Выбрать главу

Intentó detenerlo. Había sido silenciosa, porque no quería que Nicole los oyera; sabía instintivamente que su hermana creería que ella había empezado aquello. Y en ese momento, Nicole había entrado en la habitación.

Drew se había levantado de la cama de un salto y había comenzado a decir que ella se había echado a sus brazos. Que todo había sido idea suya. Nicole la había mirado con tanto odio que se había sentido marcada.

Sabía que nada de lo que dijera cambiaría las cosas.

Se tocó el vientre con una mano. Estaba embarazada de Matt, y nadie la creía. Quienes menos la creían eran las dos personas a las que más quería en el mundo: Nicole le había dado la espalda, y Matt había hecho lo mismo.

Siete

Nicole volvió a casa intentando deshacerse del nudo que tenía en el estómago. Estaba rabiosa contra Jesse, pero a pesar de todo, la echaba de menos. Aquella situación era muy injusta.

Al entrar en su garaje, vio un coche desconocido aparcado delante de la casa. Brittany salió de él y la saludó con la mano.

– Tengo que pedirte un gran favor -dijo la adolescente mientras se acercaba-. Es el cumpleaños de Raoul, va a cumplir dieciocho años y quiero hacerle una comida especial, pero no estoy segura de si sabré hacerlo todo. ¿Te importaría que cocinara aquí para que tú pudieras ayudarme? Después se lo llevaré.

Nicole no sabía qué decir. Aunque Brittany parecía una chica agradable, no la conocía; tan sólo habían hablado unas cuantas veces. Entonces ¿por qué…?

Era evidente que Hawk le había contado a su hija que iban a salir juntos.

– Estoy encantada de ayudarte -dijo Nicole-. Pero ¿tu padre no sabe cocinar?

– Sí, pero esto es diferente. Es para un chico -dijo Brittany, y arrugó la nariz-. Entiende que salga con chicos, pero no creo que le guste.

– Típico de un padre -murmuró Nicole, aunque recordó que el suyo nunca había tenido ningún interés en su vida. Habría sido agradable que alguien la hubiera apoyado.

– Lo sé. Pero me quiere -dijo Brittany, sonriendo, como si estuviera muy segura de ello. ¿Y por qué no iba a estarlo?-. Entonces ¿te parece bien ayudarme con la cena? Sé que tienes una cita con mi padre esta noche, pero no te retrasaré.

– Claro. Pasa.

Después de su conversación con Jesse, le iría bien la distracción.

Brittany corrió al coche a buscar las cosas y volvió con un par de bolsas del supermercado.

– Quería hacer algo especial, ¿sabes? Raoul lleva mucho tiempo viviendo en casas de acogida, desde que metieron a su hermano en la cárcel. Aunque tampoco es que su vida en familia fuera estupenda antes. Se ha cambiado mucho de casa. No sé si alguien se acuerda de que es su cumpleaños.

Brittany sacaba las cosas de las bolsas mientras hablaba. Nicole miró la comida.

Había carne, fideos chinos, zanahorias, una bolsita de preparado para salsa Stroganoff, crema agria y masa preparada para hacer galletas, que sólo había que calentar en el horno.

– Parece bastante fácil -dijo Nicole.

– Bien. He traído cazuelas y una de esas bolsas aislantes para trasladarlo todo a casa de Raoul.

Nicole lo organizó todo, encendió el horno para precalentarlo y le entregó a Brittany un cuchillo afilado y una tabla.

– Corto y limpio la carne, ¿verdad?

– Sí. Intenta que los trozos sean de igual tamaño para que se cocinen a la vez.

– De acuerdo.

Brittany comenzó su tarea.

– Gracias por ayudarme con esto. No sabía adonde ir. Las madres de mis amigas me ayudarían seguramente, pero me daba un poco de vergüenza pedírselo.

Nicole no sabía por qué.

– ¿Lleváis saliendo mucho tiempo?

– Cinco meses. Raoul es estupendo. Es muy responsable, y me quiere mucho.

Una combinación interesante. Nicole recordó el intento de robo de los donuts, pero después se dijo que había expiado sus pecados. Ella estaba muy contenta de tenerlo trabajando en el obrador.

