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En aquellos tiempos todos parecían haberse vuelto locos con los platillos voladores. Sólo se hablaba de eso: hermanos de raciocinio, terrazas de Baalbek, dibujos del Tassili. Y entonces se me ocurrió aquello: vive tranquilo un hombre, no piensa en nada de eso, es mago de profesión, un mago muy bueno. Y percibe en torno suyo una atención dirigida a él que lo inquieta. Los vecinos del mismo piso hablan con él de forma extraña, el miliciano del sector pasa a verlo, muestra interés por su equipamiento profesional y emite nebulosas opiniones sobre la ley de conservación de la energía. «Ese huevo que desaparece, ciudadano, no corresponde a los conceptos actuales relativos a las leyes de conservación.» Finalmente, lo citan al departamento de personal y allí, con el jefe, está un ciudadano que le parece conocido, pero que solamente tiene un ojo. Y el jefe de personal se pone a preguntarle a nuestro héroe cuántas iglesias hay en Zabubensk, su pueblo natal, a quién está dedicado el monumento en la plaza central de la ciudad, y si no se acuerda de cuántas luces tiene la fachada del soviet local. Por supuesto, el protagonista no se acuerda de nada de esto, la atmósfera de suspicacia se va haciendo más densa, y hay quien comienza a hablar de una revisión médica forzosa... No fui capaz de imaginar cómo debía terminar toda aquella historia: se me fue enfriando. Y ahora me da mucha lástima que se me enfriara.

El dos de noviembre está escrito: «No he trabajado, me duele la tripa», y el día tres hay una notita: «A media máquina».

Me dediqué a revisar mi diario de trabajo, página por página, con una cálida tristeza.

El hombre no es más que una almita que lleva la carga de un cadáver. Epicteto.

Lavrenti Pávlovich Beria, flor de las perfumadas praderas. ¿Contra quién te casas? Literatura rectal.

Sólo difunden luz aquellas ciencias que contribuyen al cumplimiento de las orientaciones de los jefes. Saltikov-Schedrin.

Destilaba alcohol de las uñas de los alcohólicos.

Y aquí va otra cosa de los Cuentos infantiles modernos:

Gato Elegante. Perro, de apellidoFiel, es tambiénVierka. Un niño superdotado leeLas formas cúbicas de Yu. Manin: cuatro ojos, cuando lava los platos le gusta cantar canciones de Visotski. Doce años en sistema octal. Cita las obras de Ilich-Sviatich. El gato, cuando regresa de sus borracheras por la mañana, lava sus guantes. Al perro le enseñan que no sorba cuando come, no haga ruidos con la boca y utilice el cuchillo y el tenedor. Orgulloso, se retira de la mesa enojado y se dedica a roer ruidosamente un hueso en el portal. ElGato Elegante habla de un invitado: «Este Petrovski-Zélikovich se parece muchísimo al bulldogRamsés, a quien esta primavera, por su descarada insistencia, le arañé el hocico hasta sacarle sangre».

Otra frase:

Confundía los sentimentales con los sementales.

María Pávlovna, llevó después de Ostrovski el mismo abrigo de pieles dieciséis años, yo se lo compré, me puse a limpiarlo y encontré tres piojos, uno de ellos anciano, hablaba inglés...

Empujé el resto de las carpetas y papeles dentro del pequeño armario y regresé a la mesa. A veces me entra algo así: agarro mis viejos manuscritos o diarios y comienzo a pensar que todo esto es mi verdadera vida, cuartillas llenas de palabras, dibujos en los que mostraba dónde estaba cada cual y hacia dónde miraba, fragmentos de frases, propuestas de guiones, borradores de cartas a diferentes instancias que nunca serían enviadas, y notas monótonas, secas: «Hice 5 págs. Noche, hice 3 págs.». Y mi esposa, los hijos, las comisiones, seminarios, viajes de servicio, esturión a la moscovita, los amigos charlatanes y los amigos silenciosos, todo aquello no era más que un sueño, un espejismo en el desierto, algo que no sé si me ha ocurrido de verdad o no.

He aquí una trama interesante. Por alguna razón no aparece la fecha exacta, fue al inicio del año setenta y tres.

