Diego se aclaró la garganta y dijo:
– No creo…
– Además, se va a metamorfosear -continuó Szabla-. Puede hacerle sombra a Godzilla.
– Además, tenemos la obligación de comprobar que realmente se metamorfosea -puntualizó Diego.
– Quizá sea un extraterrestre -aventuró Tucker-, o proceda de las profundidades de la Tierra y haya emergido como consecuencia de las grietas abiertas por los terremotos.
– O tal vez se haya producido una fuga radiactiva en alguna parte -sugirió Szabla, mientras levantaba las manos y movía con rapidez los dedos-. Son ellos.
Rex reprimió una sonrisa.
– Supongo que se trata de una mutación o de una especie completamente nueva.
– Una buena mutación -comentó Savage.
Rex se encogió de hombros.
– Con el estado de la capa de ozono, ¿quién sabe? La vida de este planeta ha evolucionado durante cientos de miles de años para funcionar con éxito dentro de unos parámetros específicos de radiación solar. Si estos parámetros se modifican drásticamente, eso libera al ADN. -Tosió-. El tamaño de la larva indica algún tipo de esqueleto hidrostático. Sin él, el bicho sería una masa informe.
– ¿Cómo es eso posible? -preguntó Diego-. ¿Un esqueleto interno?
– Mira el tamaño -dijo Rex-. ¿Cómo podría ser de otra forma? Además, debe de tener un sistema de respiración avanzado, algún tipo de aparato respiratorio mutado. No hubiera podido crecer de esta forma sólo con el oxígeno obtenido por las agallas. ¿Quizás unos primitivos pulmones membranosos? -Se preguntó mientras miraba nerviosamente las tres agallas temblorosas que el animal tenía detrás de la cabeza.
– ¿Cómo coño sabes eso? -preguntó Tucker.
– Olvidas, muchachote, que soy geólogo especializado en ecología y en placas tectónicas. Aunque antes aborrecía las ciencias de la vida, llevé a cabo un aprendizaje extensivo de ellas. -Con una sonrisa poco sincera añadió-: Lo sé todo.
Savage se levantó, recogió un palo y se dirigió hacia la larva. Se inclinó sobre ella y con el palo la tocó en la cabeza. La larva se apartó de él moviendo la cabeza, como si eso le hubiera dejado un mal sabor en la boca.
– ¿Qué mierda estás haciendo? -exclamó Diego, quitándole el palo a Savage.
– Vaya, ahora juegas a mamás y a papás, ¿no?
Derek tenía el rostro encarnado.
– No continúes con esta mierda, Savage.
– ¿Qué pasa con tanto proteccionismo? Esa cosa puede ser peligrosa.
– Justo -dijo Szabla-. Exactamente lo que digo.
Diego se dirigió a Szabla con un tono tranquilo y seguro:
– La larva es el estado de nutrición en el desarrollo de un insecto. El peso y el aumento de tamaño, normalmente, ocurre en ese período. Ya sabes que no puede cazar nada que sea más grande que ella. Sabes que hay reglas.
Szabla levantó la mirada, y la intensidad de sus ojos era sorprendente.
– Es un insecto de casi un metro. -Señaló a la larva, que en ese momento se había enroscado en una bola, con la cabeza escondida dentro de las espirales de su cuerpo-. No me hables de reglas.
– Aunque no me guste reconocerlo -intervino Rex-, tiene algo de razón. Este fenómeno, desde el punto de vista científico, rompe todas las reglas. Los insectos no crecen tanto. Todas nuestras ideas deben cambiar, incluidas las de peligro y amenaza. -El ala del sombrero le ocultaba casi por completo los ojos-. Esto es con lo que Frank debió de haberse encontrado antes de desaparecer. Pero, ¿por qué realizó el esbozo de una mantis? Las mantis son hemimetábolas.
– Traduce.
– No pueden realizar una metamorfosis completa. No pasan por una etapa de desarrollo como ésta.
– ¿Qué hacemos con ella? -preguntó Szabla-. No quiero que duerma cerca de mí.
Savage lanzó su Viento de la Muerte al aire y lo recogió por el mango.
– Si esa cosa se me acerca, la desuello -dijo-. Que le den por el culo a la ciencia.
– Eso lo decido yo -intervino Derek-. Nuestras órdenes son ayudar a Rex.
– ¿Y qué? -Szabla miró a Derek-. Esto no forma parte de la misión.