– ¿Sabes adonde te va a llevar mi padre? -preguntó Brittany.

– No.

– Estoy segura de que será un sitio muy bonito. A él le gusta llevar a sus novias a sitios agradables. Una buena cualidad en un novio.

Nicole asintió, porque no sabía qué decir. En realidad, no pensaba en Hawk como en su novio.

– Tiene muchas citas -añadió Brittany-. Es mejor que sepas que nunca va en serio. No quiero decir que sea nada malo. Estoy segura de que le gustas mucho y os lo pasaréis muy bien.

Nicole tuvo la sensación de que la chica le estaba enviando un mensaje, pero no sabía muy bien cuál era. ¿Quería hacerle una advertencia, o ayudarla?

En vez de meditar sobre aquella cuestión, sacó una olla grande.

– Esto lo usaremos para cocer la pasta -dijo.

Después de que Brittany se marchara, Nicole subió a su habitación a arreglarse para la cita con Hawk. Estaba más nerviosa de lo que había imaginado, aunque se recordaba una y otra vez que aquello no era una cita de verdad. Era para que él cumpliera su parte del trato, nada más.

Abrió el armario y eligió un vestido de flores de manga corta y falda estrecha. Con unos pendientes largos y unas sandalias planas, estaría muy bien. Después se arregló el pelo, se maquilló y se vistió.

Cuando bajaba las escaleras, se sintió nerviosa por ver a Hawk de nuevo. La última vez que él había estado en aquella casa, habían tenido una apasionada relación sexual. Apenas lo conocía, pero ya lo había visto desnudo. ¿No era raro?

Alguien llamó a la puerta y, de inmediato, a Nicole se le encogió el estómago. Aquello era una mala idea. ¿En qué había estado pensando?

Respiró profundamente y abrió.

– Hola -saludó, intentando que no le chirriara la voz.

– Hola.

Hawk estaba impresionante. Llevaba pantalones de pinzas con una camisa de manga larga, corbata y una americana de sport. Parecía uno de esos comentaristas deportivos atractivos que salían en televisión. O un modelo de portada de revista.

Al ver su sonrisa, Nicole se sintió más y más nerviosa, y también débil, y extrañamente excitada con sólo mirarlo. ¿Querría él meditar la idea de dejar la cena para otro día y llevársela al huerto?

– He reservado una mesa -dijo Hawk-. En The Yarrow Bay Grill. ¿Has estado alguna vez allí?

– No, pero he oído hablar del sitio -respondió Nicole. Había oído que tenía unas vistas increíbles, una carta de vinos excelente y una comida riquísima.

– Normalmente, no hago reservas -refunfuñó él-. Ya puedes estar impresionada.

Podía llevársela al huerto más tarde, pensó Nicole, y sonrió.

– Estoy impresionada, temblando de emoción. No sé si podré llegar caminando al coche. Claro que tengo la rodilla rígida, y eso tal vez sea parte del problema.

– Eres muy socarrona.

– Has descolgado el teléfono, has hecho una llamada, ¿y quieres una medalla?

– Así somos los hombres.

– Eso parece.

– Estás muy guapa.

– Gracias. Tú también estás muy guapo.

– Me he puesto la corbata especialmente para ti. Pensé que te gustaría.

– Me gusta.

Cuarenta minutos después, estaban sentados en una mesa con vistas al pequeño puerto deportivo de Yarrow Bay. El lago Washington brillaba bajo los rayos del sol.

Hawk hojeó la carta de vinos y pidió uno. Cuando el camarero se alejó, se inclinó hacia delante.

– Brittany me ha llamado de camino a casa de Raoul. Me dijo que la has ayudado a preparar la cena de cumpleaños. Gracias por hacerlo.

– Ha sido divertido, pero me sorprendió que viniera a verme.

– Yo la habría ayudado, pero ella sabía que se lo iba a poner difícil. Tomarles el pelo a las hijas es una prerrogativa de los padres.

– El mío no hacía eso -dijo Nicole. Siempre había sido un hombre distante, más interesado en lo que había en la televisión que en las vidas de sus hijas-. Brittany es una niña encantadora. Te adora. Tenéis una relación muy especial.