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Al igual que ella de él.

Completamente. Inevitablemente. Perdidamente.

Maravillosamente.

Vio los dos cuerpos desnudos sobre la cama de matrimonio, riéndose a carcajadas de tal modo que tuvo que dar con el pie en el suelo para llamar su atención.

– ¿Se puede saber qué está pasando aquí? Os dejo solos unos minutos y mira lo que hacéis.

– Es culpa de ella; no quería que la vistiera, solo que le hiciera cosquillas en la barriga.

– ¿Estás echándole la culpa a un bebé de tres meses?

– Eh, ayúdame -le dijo Justin al bebé-. Dile a mamá la verdad. Rápido, antes de que me meta en un lío.

– Debes de estar soñando si piensas que te va a salvar.

Winona dejó el biberón en la mesilla y se tiró a la cama con ellos. Justin tenía mucha razón. Estaba metido en un lío; una vida por delante llena de deliciosos, traviesos y continuos líos. Ella se sentó a horcajadas encima de él y lo besó ardientemente.

Angela se echó a reír cuando su mamá le rozó accidentalmente un dedo del pie, pero Winona sabía que tenía que dar de comer al bebé y meterlo en la cama dentro de poco. Claro que, en media hora más o menos, el doctor Justin Webb iba a estar metido en un lío mayor del que podría haber soñado jamás.

Y por la forma de mirarla, se veía que lo estaba deseando.

Jennifer Greene

***