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– ¿Quién es Sheila?

– Una perra. La he llevado al veterinario y está preñada -dijo, y derramó más lágrimas-. Todo el mundo está embarazado menos yo. Quiero tener una familia. Siempre he querido tener una familia. No con Drew, sino con alguien bueno. Pero eso no va a suceder, y ahora, hasta la perra está embarazada. Además, creo que he asustado al veterinario echándome a llorar en su consulta.

– Lo superará. ¿Cuándo has adoptado una perra?

– Ayer. El veterinario es un jovenzuelo, y me he echado a llorar cuando me ha dicho que Sheila estaba embarazada.

– Eso hará que entienda que las mujeres somos criaturas complejas. Es una lección que todo hombre debe aprender, y cuanto antes, mejor.

Nicole lloró y rió a la vez, lo cual no era fácil. Después, le entró hipo.

– Estoy muy disgustada.

– No lo estés. Conocerás a alguien, Nicole. A alguien estupendo.

Nicole se dio cuenta, en aquel momento, de que todavía no había compartido las buenas, aunque falsas, noticias.

– Estoy saliendo con alguien -dijo-. Es un tipo estupendo. No tienes por qué sentir lástima por mí.

– No siento lástima por ti -dijo Claire, y se quedó desconcertada-. ¿Estás saliendo con alguien?

– Es algo posible. A los hombres les resulto atractiva.

– Ya lo sé. Lo que no sabía era que estabas lista para empezar a salir con alguien. Me parece muy bien.

Nicole todavía se sentía temblorosa, y disgustada, y en aquel momento, además, estaba a la defensiva.

– Es increíble. Un hombre guapo y divertido, con un cuerpo de ensueño. Da clases de fútbol americano en el instituto, y antes era jugador profesional. Se llama Eric Hawkins. Hawk.

– ¿Estás saliendo con un hombre? -repitió Claire-. ¿Y no me lo habías contado?

– He estado muy ocupada. Yendo a ver un par de partidos del equipo del instituto, llevándoles galletas y magdalenas a las proyecciones que hacen los domingos… y Hawk y yo hemos salido -explicó Nicole, sintiéndose un poco culpable por no habérselo contado antes a Claire-. Iba a decírtelo.

– ¿Cuándo?

– Pronto.

Irónicamente, había empezado aquella relación con Hawk para demostrarle al mundo que estaba perfectamente. Era difícil que el mundo lo supiera si ella no lo contaba.

– Entonces ¿te gusta? -preguntó Claire.

– Sí.

– Me alegro mucho por ti.

– No parece que estés muy contenta.

– Es que me he quedado muy sorprendida. Pensaba que estábamos formando vínculos más estrechos. Que me contarías algo así.

Nicole se estremeció.

– No quería excluirte de nada.

– Lo sé. No hay ningún problema.

Claire lo dijo muy rápidamente, lo cual quería decir que sí había un problema.

Justo lo que necesitaba. Otra relación estropeada.

– Lo siento muchísimo. Por favor, no te enfades conmigo.

– No estoy enfadada, de veras.

– No estoy segura de si creerte.

– Deberías. Saldremos los cuatro -dijo Claire.

– Hawk no tiene mucho tiempo libre, porque está en plena temporada de fútbol, pero hablaré con él.

– Estoy deseando conocerlo.

– Os va a caer muy bien a Wyatt y a ti.

Nicole no estaba fingiendo con respecto a eso. Estaba segura de que Hawk se iba a llevar muy bien con ellos. Era una pena que nada de aquello fuera real. Era sólo un juego, como un partido, y en cuanto terminara la temporada, todo acabaría.

– ¿Qué te parece? -preguntó Brittany mientras alzaba la cuchara. Estaba cocinando fideos chinos con pollo, y lo estaba haciendo bastante bien.

Nicole asintió mientras lo probaba.

– Te estás haciendo una experta.

– ¿En la cocina? Es divertido, porque no tengo que hacerlo todos los días. Hablé con mi padre y le dije que cocinaría una vez a la semana si me dejaba llegar media hora más tarde.

