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Visto retrospectivamente parece casi fácil. Pero tuvieron que pasar muchos siglos para descubrirlo, y quedaba mucho trabajo por hacer, especialmente para descifrar losjeroglíficos de épocas muy anteriores. Los cartuchos eran la clave dentro de la clave, como si los faraones de Egipto hubiesen rodeado con una línea sus propios nombres para facilitar la tarea a los egiptólogos de dos mil años más tarde. Champollion se paseó por la Sala hipóstila de Kamak leyendo tranquilamente las inscripciones que habían intrigado a todo el mundo, respondiendo él mismo a la pregunta que de niño había hecho a Fourier. ¡Qué placer debió causar abrir este canal unilateral de comunicación con otra civilización, permitir que una cultura muda durante milenios hablara de su historia, magia, medicina, religión, política y filosofía!

Hoy en día estamos buscando mensajes de una civilización antigua y exótica, escondida de nosotros no sólo en el tiempo, sino también en el espacio. Si llegáramos a recibir un mensaje de radio de una civilización extraterrestre, ¿Cómo podríamos comprenderlo? Esta inteligencia extraterrestre será elegante, compleja, intemamente coherente y absolutamente extraña. Como es lógico los extraterrestres desearán enviamos un mensaje lo más comprensible posible. Pero, ¿cómo se consigue esto? ¿Hay algo comparable a una piedra de Rosetta interestelar? Creemos que sí existe. Creemos que hay un lenguaje común que han de tener las civilizaciones técnicas, por diferentes que sean. Este lenguaje común es la ciencia y las matemáticas. Las leyes de la naturaleza son idénticas en todas partes. Las formas de los espectros de estrellas y galaxias lejanas son las mismas que las del Sol o las de experimentos adecuados de laboratorio: no sólo existen los mismos elementos químicos en todas partes del universo, sino que las mismas leyes de la mecánica cuántica que gobiernan la absorción y emisión de radiación por los átomos son válidas en todas partes. Las galaxias distantes que giran una alrededor de la otra siguen las mismas leyes de la fisica gravitatoria que gobiernan el movimiento de la caída de una manzana en la Tierra, o la ruta del Voyager hacia las estrellas. Las estructuras de la naturaleza son las mismas en todas partes. Un mensaje interestelar destinado a que lo comprenda una civilización emergente debería ser fácil de descifrar.

No esperamos encontrar una civilización técnica avanzada en mngun otro planeta de nuestro sistema solar. Si estuviera atrasada sólo un poco con relación a nosotros por ejemplo 10 000 años no dispondría de ningún tipo de tecnología

avanzada; si estuviera un poco más avanzada que nosotros que estamos explorando ya el sistema solar sus representantes deberían estar ya entre nosotros. Para comunicar con otras civilizaciones necesitamos un método que no sólo sea adecuado para distancias interpianetarias, sino también para distancias interestelares. Lo ideal sería que el método fuese económico, para poder enviar a coste muy bajo enonnes cantidades de información; rápido, para hacer posible un diálogo interestelar; y obvio, de modo que cualquier civilización tecnológica, sea cual fuere su camino evolutivo, lo descubra pronto. Es sorprendente, pero este método existe. Se llama radioastronomía.

El mayor observatorio semiorientable de radio/radar del planeta Tierra es la instalación de Arecibo, que la Universidad de Comell opera para la Fundación Nacional de Ciencia. Está situado en el remoto interior dé la isla de Puerto Rico y tiene un diámetro de 305 metros, siendo su superficie reflectante una sección de una esfera aplicada a un valle preexistente en forma de olla. Recibe las ondas de radio de las profundidades del espacio y las enfoca en la antena de alimentación situada muy por encima del disco, que a su vez está conectada electrónicamente con la sala de control, donde la señal es analizada. A su vez, cuando el telescopio se utiliza como transmisor de radar, el brazo de alimentación puede emitir una señal hacia el disco, que la refleja al espacio. El observatorio de Arecibo se ha utilizado para la búsqueda de señales inteligentes procedentes de civilizaciones del espacio y en una sola ocasión para transmitir un mensaje a MI 3, un cúmulo globular distante de estrellas, y dejar claro, al menos para nosotros, que disponemos de capacidad técnica para participar en los dos extremos de un diálogo interestelar.

El observatorio de Arecibo podría transmitir en un período de pocas semanas a un observatorio comparable de un planeta de una estrella próxima toda la Encyclopaedia Britannica.Las ondas de radio se desplazan a la velocidad de la luz, 1 0 000 veces más rápido que un mensaje incluido en nuestra nave espacial más veloz. Los radiotelescopios generan en gamas estrechas de onda señales tan intensas que pueden detectarse a distancias interestelares inmensas. El observatorio de Arecibo podría comunicarse con un radiotelescopio idéntico situado en un planeta a 15 000 años luz de distancia, a medio camino del centro de la galaxia Vía Láctea, si supiéramos exactamente hacia dónde dirigirlo. Y la radioastronomía es una tecnología natural. Prácticamente toda atmósfera planetario, sea cual fuere su composición, tendría que ser parcialmente transparente a las ondas de radio. Los mensajes de radio no sufren mucha absorción o dispersion por el gas situado entre las estrellas, del mismo modo que una emisora de radio de San Francisco puede oírse fácilmente en Los Angeles aunque la contaminación haya reducido allí la visibilidad en las longitudes de onda ópticas a unos pocos kilómetros. Hay muchas fuentes cósmicas de radio que son naturales y que no tienen ninguna relación con vida inteligente: pulsars y quasars, los cinturones de radiación de los planetas y las atmósferas exteriores de las estrellas; en las primeras fases del desarrollo local de la radioastronomía hay fuentes brillantes de radio a descubrir en casi cada planeta. Además la radio representa una fracción importante del espectro electromagnético. Cualquier tecnología capaz de detectar radiaciones de cualquier longitud de onda tendría que descubrir con bastante rapidez la parte de radio del espectro.

Puede haber otros métodos efectivos de comunicación que tengan méritos importantes: las naves interestelares, los lasers ópticos o infrarrojos, los neutrinos pulsados, las ondas de gravedad moduladas, o algún otro tipo de transmisión que no descubriremos ni en mil años. Las civilizaciones avanzadas pueden haberse graduado mucho más allá de la radio en sus propias comunicaciones. Pero la radio es potente, barata, rápida y sencilla. Sabrán que una civilización atrasada como la nuestra que desea recibir mensajes de los cielos es probable que recurra primero a la tecnología de radio. Quizás tendrán que sacar con ruedas los radiotelescopios de su Museo de Tecnología Antigua. Si tuviéramos que recibir un mensaje de radio, por lo menos tendríamos algo de qué hablar: de radioastronomía.

Pero, ¿hay alguien ahí fuera con quien hablar? ¿Es posible, habiendo una tercera parte o una mitad de un billón de estrellas en nuestra galaxia Vía Láctea, que la nuestra sea la única acompañada por un planeta habitado? Es mucho más probable que las civilizaciones técnicas sean una trivialidad, que la galaxia esté pulsando y vibrando con sociedades avanzadas, y por lo tanto que no esté muy lejos la cultura de este tipo más próxima: quizás esté transmitiendo con antenas instaladas en un planeta de una estrella visible a simple vista, en la casa de al lado. Quizás cuando miramos el cielo nocturno, cerca de uno de esos débiles puntos de luz hay un mundo en el cual alguien muy distinto de nosotros esté contemplando distraídamente una estrella que nosotros llamamos Sol y acariciando, sólo por un momento, una insultante especulación.