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No sabía cuanto había dormido antes de ser despertada por un ruido fuerte.

Se tranquilizó pensando que eran los ruidos normales en edificios de apartamentos. De repente dio un salto en la cama. Esta vez había oído, alto y claro, el sonido de unas pisadas!

El corazón se le disparó. ¡Pues claro¡, algún ladrón se había enterado que los dueños estaban ausentes, aprovechó para hacer una limpieza.

En ese momento, paralizada por el miedo, se dio cuenta de que la puerta se abría, un instante después se encendió la luz.

Temblando, con los ojos verdes abiertos, Jennifer vio delante de ella un hombre alto con el pelo oscuro, vestido con un traje.

De tan asustada como estaba no pensó que vestía demasiado bien para ser un ladrón. A su vez, él la miraba con una ceja levantada, haciendo una pausa en su camisón transparente con el cabello largo y rubio despeinado:

– ¿Qué hace en esta cama, señorita? O más bien, ¿cómo ha llegado hasta aquí?

CAPÍTULO II

Esas palabras dejaron a Jennifer más tranquila. Al parecer, el desconocido no era un ladrón. Por la forma en que había formulado la pregunta, pensó que había escogido la cama equivocada.

– ¿Este cuarto es el tuyo? – La voz sonaba un poco fuera de tono, siempre lo hacía cuando estaba nerviosa.

– En realidad, es de mi hermano. – Explicó en un tono frío y tranquilo, sin apartar los ojos de ella. – Pero insisto en la pregunta: ¿cómo entraste aquí?

Ahora no había duda de que él era el hermano de Noel, que se suponís que estaba en Estados Unidos. Tenía razones para extrañar que su presencia allí, pero pronto lo entendería. Bastaba con contarle toda la historia. Tal vez, cuando estuviera al tanto de todo, insistiese en que se quedara. Pero Jennifer ya había decidido que se iría a la mañana siguiente. Sonrió tratando de ser agradable.

– Usted debe ser Ryden. Noel dijo que no estaría de vuelta hasta la próxima semana. – Por el aspecto con que la miró, Jennifer pronto descubrió que había dicho algo malo. Trató de arreglarlo: – Bueno, como Noel se iba a París e… antes de salir de mi casa al aeropuerto… De todos modos, encontré la llave del apartamento debajo…

No pudo continuar debido a que la voz de él la interrumpió como un trueno:

– ¡Qué audacia!

– ¿Qué? – Balbuceó atónita.

– Tienes diez minutos para empacar y retirarse de aquí.

– Déjeme explicarlo mejor. Es que Noel… – No lo podía creer, Ryden Kilbane la echaba a estas horas de la noche!

– No es preciso, ya entendí todo. Usted debe haber venido a Londres para alguna feria. Pero no creo que vaya a economizar su dinero, aprovechándose de alojamiento y comida gratis. La feria ha terminado.

Ahora empezó a entender, la confundía con la novia de Noel.

Pero antes de que pudiera decir nada, Ryden hizo un gesto de impaciencia que indica que hablaba en serio. Jennifer trataba de aclarar las ideas para encontrar una manera de decir que hasta que el lunes, no conoció a Noel. De repente se vio empujada fuera de la cama por los brazos firmes. Tomada por sorpresa, perdió el equilibrio, cuando la colocó en el suelo, cayó sobre él.

Al principio, sintió el contacto de su cuerpo, Ryden estaba petrificado, pero luego la empujó con furia.

No era justo. Ese idiota no le dio la oportunidad de aclarar el malentendido. La ira se mezclada con la frustración de darse cuenta que pensaba que era una aprovechada.

Ryden dirigió sus ojos grises a donde el camisón transparentaba el contorno de sus pechos pronunciando las palabras con desprecio:

– El accionista mayoritario ni siquiera está un poco interesado en lo que tiene para ofrecer, chica. Si no está lista en diez minutos, va a salir exactamente así.

Estaba tan furiosa, que no tuvo tiempo de tomar represalias. Él ya se había ido y cerrado la puerta.

