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—Cuando le quitemos el vendaje —dijo—, notará que tiene dos conexiones, una anterior y otra posterior.

—¿Dos? —nunca había oído que nadie tuviera dos conexiones.

—Sí. El doctor Lisán le ha aumentado al doble el injerto corímbico convencional.

Esa enorme capacidad en mi cerebro era como ponerle un cohete a una carreta de bueyes; nunca volaría. Cerré los ojos, me sentía algo más que asustado. Empecé a murmurar Al-Fatiha, la primera azora del noble Corán, una consoladora oración que siempre me sale en ocasiones como ésa. Es el equivalente islámico del Padrenuestro cristiano. Luego abrí los ojos y contemplé mi imagen. Todavía estaba asustado, pero al menos había dado a conocer mi incertidumbre al cielo y, en adelante, aceptaría todo como la voluntad de Alá.

—¿Eso significa que puedo conectarme dos moddies distintos a la vez y ser dos personas al mismo tiempo?

El doctor Yeniknani frunció el ceño.

—No. señor Audran. La segunda conexión sólo aceptará potenciadores de software, no un módulo de personalidad completo. No intente probar dos módulos a la vez. Acabaría con los dos hemisferios cerebrales carbonizados y la parte posterior de su cerebro serviría sólo de pisapapeles. Le hemos proporcionado un aumento, como… —Casi comete una indiscreción y menciona un nombre— su patrón ordenó. Un terapeuta le enseñará el uso correcto de sus injertos corímbicos. El modo como usted los emplee cuando salga del hospital es asunto suyo. Recuerde que ahora trata directamente con su sistema nervioso central. No se trata de tomarse unas cuantas pastillas y amodorrarse un rato hasta recobrar la sobriedad. Si comete alguna imprudencia con sus injertos, podría tener efectos irreversibles. Aterradores efectos irreversibles.

Está bien, me lo había vendido. Haría lo que «Papa» y todos los demás quisieran, mi cerebro estaba modificado. El bueno del doctor Yeniknani me había asustado y me dije a mí mismo allí, en la cama del hospital, que yo nunca había prometido usar tal cosa. Saldría del hospital en cuanto pudiera, iría a casa, olvidaría los injertos y resolvería mis asuntos como de costumbre. Me conectaría el moddy el día que hiciese frío en Jiddah. Tendría las conexiones de adorno. En la amplificación subcraneal de Marîd Audran, amigo, las pilas no iban incluidas e intentaría que así fuera. Excitar de vez en cuando mis pequeñas células grises con química no las incapacitaba para siempre, pero no iba a chamuscarlas en una freidora eléctrica. Sólo pude llegar hasta allí, luego, mi perversidad innata se impuso.

—Así que —dijo el doctor Yeniknani con más ánimo—, al margen de esa advertencia obligatoria, supongo que deseará oír lo que las mejoras de su mente y su cuerpo son capaces de hacer por usted.

—Puede apostar lo que quiera —dije sin entusiasmo.

—¿Qué sabe sobre las actividades del cerebro y el sistema nervioso?

Me eché a re ir.

—Tanto como cualquier buscavidas del Budayén que apenas puede leer y escribir su nombre. Sé que el cerebro está en la cabeza y he oído que no es una buena idea dejar que un criminal te lo esparza sobre la acera. Aparte de eso, desconozco todo lo demás.

En realidad, no sabía tan poco como le había dicho, mas siempre guardo algo de reserva. Ser un poco más rápido, más fuerte y más listo de lo que la gente cree es una buena política.

—Bien, el injerto corímbico posterior es del todo convencional. Eso le permite conectarse un módulo de personalidad. Usted sabe que la profesión médica no tiene una opinión unánime sobre estos módulos. Algunos de nuestros colegas piensan que los posibles abusos superan los beneficios. Estos beneficios, en realidad, son mínimos al principio. Los módulos se fabrican, sobre bases limitadas, como ayudas terapéuticas a pacientes con graves perturbaciones neurológicas. Sin embargo, los módulos han sido adquiridos por los medios populares, y se emplean para propósitos muy diferentes a los que, en un principio, sus inventores pretendían. Ahora, es demasiado tarde ya para hacer algo al respecto y aquellos que lo consideran una afrenta y prohibirían el uso de los módulos, apenas encuentran audiencia para sus ideas. De modo que tendrá acceso a una amplia gama de módulos de personalidad de venta al público, módulos extremadamente serviciales que pueden ahorrar gran cantidad de trabajos duros que la mayoría de la gente considera ofensivos.