Pequeña ciudad balneario en las montañas. Y no lejos de la ciudad, hay una caverna. Dentro de ella (toc, toc, toc) el Agua Viva gotea en una hondonada de la piedra. En un año entero se acumula solamente para llenar un tubito de ensayo. Sólo lo saben cinco hombres en todo el mundo. Mientras beban esta agua (un dedalito al año) serán inmortales. Pero un sexto hombre se entera casualmente. Y el Agua Viva sólo alcanza para cinco personas. El sexto es hermano del quinto y amigo del cuarto desde la escuela. Y el tercero es una mujer, Katia, que está muy enamorada del cuarto y odia al segundo por su maldad. Un enredo. Además, el sexto es un gran altruista y no considera que él ni los otros cinco sean dignos de la inmortalidad...

Recuerdo que no escribí el relato porque me compliqué. El sistema de relaciones resultaba demasiado complejo y se salía ya de mi imaginación. Pero pudo ser un relato muy bueno: la persecución del sexto, las amenazas, los ataques, y todo esto en una marinada psicológico-filosófica, para que finalmente mi pacifista-altruista se volviera una bestia salvaje, de esas que da terror ver, aunque todo surgiera de sus principios, de sus elevadas intenciones...

En el momento en que leía las notas sobre la trama, se oyó el timbre de la puerta. Me sobresalté, pero al momento una premonición alegre se apoderó de mí. Corrí hacia el recibidor, perdiendo por el camino una zapatilla y recuperándola sin detenerme, y abrí la puerta. Exactamente, allí estaba mi hada buena, tan esperada, con las mejillas rojas por la tormenta, cubierta de polvo de nieve. Klava. Entró con sus dientes brillantes, me saludó y de inmediato se dirigió a la cocina. Y yo, que seguía perdiendo las zapatillas, corrí a buscar mi carné de identidad. Y cobré ciento noventa y seis rublos, en letra de molde, y once copecs, que me pagaba la Consulta Literaria por una reseña sobre la basura que estaba de moda. Como siempre, le devolví un rublo a Klava, y como siempre, ella primero lo rechazó y después, como siempre, lo recibió con gratitud y, como siempre, la acompañé a la puerta.

—Venga más a menudo, Klava —le dije como siempre.

—Siga escribiendo —respondió ella.

Además del dinero, Klava dejó sobre la mesa de la cocina un sobre largo, salpicado de sellos y etiquetas, con la cinta roja y blanca del correo aéreo. Me escribían desde Japón. al señor Félix Alexándrovich Sorokin. Cogí las tijeras, corté uno de los bordes del sobre y saqué de allí dos cuartillas de fino papel de arroz. Me escribía un tal Ryu Takami, en ruso:

Tokio. 25 de diciembre de 1981.

Estimado señor F. A. Sorokin:

Si me recuerda, nos conocimos en primavera de 1975, en Moscú. Yo formaba parte de una derivación japonesa de escritores, usted se encontraba a mi lado y gentilmente me regaló su libroCuentos infantiles modernos. El libro me gustó mucho desde el principio. Me dirigí varias veces a nuestra editorial Hayakawa y a la revistaSF Magazine, pero los que dirigen nuestras editoriales son conservadores. Sin embargo, gracias a que su libro goza de éxito en los Estados Unidos, nuestra editorial comienza ahora a prestarle atención y al parecer tiene propósito de editarlo. Eso significa que nuestra cultura editorial se encuentra bajo fuerte influencia de la norteamericana y así es nuestra realidad. Y sea como sea, la nueva orientación de nuestro mundo editorial es alegre para usted y también para mí. Según plan de mi trabajo, termino traducción de su libro en febrero del año próximo. Pero, por desgracia, no entiendo varias palabras y frases (las encuentra en otra cuartilla). Quisiera pedirle ayuda. En principios de cada cuento hay citadas frases de obras de diferentes escritores. Si nada lo impide, le pido me diga en qué ediciones y en qué parte de ellas puedo encontrarlas. Quiero que usted conozca nuestra realidad literaria, así como nuestros lectores, pero por desgracia ahora no tengo las últimas noticias de ellos. Me sentiría muy, muy contento si usted me comunicara la situación actual de su trabajo vital y enviara su fotografía. Y deseo leer artículos y críticas sobre su literatura y saber dónde (en qué revistas, periódicos y libros) puedo encontrarlos. Quisiera pedirle me preste muchas ayudas que le pedí antes. Agradezco las ayudas por anticipado. Con todo mi respeto,(la firma está en ideogramas).