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Estoy muy agradecido también a Danielle y al doctor Alan Ades. Cuando necesité un lugar donde trabajar sin ser molestado me encontraron uno. Gracias también a la gente del Lee Mac's por darme de comer durante cuatro meses. Tengo una deuda de gratitud con mis amigos Jason Ciaramella y Shane Leonard; ambos leyeron este libro cuando aún era un borrador y sus aportaciones me resultaron de gran ayuda. Gracias asimismo a Ray Slyman, quien me habló de la cruz Don Orione; a mi hermana, la clériga Naomi King, quien me remitió a varios pasajes bíblicos que me fueron de gran utilidad. Un libro, God's Problem: How the Bible Fails to Answer Our Most Important Question-Why We Suffer [«El problema de Dios. El fracaso de la Biblia a la hora de responder a nuestra pregunta más importante y por qué sufrimos»], de Bart Ehrman (HarperOne), también me resultó de gran ayuda. Lo leí cuando estaba inmerso en el quinto borrador del libro y sospecho que de haberlo hecho antes esta novela sería muy distinta.

Un equipo de gente entregada y apasionada de los libros trabajó en éste en William Morrow/Harper Collins: Mary Schuck, Ben Bruton, Tavia Kowalchuk, Lynn Grady, Liate Stehlik, Lorie Young, Nyamekye Waliyaya y la editora de textos Maureen Sugden. Mi agradecimiento a todos ello por ayudarme a hacer de esta novela lo que es.

También doy las gracias a Jody Hotchkiss y Sean Daily, ambos lectores apasionados (y cinéfilos) y que desde el primer momento fueron ardientes defensores de esta historia.

Hubo un momento en que llegué a pensar que este libro era el demonio mismo; por eso estoy agradecido a mis editores, Jen Brehl, Jo Fletcher y Pete Crowther, y a mi agente, Mickey Choate, por su paciencia mientras luchaba por terminarlo y por toda la ayuda que me brindaron en los momentos más duros.

Por último gracias a mi familia, Leonora y los chicos. Sin ellos no habría tenido la más mínima posibilidad de terminar Cuernos.

J. H., agosto de 2009

Joe Hill

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