Durante unos segundos no pudo hacer nada sino decir algunos improperios, sin embargo, como no quería quedarme aquí por más tiempo, e vestió, corrió y comenzó a empacar una maleta. Poco a poco se calmó viendo la situación con mayor claridad. No cabe duda de que los hermanos habían hablado después de la partida de Noel de Stanton Varney. La mención del "socio mayoritario" fue una prueba. Por otra parte, Ryden era el confidente de su hermano, debía estar consciente de la discusión en detalle. Se acordó de lo deprimido que estaba Noel, se disculpó a Ryden por su actitud. Si, durante la conversación, Noel había dejado transparentar la cantidad de dolor que sentía, sería comprensible que Ryden Kilbane estuviera fuera de sí en su apartamento al encontrar la causa de tanta angustia.

El hecho de que se hubiera equivocado de persona también era de esperar, ya que Gypsy nunca había sido presentada a nadie de la familia.

Una cosa parecía cierta: Ryden quería mucha a su hermano y quien le ofende, recibiría su merecido. Jennifer lo había aprendido por experiencia propia.

Sin embargo, la idea de ser confundida con una joven tan frívola como Gypsy no le agradaba, trató de imaginarse una forma de aclarar el malentendido. Seguramente, Noel estaría muy entretenido contando sus problemas, olvidándose de mencionar que le había dado la llave del apartamento.

La puerta se abrió bruscamente, interrumpiendo sus pensamientos. Sólo por la expresión en el rostro de Ryden vio que no podía lograr su objetivo. Extendió su mano:

– La llave!

Jennifer miró al fondo de su bolso, sin decir una palabra, se la entregó. Era demasiado humillante! Ladeó la nariz y se retiró altiva. Había caminado hasta la mitad de la sala cuando se volvió y vio a Ryden en la puerta del cuarto, satisfecho.

– Es una pena que cuando conversaron, Noel no le haya dicho…

– ¿Podría salir? Estoy esperando.

Jennifer se dispuso a tomar represalias. Sin embargo, se suavizó al recordar cómo Ryden cuidaba a su padre, que estaba enfermo. Había aprendido también tener mucho cariño a los ancianos después de haber vivido con la Sra. Gemmill.

– Cuando habló con su hermano, había recibido noticias de su padre? Él… – No pudo continuar, acosada por el odio que veía brotar en los ojos grises.

– ¡Cállate y vete ya!

Jennifer no esperó más. Tenía la impresión de que se quedaba un minuto mas sería arrojada por la ventana. Llegó a la puerta, cuando decidió que no dejaría que la situación se fuera de rositas.

– Voy a estar feliz, por no tener que volver a verle la cara.

Ryden le dio la espalda, apagó todas las luces y entró en su cuarto. Medio desorientada, Jennifer tanteó buscando su maleta. lo peor ocurrió: el bolso cayó de su hombro. Trató de equilibrarse, pero fue en vano. De repente tuvo una caída enorme.

Al caer, empujó la puerta, que golpeó con una explosión, ahogando su grito de dolor y haciendo que pareciera que alguien se había vuelto loco. Sin embargo, ella todavía estaba allí, tirada en la alfombra y herida. No necesitó mucho tiempo para sentir que había sido grave, porque el dolor se hizo cada vez más insoportable. Trató de ponerse de pie para encender la luz, pero fue peor. Necesitó de todo su control para no gritar. Sabía que necesitaba ayuda. Se contuvo, indefensa, nunca pensó en llamar a Ryden.

Tenía que encontrar otra manera. En ese momento, se le ocurrió que si pudiera meterse en la otra habitación, podría llegar a la lámpara de la mesilla de noche, entonces vería lo que había sucedido a su pierna. Lo que hizo, guiándose por el haz de luz procedente de debajo de la puerta del "enemigo". Ella lo odiaba con cada movimiento, cuando las ondas de sudor corrían por su cuerpo.

Le tomó mucho tiempo volver a hacer la ruta que acababa de completar en cuestión de segundos, pero la logró finalmente.

Agotada y empapada en sudor, luchando para recuperar su energía. Se deshizo de sus pantalones, pudo ver la magnitud del daño. Aunque no era capaz de mover la pierna, la rodilla estaba muy hinchada, parecía no tener nada roto.