– Ahora sí -dijo Rex con suavidad.
Diego negó con la cabeza, disgustado, mirando a Szabla.
– ¿De verdad puedes ser tan corta de miras para…?
– ¿Corta de miras? En primer lugar y por encima de todo soy una soldado, y estaría loca si me quedara sentada con una criatura potencialmente peligrosa en mi campamento base.
– ¿Tu campamento base? -dijo Cameron. Miró a Derek, pero éste no la miró.
Tank se puso de pie y abrió los brazos en un gesto tranquilizador.
– Esto es una maravilla de la naturaleza -dijo Diego. Enfadado, se colocó bien el pañuelo que le sujetaba la coleta.
– Entonces no me culpes por maravillarme -respondió Szabla.
Szabla se precipitó hacia delante apartando a Diego de un golpe. Colocó un pie encima de la larva para inmovilizarla contra el suelo. El animal, con un silbido, expulsó el aire por los espiráculos.
Rex se levantó.
– ¡No te atrevas a cogerlo!
– Siéntate Szabla -farfulló Derek.
Szabla agarró la cabeza de la larva y se la echó hacia atrás hasta que el animal quedó con la boca abierta. Tucker y Tank se miraron, incómodos. Szabla observó el interior de la boca y las mandíbulas de la larva.
Derek se acercó a ella gritando:
– ¡Te he dicho que te sientes!
Szabla iba a decir algo, pero Derek la agarró por el cuello con una mano y la apartó de la larva. Ella sujetó la muñeca de él con ambas manos sin poder respirar. Los demás soldados se pusieron de pie. Rex dio un paso atrás, atemorizado.
– Jesús, teniente -dijo Tucker.
Szabla hacía angustiosos esfuerzos por respirar mientras Derek la empujaba hacia el tronco. Se le marcaban todos los músculos del brazo. Los soldados se quedaron inmóviles, sin saber cómo reaccionar. Derek la obligó a sentarse, pero con la mano continuaba atenazándole la garganta.
Cameron le puso la mano en el hombro con suavidad:
– Derek -dijo, en voz baja.
Derek aflojó la mano y Szabla se atragantó al intentar respirar. Cameron puso su mano sobre la muñeca de Derek y le apartó la mano del cuello de Szabla. Derek estaba ojeroso y tenía una expresión adusta; se le notaba la fatiga.
– Yo estoy al mando en esta puta misión y no permitiré que nadie lo olvide.
Se apartó unos pasos de Szabla. Los demás le miraban, nerviosos, mientras Szabla recuperaba la respiración. Diego le acercó una mano para comprobar cómo tenía el cuello, pero ella se la apartó de un golpe.
Derek se agachó y pasó la mano por la cutícula de la larva. Tenía la carne blanda, y una fina capa de pelos flexibles le daban un tacto mullido.
– Este animal nunca ha sido visto -dijo Rex, rompiendo el silencio-. No vamos a soltarlo ni a matarlo.
– ¿Quién eres tú para decir eso?
– Ésa es mi tarea -respondió Rex-. Vosotros estáis aquí solamente para acarrear mi equipo.
Derek no le contradijo. Rex miró a Diego y éste le apoyó asintiendo con la cabeza.
– Tendremos la larva aquí unos cuantos días mientras terminamos de colocar las unidades -continuó Rex-. Luego nos la llevaremos con nosotros de vuelta para estudiarla.
– Eso si decidimos sacarla de su hábitat -dijo Diego con suavidad.
Se oyó un ruido como de algo grande que rompía las ramas de los árboles que se alineaban frente a la carretera, detrás de ellos. Todos se dieron la vuelta y Savage sacó su cuchillo, pero lo bajó cuando se dio cuenta de que Justin salía de entre los matorrales y se dirigía hacia ellos. Cameron se dio cuenta de que le temblaba un brazo y se lo sujetó para que los demás no se dieran cuenta.
Justin se quitó la máscara de buceo y la tiró al suelo. Se acercó con aire de enfado.
– Mierda. Ha desaparecido. La cuerda de proa durante el terremoto se debe de haber cortado con el tufo. El barco golpeó una plataforma de lava sumergida. -Suspiró y se puso las manos en las caderas. Tenía las mejillas coloradas, lo cual le daba un aspecto más joven-. Ese jodido cascarón se ha ido flotando.