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Tomó aliento y obligó a su mente a apartarse del desastre. Tenía que pensar con claridad. Encontrarla primero. Recuperarla. Mantenerla a salvo. Tratar con todo lo demás después. Lo primero de todo encontrarla. Levantó la vista al cielo. Ya podía sentir el crepitar de energía. Hannah había abandonado la almena del capitán y había vuelto a la casa, señal de que se acercaba el momento.

La casa Drake se erguía sobre ellos, alzándose como un antiguo dragón con las alas extendidas posado al borde del acantilado. El agua palpitaba abajo, enviando gigantescas salpicaduras de espuma blanca alto en el aire, el agua estaba lodosa y oscura, arremolinándose como el caldero de una bruja. Jackson saboreó la sal junto con su miedo. Esta casa sería suya cuando reclamara a Elle. El legado de ella sería el suyo.

Elle era la séptima hija de una séptima hija. Cargaba con todos los poderes de la familia Drake en su esbelto cuerpo, y con ellos, con la habilidad de continuar el linaje. Lo cual significaba que el control de natalidad no funcionaba bien con ella.

Sería la madre de la siguiente generación de Drakes. Él se casaría con ella, pero las hijas llevarían el nombre de ella. Sus siete hijas poseerían el poder de la familia Drake. Había esperado, permitiendo a Elle huir, realizar su huída, porque había tenido miedo. No de las niñas de las que no tenía ni idea de como ser el padre… eso lo aprendería… sino de su propio legado de violencia. ¿Y cómo explicárselo a ella sin ponerla en peligro?

No era un hombre capaz de renunciar a demasiado control, y Elle le desafiaba a cada vuelta… más que desafiarle, le retaba. No había confiado lo bastante en sí mismo como para no perderla cuando ambos tenían personalidades tan fuertes y frente a la duda, ella se había alejado de él… y finalmente, hasta había perdido las esperanzas con él.

Elle. Demonios. ¿Dónde estás? Respóndeme. Puso cada gramo de exigencia, de voluntad de hierro… una voluntad horneada y formada por la violencia… en la orden. Respóndeme ahora.

Se frotó la mandíbula ensombrecida y observó como el relámpago iluminaba el cielo oscurecido, rociando las nubes amenazadoras con lanzas de un blanco ardiente, destellos que parecieron perforar sus ojos y atravesar su cráneo justo hasta la parte de atrás de su cabeza. Se dejó caer de rodillas y se presionó los dedos con fuerza contra las sienes, su estómago se agitó, el dolor de su cabeza era tan intenso que le revolvió el estómago.

Todo se retiró al trasfondo, las voces ansiosas de Ilya y Jonas se desvanecieron. El mundo a su alrededor se curvó y tembló. La tierra se movió, se volvió suave y acogedora bajo él. Oyó una voz susurrando y al principio no pudo registrar palabras, pero se extendió hacia ella y la voz se volvió más fuerte. Sheena. Mírame. Háblame. ¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Quién te envía? Háblame, Sheena, y el dolor desaparecerá. Masculina. Persuasiva. Había oído voces como esa antes, moldeando a su víctima, manteniendo la esperanza justo fuera del alcance.

Jackson se quedó inmóvil, temiendo moverse, temiendo esperar. La había tocado. Había conectado y si alguien le estaba preguntado como si fuera Sheena, su tapadera todavía estaba intacta. Intentó respirar a través del dolor… el dolor de ella… y dejar que su mente se expandiera, extenderse tanto como podía hacia la mente de ella. Elle. ¿Nena? ¿Puedes oírme? Voy por ti. Estamos en camino. Permanece viva por mí, cariño.

Sintió el toque lejano, sólo un ligero estremecimiento en su mente. Frágil. Tenue, como si ella temiera creer. ¿Jackson?

Su voz cerró un grillete sobre su corazón, apretando hasta que fue un auténtico dolor. Por un momento pensó que podría estar teniendo un ataque al corazón. Estoy aquí. Estoy contigo. Dime donde estás, Elle.

No lo sé. No puedo pensar con claridad. Mi cabeza… Se interrumpió, y la conexión entre ellos vaciló.

¡No! Su voz fue aguda. Quédate conmigo, nena. Necesito que mires alrededor. ¿Qué ves? ¿Quién está contigo?

