsos podría haberse creído su tapadera… una ladrona intentando robarle. Puede haber sospechado que era una tapadera, pero se habría creído que era una ladrona, especialmente si estaba colado por ella, lo cual mi informante dice que era obvio. Incluso creer que era una ladrona internacional podría haberle intrigado más. Si está sucio, incluso le habría atraído pensar que podría serlo.

– Se habría enfadado con ella, si no hubiera caído en su regazo -dijo Jonas-. Si realmente está metido en el tráfico de humanos, no habrá podido permitirse correr el riesgo de que estuviera infiltrada y espiándole. Ese tipo de cargos, incluso para alguien tan poderoso como él, sacudirían el mundo. Habría tenido que matarla.

Ilya asintió con la cabeza.

– Eso sería lo más inteligente y Gratsos es un hombre muy inteligente, pero también es muy ególatra y se cree por encima de la ley. Estaba sin un céntimo como un adolescente y construyó un imperio a base de puras agallas y cerebro. La tragedia golpeó a su familia desde el mismo principio. Su padre se casó con una mujer, tuvo gemelos, y ella y el otro chico murieron un mes después en un accidente de coche. Su padre era un auténtico hijo de puta, pero Gratsos probó ser un chico muy inteligente y recibió unas pocas menciones de profesores. Según los rumores, su primera aventura fue contrabando y era bueno en ello. No tenía ningún reparo en actuar fuera de la ley entonces y estoy seguro de que tampoco le preocupa ahora. Posee buques cisterna para transportar aceite y cargueros por docenas con otros contratos muy lucrativos. Pasar de contrabando a unas pocas mujeres a bordo no sería un problema. Si ha estado haciendo esto desde el principio de su carrera, ahora ya será muy bueno en ello. Retener a Elle podría haberle resultado irresistible. Le gustaría la idea de tener a una mujer como Elle bajo su pulgar, justo bajo la nariz de las autoridades mientras sigue con sus yates, sus fiestas y sus negocios como es habitual.

Jackson se aferró a eso, sin pensar demasiado en lo que un hombre que se consideraba a sí mismo por encima de la ley y no tenía escrúpulos en traficar con humanos, podía hacer a una mujer a la que ahora creía poseer. Elle estaba en problemas si Gratsos era el hombre que la retenía, tenía el dinero suficiente para mantenerla oculta al mundo durante un largo tiempo… hasta que se cansara de ella.