De inmediato pensé en el módulo de Dulce Pilar.

—Puede ir a una tienda y convertirse en Saladino. un verdadero héroe, el gran sultán que expulsó a los cruzados, o convertirse en el mítico sultán Shahryar y divertirse con la hermosa narradora y las Mil y una noches. Su injerto posterior está capacitado para aceptar hasta seis potenciadores de software.

—Ése es el tipo de injerto que tienen mis amigos —dije —. ¿Cuáles son las ventajas experimentales que ha mencionado? ¿Qué peligro existe en conectarlas?

El doctor sonrió brevemente.

—Es difícil decirlo, señor Audran. después de todo, son experimentales. Se han probado en muchos animales y en unos pocos voluntarios humanos. Los resultados han sido satisfactorios, pero no unánimes. Dependerá mucho de usted, si a Alá le place. Permítame empezar por explicarle a qué controles me refiero. Los módulos de personalidad alteran su consciencia y le hacen creer temporalmente que usted es otro. Los potenciadores alimentan su memoria a corto plazo y le proporcionan un conocimiento instantáneo sobre cualquier tema, que se desvanece en cuanto el chip es retirado. Los potenciadores que puede emplear con el injerto anterior afectan a algunas otras estructuras diencefálicas más complejas. —Sacó un rotulador negro y esbozó un tosco mapa del cerebro—. Primero, hemos insertado un cable de plata muy delgado con revestimiento de plástico en su tálamo. El cable tiene menos de una centésima de milímetro de diámetro y es de manipulación muy delicada. Ese cable conectará su sistema reticular a un único potenciador que nosotros le entregaremos, eso le permitirá amortiguar la red neuronal que cataloga los detalles sensoriales. Por ejemplo, si es vital que se concentre, puede elegir bloquear o alterar las señales visuales, audibles, táctiles o de otro tipo.

Enarqué las cejas.

—Ya veo que puede ser útil —dije.

El doctor Yeniknani sonrió.

—Es sólo la décima parte de lo que le hemos hecho, hay otros cables en otras áreas. Cerca del tálamo, en el centro de su cerebro, está el hipotálamo. Es un órgano pequeño, pero con variadas y vitales funciones. Será capaz de controlar, aumentar o anular muchas de ellas. Por ejemplo, si lo desea, puede ignorar el hambre; con sólo emplear el potenciador adecuado no sentirá nada de hambre por mucho tiempo que ayune. Ejercerá el mismo control sobre la sed y la sensación de dolor. Podrá regular a conciencia su temperatura corporal, su presión sanguínea y su estado de excitación sexual. Y lo que es más útil quizá, será capaz de suprimir la fatiga.

Me senté y lo miré con los ojos muy abiertos, como si hubiera abierto un tesoro fabuloso o una verdadera lámpara de Aladino para mí. Pero el doctor Yeniknani no era un djinn esclavizado. Lo que me ofrecía no era magia, aunque para mí como si lo fuese. No sabía si creerle del todo, pero tendía a creer en los fieros turcos en posiciones de autoridad. Como mínimo, les hago caso, así que le dejé seguir.

—Le será más fácil aprender nuevas habilidades e información. Contará con potenciadores electrónicos para introducirlas en su memoria a corto plazo, pero si quiere transferirlas permanentemente a su memoria a largo plazo, su hipocampo y otras áreas asociadas están preparadas para ello. Si lo necesita, puede alterar sus relojes circadianos y lunares. Será capaz de dormir cuando lo desee y despertarse automáticamente según los chips que emplee. El circuito de su pituitaria le dará control directo sobre sus otros endocrinos, tales como la tiroides y las glándulas de adrenalina. Su terapeuta entrará en más detalles sobre cómo podrá sacarle partido a estas funciones. Como ve, podrá dedicar toda su atención a su trabajo, sin necesidad de interrumpirlo tan a menudo para las necesidades corporales habituales. Ahora bien, no se puede estar indefinidamente sin dormir o beber agua o vaciar la vejiga, pero si lo desea puede evitar los molestos signos de aviso insistentes y crecientes.