Hubo un momento de duda. Un relámpago iluminó el cielo y un trueno estalló cerca, el sonido más ruidoso que el retumbar del mar. Una luz blanca ardió detrás de sus ojos y tuvo que cerrar los párpados firmemente contra el dolor destructivo.

Una mano cayó sobre su hombro.

– ¿Jackson?

Jackson se encogió de hombros apartando la distracción.

– La he alcanzado. La he alcanzado -exclamó. Era difícil estar en dos lugares a la vez y necesitaba estar con ella. Se estaba deslizando, incluso mientras se extendía hacia ella. ¡Elle, no!

Se había ido, fuera de su alcance y se quedó de rodillas, respirando profundamente, dejando caer la frente contra el suelo y quedándose inmóvil hasta que recuperó el control.

– Está viva -dijo Ilya-. La encontraremos.

Jonas extendió la mano y Jackson la tomó, permitiendo que su amigo le ayudara a levantarse.

– ¿Por qué no te conectaste con nosotros y fortaleciste el vínculo? -exigió a Ilya sin mirarle, ese frío que coleaba en su interior era oscuro y peligroso ahora, desplegándose.

– Lo intenté, Jackson -dijo Ilya, su voz fue absolutamente tranquila-. Sea lo que sea lo que tenéis los dos es un puente que es sólido sólo entre vosotros. No pude unirme a ti.

– No pude sujetarla a mí -dijo Jackson, frustrado-. ¿Si no podéis uniros a mí, qué demonios estamos haciendo aquí? -Porque tenía que funcionar. El dolor había sido el dolor de ella. Elle necesitaba ayuda. Estuviera donde estuviera, necesitaba atención médica.

– Estaba confusa. -Casi infantil, más frágil de lo que nunca la había visto. Y eso le asustaba casi tanto como que estuviera en manos de un loco.

– Jackson. -Jonas puso una mano firme sobre su hombro-. La encontraremos.

Ilya gesticuló hacia la casa.

– Las mujeres quieren que entremos ahora.

Jackson miró hacia la vacía almena del capitán. Hannah sabía el momento óptimo para intentar enviar el viento a Elle. Si tenían suerte, y todos los elementos encajaban en su lugar, crearían una fuente de energía capaz de cruzar grandes distancias hasta Elle.

Voy en camino, nena, susurró a la noche y siguió a los otros dos hombres por el camino sinuoso hasta la enorme y desparramada casa.

Sarah Drake estaba de pie en la puerta, sujetándola abierta para ellos. Su cara pálida estaba inmóvil, la ansiedad brillaba en sus grandes ojos azules. El viento tiraba de su cabello oscuro, dándole una apariencia etérea, una que Jackson con frecuencia asociaba con las mujeres Drake. Sarah era la mayor y estaba comprometida con Damon Wilder, un vecino que poseía la casa justo debajo de la finca de la familia Drake. Con el brazo alrededor de la cintura de Sarah, Damon saludó a los otros hombres con un ligero asentimiento y, apoyándose pesadamente en su bastón, se giró y cojeó de vuelta a través del recibidor para detenerse contra la pared.

Jackson siguió a Jonas dentro, Ilya le siguió a la zaga. La atmósfera en la casa Drake era normalmente cálida y risueña. Esta noche estaba cargada de tensión y pesar.

Joley, la sexta hermana Drake, la música de la familia, se lanzó a los brazos de Ilya. Siempre sorprendía a Jackson que un hombre tan remoto y desapasionado como Ilya, se iluminara cuando Joley estaba a su alrededor. El ruso rozó un beso en la coronilla de la cabeza de mechas rubias, rodeándola protectoramente con los brazos.

– ¿La sentiste? -preguntó Jackson a Hannah-. He tenido una pequeña conexión con ella ahora mismo, pero luego la perdí.

Hannah, alta y elegante con largos rizos rubio platino y grandes ojos azules, se dio la vuelta para mirarle ante su pregunta. Una ex supermodelo, casada con Jonas y ya embarazada de su primer hijo, Hannah era particularmente fuerte en sus talentos y sería el mayor activo en el intento de encontrar a Elle. Jackson vio la respuesta en su cara, la mirada completamente en blanco que le dijo que no había captado ni siquiera el más ligero estremecimiento por parte de Elle.