– Interesante negociación. ¿Qué dijo?

Brittany arrugó la nariz.

– Se rió un rato, y después me dijo que no cocinaba tan bien, pero que había sido un buen intento.

Nicole reprimió la sonrisa.

– No se lo tragó, ¿eh?

– No, y me molestó mucho. Yo creía que era un gran trato.

Después de ayudar a Brittany a preparar la cena, Nicole dejó a los chicos y subió a su habitación. Oía el murmullo de sus voces, y después, un largo silencio. Los fideos chinos con pollo estaban buenos, pero no tanto.

– ¿Estás pensando lo mismo que yo? -preguntó a Sheila, que la había seguido hasta a su habitación y estaba acurrucada sobre la cama. Sheila no respondió. Nicole tomó el teléfono.

– ¿Tengo que vigilarlos muy estrechamente? -preguntó a Hawk cuando éste respondió.

– ¿Dónde estás?

– En mi dormitorio. Ellos están cenando abajo, pero se han quedado muy callados.

– ¿Cuánto tiempo?

– Unos quince minutos.

– Ahora voy para allá.

Hawk llegó quince minutos más tarde, con dos bolsas de comida mexicana. Brittany miró a su padre con cara de pocos amigos.

– Es una cena privada.

– Mmm. Nosotros cenaremos en la cocina.

– No necesito que me vigiles.

Hawk hizo unos ruiditos burlones y entró en la cocina, donde Nicole había puesto la mesa pequeña junto a la ventana. Ella abrió dos cervezas.

– ¿Estás nervioso por lo que pueda ocurrírseles?

– Un poco. Me acuerdo de cuando tenía la edad de Raoul. Sé lo que es meterse en líos -dijo él, y le dio un plato-. Tienes una perra.

– Sheila. Es la perra de Raoul.

– Pues no se separa de ti.

Era cierto. Sheila la seguía por toda la casa.

– Sabe quién compra la comida.

– Me gustan los perros. Yo me crié con ellos. A Serena no le gustaban, así que nunca tuvimos.

– Sheila va a tener cachorros. Quédate uno.

– Me gustan los perros grandes.

– No conocemos al padre. Puede que sean enormes.

Él miró a Sheila.

– Espero que no, por su bien -dijo. Después cambió de tema-. ¿Cómo van las cosas con Raoul? ¿Qué tal se te da vivir con un adolescente?

– Bien. Él lo facilita mucho. Es silencioso, ordenado y ensalza mi comida. Trabaja duro. Lo ha pasado mal, pero lo está superando. Yo respeto eso. Ojalá mi hermana se pareciera más a él.

– ¿La pianista?

– No, mi hermana pequeña. Jesse. No se parece en nada a Raoul. No entiendo si nació inútil, o se hizo así.

– ¿Cuántos años tiene?

– Veintidós. Le costó mucho terminar el instituto. Siempre estaba de juerga, y después descubrió a los chicos. Yo estaba constantemente aterrada por si se quedaba embarazada. Lo intenté con sermones, sobornos, amor, perdón. No hubo nada que funcionara. Va a heredar la mitad de la pastelería cuando cumpla veinticinco años, y eso va a ser una pesadilla para las dos. No está interesada en el negocio, así que ya estoy ahorrando para comprársela.

Nicole hizo una pausa y tomó una patata frita.

– Deberíamos cambiar de tema.

– ¿Por qué?

– Jesse no es muy divertida, ni en la vida ni en una conversación.

– Parece una chica problemática.

En más sentidos de los que él pensaba.

– ¿Dónde vive ahora? -quiso saber Hawk.

– En el barrio de la universidad. Nunca ha tenido trabajo, salvo en la pastelería, y eso no cuenta. Si no hubiera sido de mi familia, la habría despedido. Lo cierto es que no entiendo en qué me confundí, ni qué puedo hacer para arreglarlo.

– Hay algunos problemas que no tienen arreglo.

– Es mi hermana. La crié yo, prácticamente. Me temo que hice un mal trabajo.

– Te he visto en acción, así que eso no es posible.

– Me has visto en los días buenos. Puedo ser una bruja.